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Capítulo 16

ALBA

Han pasado dos días desde que Julián me besó en mi habitación, y aún no puedo quitarme ese pensamiento de la cabeza. No digo que haya imaginado cómo se sentiría un beso a Julián, pero si lo había hecho, el beso que compartimos superó con creces mis expectativas. Los labios de Julián eran poderosos pero suaves, dominantes pero delicados, y la mezcla entre ambos me dejó delirantemente débil en las rodillas. Todo el tiempo mi mente estaba en una niebla de placer mientras la electricidad se extendía por todo mi cuerpo desde donde nuestros labios se conectaban. Ahora, cada vez que alguien menciona el nombre de Julián o que lo veo, me acuerdo al instante de un beso de los que escriben los escritores románticos. Esos besos con pasión y lujuria casi parecían imposibles en algo que no fueran las grandes historias de amor, pero así era. Convirtiéndolo en el aspecto más inquietante de toda esta situación.

"¿Hola? Tierra a Alba", dice Carmen desde la silla de jardín que hay junto a mí. Carmen es una estudiante de segundo año, prima de los gemelos, y poco a poco se está convirtiendo en una de mis personas favoritas con su personalidad burbujeante y de espíritu libre. Con Julián con sus padres fuera por asuntos de la manada durante el fin de semana, pensé que bien podría aprovechar que está fuera de casa y tener un fin de semana de chicas. "¿Estás bien, Alba? Has estado distraída los últimos días", continúa Carmen con cara de preocupación.

"Estoy bien, chicas, lo prometo", respondo poco convencida por la expresión de la cara de Carmen.

"Y una mierda, Alba", replica Tatiana, la más cándida de las gemelas dice, desde el trampolín en el lado opuesto de la piscina y donde Carmen y yo estábamos sentadas. A veces odiaba ser un hombre lobo con sus sentidos agudizados.

"Puede que no nos conozcamos desde hace mucho, pero es obvio que algo te preocupa", añadió Gema desde los escalones de la piscina, donde se refrescaba los pies.

"No es nada", vuelvo a decir, sin ganas de agobiarlas con mis problemas con Julián y, francamente, un poco avergonzada de que Julián y yo nos hayamos besado. No quiero que mis nuevos amigos piensen que soy una trepadora, una loba que seduce a lobos de mayor rango para avanzar en la jerarquía de la manada.

"¿Tiene esto algo que ver con Alfa Julián?". pregunta Tatiana desde el borde de la piscina, donde ha aparecido tras zambullirse en ella.

"¡Tatiana!" Carmen y Gema la regañan con chillidos agudos, y mis ojos se dirigen a su cara, con una sonrisa de complicidad dibujada en ella. La mirada cómplice que le devuelve Tatiana hace que mi estómago se hunda hasta sentir náuseas.

"¿Qué? Ni que toda la manada no supiera que dejó a Marcela por Alba", explica Tatiana despreocupadamente encogiéndose de hombros.

"Julián NO dejó a Marcela por mí", murmuro poniendo los ojos en blanco, "y agradecería que todo el mundo dejara de suponer que lo hizo". Pensé que mi respuesta habría bastado para acallar sus acusaciones, pero provocó que las tres estallaran en una carcajada incontrolable.

"¿Qué tiene tanta gracia?" pregunto, molesta porque no me crean.

"La forma en que sus ojos te acechan cada vez que estás cerca sugiere lo contrario", comenta Gema en tono dócil, como si intentara no alterarme.

"Sí, chica, no te quita ojo de encima. Cree que nadie se da cuenta, pero es un tema recurrente entre los adolescentes desde que pusiste un pie aquí", dice Tatiana despreocupadamente, como si esto fuera algo sabido por todos menos por mí.

"Eso es porque Julián es un trastornado y paranoico controlador que estaba convencido de que una huérfana de doce años vino aquí a destruir su manada", resoplo, poniendo los ojos en blanco ante lo absurdo de sus afirmaciones. Cierro los ojos e inclino la cabeza hacia atrás para intentar calmar la ansiedad que poco a poco va creciendo en mis entrañas.

Rechazando al AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora