★ . Fiesta

13 3 0
                                        

.

—¡Haruka, vamos! Tampoco es como que tus padres vayan a decirte algo. Es solo una fiesta.

—Mi madre me mataría si ve que no estoy en casa. Además, es muy tarde... Deberías ir a casa también, somos jóvenes como para ir a esas cosas.

     Y allí se encontraban ambas figuras, en una zona cercana a la entrada donde la casa de la rubia se hallaba, discutiendo sobre un tema en específico que probablemente no era de la gran cosa.

    La razón del porqué aquel diminuto pleito estaba siendo dado era una razón patética, o que podría ser considerada de esa forma. Pues aquel día, por la mañana, ambos habían sido invitados a la gigante fiesta de Kaoru Matsuda, una de las chicas más reconocidas en toda la academia a la que asistían. Sin embargo, la problemática de ello, aparte de que Haruka no se llevaba del todo bien con ella, era que el horario no era uno muy adecuado. Rondaban las 9.00pm cuando los dos jóvenes estaban discutiendo, por lo que quién sabría a que horario acabaría eso mismo. Esa era la parte que al rubio le aterraba. No quería decepcionar a su madre.

—No te dirán nada y lo sabes, siquiera han de estar en tu casa. ¡Ven conmigo!

—No sé si deba... Y ella me odia, ¿qué sabes? No sé porqué me invitaría a esa cosa.

—Se llama ser amable. ¡Haruka! Deja de ser tan chillona. Te prometo que no te pasará nada; nada ni nadie te hará algo, siquiera tus padres. Solo vayamos juntos y pasemos un buen rato. ¿Sabes? Estás muy afligida con el tema de los exámenes, necesitas calmarte, y para eso están las fiestas.

     Las palabras del pelinegro habían sido acopladas en la mente de la de cabellera larga, generando que una expresión de pérdida y notoria melancolía se hicieran presentes en sus rasgos faciales. De cierto modo, el chico tenía razón, tal vez estaba haciéndose demasiadas ideas erróneas en dirección de lo que era aquella joven.

     Por ello fue que devolvió su mirada hacia su casa por unos escasos momentos, pues bien que podría mandar al carajo a aquel chico e irse a su cómodo hogar, sin esperar un regaño por parte de alguien en un intento de verse como alguien más grande. Pero no, simplemente volvió a mirar al chico, esta vez generando un movimiento de cabeza similar a una asentida, a modo de confirmación frente a la propuesta ajena.

     Pudo notar como el rostro del muchacho se iluminaba tras la corroboración de que, efectivamente, iba a acompañarlo hacia aquel sitio. Tras notar aquello, una diminuta sonrisa sucumbida en un extraño sentimiento de vacío y mera tristeza, fue dado en sus gestos. Prefirió ignorar cualquier pensamiento negativo que pudiese tener de la situación, pues al fin y al cabo tampoco era como si fuesen a ser oídos por parte del otro. Pero no era por cruel, claro que no, simplemente era un hecho de que el joven no quería arruinarse la propia diversión, y ello era algo que debía comprender. De aquel mismo modo, caminó en su dirección, pues cabía aclarar que la previa lejanía entre ambos era una bastante notoria.

     Sintió la calidez de la mano del pelinegro sobre la suya, abrazando su palma y dejando pequeñas caricias que dejarían que una tranquilidad alarmante se adentrara y acomodara entre sus emociones del momento. Prefirió ignorar ello una vez más y centrarse en su pareja.

     Nada podía salir mal, él lo había prometido.

. . .

     Efectivamente, el lugar era uno inmenso y altamente iluminado, pues incluso desde el exterior pudieron notar que aquella era la propiedad en la que tal actividad iba a realizarse. Tan pronto como estuvieron allí, sintió como la frialdad del ambiente impactó contra su mano una vez la del chico había dejado de tomarla. Se sintió algo mal por ello, pero era algo que comprendía. Al fin y al cabo, no quería causarle problemas.

Pretty MessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora