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Capítulo 3

ALBA

Bajando al comedor con mi pantalón de chándal y mi camiseta de siempre, me cruzo con el Alfa, el Beta y el Gamma, que se dirigen al despacho del Alfa para trabajar en los negocios de la manada. Saludo a los tres con la cabeza y sigo hasta el comedor, donde encuentro a Luna sentada en su sitio habitual, tomando café y leyendo el periódico. Como Julián se ha ido este verano, casi siempre comemos juntas. La mayoría de los días, el Alfa está demasiado ocupado sin él cerca.

Sé que Luna Julia echa de menos a su hijo, pero mentiría si no dijera que me alivia su ausencia. Mis vacaciones de verano terminan oficialmente mañana, y una vez que Julián regrese, junto con Armando y Eduardo, se reanudará mi infierno regularmente programado. Así que estoy decidida a hacer que este día sea mágico, pasando el tiempo leyendo junto a la piscina, viendo Bridgerton en Netflix y comiendo el helado de canela casero de Marta.

"Buenos días, cariño", me dice Luna Julia mientras levanta la vista de su periódico.

"Buenos días, Luna", le digo, mostrándole una cálida sonrisa mientras me siento en mi sitio habitual. De repente se abre la puerta del comedor y entran esposa del Beta y la del Gamma y ocupan los asientos en los que suelen sentarse cuando comen en la casa de la manada.

"Buenos días, Luna y Alba", dicen al unísono. Se sientan a desayunar con nosotras, algo que ocurre de vez en cuando, pero más a menudo ahora que sus hijos están en entrenamiento de Alfa con Julián. Sé que estas mujeres nos visitan más porque echan de menos a sus hijos, pero yo no echo de menos al diablo y a sus demonios bailarines.

Nunca se lo admitiría a nadie más de esta manada, pero todo el verano sin ellos y sin colegio ha sido como Dios manda. Lo peor es que me he transformado tanto, mejorando mi confianza y mi aspecto que no sé que pasará cuando empiecen las clases de nuevo.

"Alba, ¿estás emocionada por empezar el colegio mañana?", me pregunta la esposa del Gamma, Victoria, con una dulce sonrisa en los labios. Nunca entendí cómo todas estas mujeres encantadoras criaron hijos tan horribles. En serio, es alucinante, y todavía no puedo entenderlo.

"Hmmm, sinceramente, no me hace mucha ilusión que empiecen las clases mañana". La miro cuando se me ocurre una idea brillante. Quizá podría aprovechar la ausencia de Julián para terminar el verano por todo lo alto.

"Oh, ¿por qué no?", me pregunta la pareja del Beta Vanesa mientras unta su pan con mantequilla.

"Estaba demasiado ocupada disfrutando del verano; no me tomé ni un segundo para darme cuenta de que ya no soy la chica que le gusta andar con chándal que se mudó aquí hace cinco años. Debería haberme centrado en renovar mi vestuario en lugar de pensar en ello el día antes de empezar las clases". Una expresión tímida me cubre la cara mientras miro a la mesa, avergonzada, mientras nos sentamos en silencio.

Finalmente, Luna suelta una risita: "Oh, gracias a la Diosa, me moría de ganas de tirar tu ropa desde tu primer año de instituto".

"¿Qué?" pregunto, completamente perpleja. Ese pequeño bastardo nos ha enfrentado a Luna y a mí sin que lo supiéramos. Creía que ella había aceptado las estúpidas normas de Julián.

"Alba, te quiero como a mi hija, pero he odiado tu vestuario. Eres una chica preciosa que se esconde debajo de esta ropa tan holgada". Dice Luna, dedicándome una pequeña sonrisa mientras señala el conjunto que llevo actualmente.

"¿Por qué no me has dicho nada antes?". Le pregunto, mi voz sonaba molesta, pero no iba dirigida hacia ella, sino hacia mí misma por creerme cualquier cosa que diga ese imbécil.

"Bueno, nunca quise acomplejarte por tu cuerpo a una edad tan temprana. Tu comodidad es más importante a que tengas mis mismos gustos en ropa", dice Luna Julia, envolviéndome en sus brazos para un clásico abrazo de oso. "Además, me imaginé que pedirías un cambio cuando quisieras una actualización de vestuario", termina Luna, dándome un último apretón y sentándose de nuevo en su silla.

Rechazando al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora