8. DECLARACIÓN FORMAL

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—Ese loco intentará asesinarte —le dije a Adrián luego de que le diera un sorbo al café que le preparé cuando terminó de relatarme lo sucedido la madrugada anterior

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—Ese loco intentará asesinarte —le dije a Adrián luego de que le diera un sorbo al café que le preparé cuando terminó de relatarme lo sucedido la madrugada anterior.

Adrián asintió y apretó los labios, era consciente de que su vida estaba en peligro, pude verlo en la forma en la que me miró, sus ojos todavía me imploraban auxilio, que no lo dejase solo, y no iba a hacerlo.

Me puse de pie para fumar un cigarrillo junto a la ventana que daba a la calle, ahora era yo quien necesitaba aclarar mis pensamientos. Ya había amanecido por completo, las calles comenzaban a llenarse de vehículos y de personas que iban y venían entre el característico caos mañanero de la ciudad; observé con atención a los hombres que pasaban bajo mi mirada, la descripción de Adrián se me quedó grabada en la memoria: «El sujeto era joven, estoy seguro de que no debía tener más de treinta años, tenía un cabello castaño, casi rubio, y sus ojos eran verdes, un color muy bonito de no ser por la forma en que miraba».

—Adrián, tenemos que ir a la estación —le dije mientras lo observaba de soslayo—, tienes que rendir una declaración formal.

—No —negó él de inmediato—, lo único que tengo que hacer es ir es al apartamento para avisarles a los chicos qué fue lo que pasó... Tenemos que encontrar la forma en la que nos entreguen el cuerpo de Ryan, no voy a permitir que mi amigo se pudra en una morgue.

—Tienes que hacerlo, Adrián, por Ryan, para que podamos hacerle justicia.

—Si lo hago yo mismo terminaré preso y luego deportado a mí país y no puedo permitir que eso suceda.

—Yo soy uno de los detectives al frente del caso y te prometo que no permitiré que nada te pase, voy a protegerte.

Adrián se puso de pie, perturbado todavía por lo que vivió apenas unas cuantas horas atrás. Me giré para poder mirarlo frente a frente, el chico se debatía en sus adentros sobre lo que debería hacer, verlo tan vulnerable me hizo reaccionar y darme cuenta sobre cómo accionar, prometí que no lo dejaría solo y que le daría mi apoyo, así que vencí a mis propios demonios y, despacio, me acerqué a él hasta que la distancia entre nuestros cuerpos fue mínima; volví a abrazarlo con fuerza, Adrián correspondió a mi gesto y se aferró a mi espalda.

—Júrame que no permitirás que la muerte de Ryan quede impune —me susurró Adrián al oído.

—Lo juro —respondí y seguí abrazándolo con fuerza.


Llegamos a la estación media hora después.

A Adrián le sudaban y le temblaban las manos, coloqué la mía sobre su hombro y lo miré a los ojos en un intento de darle tranquilidad, él se obligó a respirar y luego comenzó a repasar en voz alta lo que previamente le dije que tenía que decir.

—No puedo decir que te conozco —repitió Adrián en un intento de memorizar cada palabra—, voy a decir que yo me acerque a ti luego de que te vi en la escena del crimen, y voy relatar las mismas palabras que te dije sobre lo que sucedió desde que ese sujeto se acercó a nosotros en Central Park.

Deja que anochezca [ONC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora