23 de julio, 2032Caitlyn.
Disfrutaba de la compañía de Haley, era un espacio sin lugar a prejuicios, o a miradas por encima del hombro. Seguramente era algo que la contraria apreciaba también, en un ambiente tan frío y hostil como Eldridge una mano amiga no era un obsequio a despreciar.
Sin embargo, no pudo evitar percatarse de las miradas que le dedicaba al profesor Quentin cada vez que se volteaba a verlos. Culpó a su imaginación salvaje, a las malas intenciones de su mente fantasiosa, pero al ver a Haley morder la cabeza de su lápiz y acomodar su cabello detrás de la oreja con timidez, supo que no eran alucinaciones suyas.
No la culparía de sentirse atraída por Quentin; era un hombre educado, inteligente y, no menos importante, muy atractivo. Siendo sinceros, y por muy controversial que suene, quién no ha tenido una fantasía recurrente con su profesor. Se han hecho películas al respecto —trató justificarse —. Y, aunque Haley sintiera una leve atracción por él eso no quería decir que Quentin le correspondiera de la misma forma. Estábamos hablando de un hombre casado, un padre de familia que trabajaba en una institución de prestigio. En una vida de ensueño, para qué se arriesgaría arruinarlo todo por una aventura con su estudiante, la misma que bien podría ser su hija.
Le reconfortó ver que Quentin no parecía notar los intentos de flirteo de la rubia, o los pasaba por alto.
Caitlyn chasqueó los dedos frente el rostro de Haley, necesitaba llamar su atención antes de que alguien más con un ojo tan avistado como el de Caitlyn se diera cuenta de lo que estaba pasando.
—Que si me prestas tu goma —llamó.
—Oh, sí. Toma. —se la pasó con discreción. Caitlyn buscó algo que borrar, porque la verdad, es que no la necesitaba; es más, tenía su propia goma a un lado de la mesa, aunque a Haley no le importó en lo más mínimo.
—¿Oye, estás bien? Pareces distraída.
—Sí —respondió, volviendo a sus apuntes —. He dormido poco, eso es todo.
—No sé si lo has olvidado —sugirió en voz baja, no quería que el ilustre profesor le llamara la atención —, pero me prometiste ir conmigo a explorar el castillo.
—Verdad —lo había olvidado, estaba escrito en su cara. Haley llevaba días dándole largas, para estudiar, o eso decía ella. Caitlyn le echó una mirada discreta al profesor, estaba proyectando en la pared el contenido de su elegante laptop para liderar la clase —. Cuando termine la clase me gustaría ir a echarme una siesta. Los exámenes están a la vuelta de la esquina, quiero estar fresca cuando lleguen.
—Ya... —fingió creerle. Espero que para dormir también rechaces compañía, por tu bien, y el de todos. Pensó mientras escribía.
—Tsk —el chasquido de una lengua viperina la hizo mirar a los alrededores, insegura si era a ella a quien llamaban. Con el segundo chasquido ya casi tenía la certeza, y con el tercero encontró la fuente de este inquietante sonido. Un chico de sonrisa radiante y labios húmedos le sonrió desde el asiento de atrás. —Si lo que quieres es alguien que te muestre el castillo puedes venir conmigo.
Se trataba del mismísimo Caleb. Al que había conocido aquella mañana junto a Shirley y Ferro en el comedor, quien desde un comienzo confesó sentir cierta tracción por ella. No podía mentirse a sí misma, ella también lo creía atractivo e interesante, pero no tenía la más mínima intención de salir con chicos, por ahora. Había llegado a Eldridge con otras metas.
Cuando Caleb la miraba con galantería, abusando del encanto de su sonrisa y vivos ojos café, Caitlyn se recordaba mentalmente cuáles eran esas metas, y cada vez eran más difusas.
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Killing van Thorpe.
Misteri / ThrillerCaitlyn es una joven aspirante a detective a quien le es concedida una beca de estudios en un internado de lujo después de haber desenmascarado y capturado al asesino serial Rafael de la Mira. Acostumbrándose a su nuevo ambiente, Caitlyn conocerá a...