15. Grey zone

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27 de octubre, 2032
Shirley.

Las enfermeras se mantuvieron firmes en su postura de mantener a Ferro en observación por la noche después de la pelea, aunque sus heridas no eran muy graves, al menos no al nivel de amenazar su vida; tomaría tiempo para que la inflamación desapar...

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Las enfermeras se mantuvieron firmes en su postura de mantener a Ferro en observación por la noche después de la pelea, aunque sus heridas no eran muy graves, al menos no al nivel de amenazar su vida; tomaría tiempo para que la inflamación desapareciera por completo, pero estaría bien. Permaneció a su lado esa tarde, no podía separarse de él después de todo lo que había pasado. Fer estaba preocupado por Caleb, eran amigos, a pesar de todo; el resentimiento le hizo confesar algunas verdades que Shirley hubiera preferido ignorar por el resto de sus días.

Estaban juntos en la cama, Ferro detestaba dormir solo, siempre descansaba mejor cuando lo abrazaba al dormir, y despertar junto a él en las mañanas. 

—Adam y Amy tienen razón, ha sido culpa mía —se mordió el labio con amargura. 

—¿De qué hablas? —estaba genuinamente confundido, pero no por eso sostuvo con menos fuerza su mano—. No te martirices, Fer... ya sabes cómo es Caleb.

—No he sido del todo sincero contigo. —confesó, su rostro permaneció oscuro e ilegible—. Yo sabía de todos sus problemas, y aun así le regalaba todo tipo de mierda... para que te espiara.

La conmoción lo hizo sentarse en la cama, Ferro le apretó con fuerza la mano, para que no se alejara de él. « Me ha estado espiando... ¡Me ha estado espiando! Mierda, mierda, mierda. Como sepa lo de Vernon... No, no es posible. Solo me he visto con Vernon una vez, ahí fue cuando nos vio Caleb, y Caleb nunca salió del bosque esa noche. » Era imposible que Ferro lo supiera. Pero eso no era todo, hubo otros hombres aparte de Vernon, tres o cuatro. Pero había sido extremadamente cuidadoso, siempre lo era. No supo qué decirle en ese momento, su mente procesaba muchas cosas a la vez. 

Vernon no estaba siendo paranoico del todo, Caleb estaba ahí esa noche por un motivo, con una misión que los ponía a ambos en peligro. Puede que sonase mal, pero deseaba que Caleb no saliera nunca de los bosques. No sabía si estaba vivo o muerto, fue Vernon quien se deshizo de su cuerpo cuando verificaron que no respiraba, y también guardaba su móvil.

La voz de Ferro lo llamó varias veces, pero no volvió en sí hasta que el italiano intentó besarlo, tuvo que esquivarlo. Debía aprovechar de su deslice emocional para también desviar la culpa, por muy mal que eso lo hiciera sentir.

—Joder, dime algo...

—¿Qué quieres que te diga? —le respondió, herido. Su rostro reflejaba la inocencia.

—Lo que sea —suplicó desesperado. —Insúltame, pégame, dame un sermón, pero no me mantengas en el silencio.

—¿Cómo has podido hacerme esto? Después de todo lo que hemos pasado juntos, sigues sin confiar en mí.

—No es tu culpa —su cubrió los ojos con el antebrazo, estaba demasiado avergonzado como para mirarle a los ojos. La había cagado y lo sabía bien—. Es que yo soy así.

Killing van Thorpe. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora