Prologo

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Sus ojos verdes, más fríos de lo que uno esperaría de un niño de once años, se posaban fijos en el pequeño artefacto muggle que sostenía en sus manos.

El brillo de la pantalla parecía ser lo único que captaba su atención, ignorando por completo las miradas curiosas que lo seguían desde aquellos Hufflepuff y Ravenclaw.

A lo lejos, algunos susurraban entre ellos, intrigados por el chico que parecía más apegado a ese extraño objeto que a las personas a su alrededor.

Los murmullos cesaron cuando, de pronto, él alzó la vista. Sus mejillas se tiñeron de un suave carmín y, tras un momento de vacilación, sus labios finos dejaron escapar una única palabra

–uh, hola –

El silencio que siguió fue casi palpable. Con una torpe naturalidad, se sentó dejando un espacio a su lado, casi como si temiera invadir el territorio de los demás.

Los que lo rodeaban percibieron su incomodidad, pero algo en su postura cambió. De a poco, sus hombros se relajaron, y aunque todavía algo distante, su corazón empezó a abrirse, permitiendo que, poco a poco, los demás entraran en su mundo.

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𝑹𝒆𝒆𝒏𝒄𝒂𝒓𝒏𝒆 𝒆𝒏 𝑱𝒂𝒓𝒓𝒂𝒔 𝑷𝒐𝒕𝒕𝒂𝒉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora