Capitulo 2

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El sonido del tren deslizándose suavemente sobre los rieles llenaba el compartimiento vacío en el que Harry había encontrado refugio.

A pesar de su reciente frustración por el celular roto, no pudo evitar sonreír. Todo lo que lo rodeaba, desde el tenue aroma a madera vieja hasta el bullicio de los estudiantes, le recordaba que estaba en el mundo mágico, un lugar del que antes solo podía leer.

Con su túnica puesta y sus libros ya apilados a su lado, Harry intentaba distraerse leyendo, pero le era imposible concentrarse.

Cada pequeño detalle le llamaba la atención: los estudiantes riendo en el pasillo, el sonido distante del tren avanzando, y sobre todo, la sensación surrealista de que, aunque su vida había cambiado completamente, se sentía como en casa.

Era su oportunidad de empezar de nuevo, de ser parte de algo mágico, y aunque su naturaleza tímida seguía presente, había algo que lo llenaba de esperanza y emoción.

Sonreía sin darse cuenta, una pequeña curva en sus labios que reflejaba la felicidad de estar en ese lugar.

El tren vibraba bajo sus pies, pero sus pensamientos estaban muy lejos, hasta que de pronto el sonido de voces cercanas lo devolvió a la realidad.

Alzó la vista justo cuando la puerta del compartimiento se deslizó, revelando a dos chicos mayores, ambos con túnicas de Hogwarts ya puestas.

El primero, un chico alto con cabello rubio claro sonrió amablemente al notar que el compartimiento no estaba del todo vacío

Harry lo reconoció al instante ¿Como no hacerlo? Se veía igual que en las peliculas

—Disculpa, ¿este compartimiento está libre? —preguntó con una voz suave y educada.

Harry, que al principio se sintió algo nervioso por la interrupción, cerró su libro y miró al chico con cierta timidez. No quería ser descortés, así que dio una pequeña sonrisa y asintió.

—descuida, pueden sentarse —dijo en voz baja, su mirada desviándose tímidamente hacia la ventana.

Los dos chicos entraron, agradecidos. El rubio se sentó frente a Harry y le extendió la mano con una sonrisa cálida.

—Soy Cedric Diggory, de Hufflepuff —se presentó amablemente

Cedric Diggory, uno de los personajes más nobles y amables de la historia, también era bastante lindo. Sentía una extraña mezcla de admiración y nerviosismo, pero intentó devolverle la sonrisa, aunque fuera pequeña.

—Harry —murmuró, sin añadir su apellido, pensando que Cedric ya debía saberlo. Aunque no quería llamar la atención, había una dulzura en su manera de hablar que revelaba su naturaleza amable

Sabía que la timidez que lo envolvía no era un rechazo a los demás, sino simplemente un reflejo de su antigua vida. Pero incluso en su reserva, trataba de ser cortés.

El otro chico, que había permanecido en silencio hasta entonces, se inclinó hacia adelante con una sonrisa.

—Yo soy Ethan, también de Hufflepuff —dijo con una actitud relajada—. Así que eres de primer año, ¿no?

Harry asintió, sintiéndose un poco más cómodo al ver que ambos chicos parecían amigables. De hecho, había algo reconfortante en la forma en que Cedric y Ethan interactuaban; eran mayores, pero no lo hacían sentir pequeño o fuera de lugar.

—Sí, es mi primer año —respondió, su voz apenas un susurro, pero con un toque de calidez.

Antes de que la conversación pudiera avanzar mucho más, la puerta del compartimiento volvió a abrirse. Esta vez, dos chicas entraron, y Harry las reconoció al instante: Cho Chang y Marietta Edgecombe. Ambas ya llevaban puestas sus túnicas y parecían estar de buen humor.

—Cedric, Ethan — saludó Cho con una sonrisa, antes de notar a Harry—. ¿Nos podemos sentar aquí?

—Claro, Cho, adelante —dijo Cedric, haciendo un gesto para que las chicas se unieran.

Cho y Marietta se sentaron frente a Cedric, y Cho le dedicó una mirada curiosa a Harry, como si intentara recordar si lo había visto antes. Aunque Harry intentó evitar el contacto visual, sintió que su timidez no debía parecer rudeza, así que levantó una mano y saludó suavemente, con una pequeña sonrisa que apenas curvaba sus labios.

—Hola —murmuró, sus mejillas ligeramente sonrojadas.

Cho le devolvió la sonrisa, sorprendida por lo dulce que parecía ser Harry, a pesar de su silencio. Marietta también lo observaba con curiosidad, pero no dijo nada de inmediato, ocupada ajustando su túnica.

El compartimiento, que antes estaba en silencio, ahora se llenó de murmullos y risas suaves. Harry, aunque tímido, disfrutaba el ambiente, contento de poder observar sin tener que participar demasiado. A pesar de estar rodeado de gente, se sentía tranquilo, disfrutando la calidez que emanaba del grupo.

Aunque no buscaba ser el centro de atención, había algo reconfortante en la forma en que todos parecían incluirlo sin presionarlo para hablar más de lo necesario.

Después de un rato, Cho giró hacia él y le dedicó otra sonrisa.

—Harry, ¿estás emocionado por tu primer año en Hogwarts? —preguntó, su voz suave y amistosa.

Harry la miró por un segundo antes de bajar la vista tímidamente. Su corazón latía un poco más rápido al ser el centro de atención, pero no podía negar la verdad. Su sonrisa tímida volvió a aparecer mientras asentía.

—Sí… mucho —respondió, con una dulzura que contrastaba con su timidez—. Es… todo muy emocionante.

La sinceridad en sus palabras no pasó desapercibida. A pesar de lo reservado que era, la emoción que sentía por estar allí brillaba en sus ojos verdes. Cho sonrió ante su respuesta, mientras Marietta lo observaba con un poco más de curiosidad.

—¿Y en qué casa te gustaría estar? —preguntó Marietta, mientras jugaba distraídamente con un mechón de su cabello.

Harry se encogió ligeramente de hombros, manteniendo su mirada baja por un segundo antes de contestar.

—No lo sé… todas parecen buenas —dijo con suavidad, esbozando otra de sus pequeñas sonrisas. Había algo en su tono que hacía que los demás sintieran que, aunque era tímido, había una bondad genuina en él.

Cedric y Ethan intercambiaron miradas, como si compartieran el sentimiento de que Harry era alguien agradable a pesar de su silencio. Cedric, siempre amigable, intentó hacer que Harry se sintiera más cómodo.

—Cualquiera que sea tu casa, Harry, seguro te irá bien —dijo Cedric con una sonrisa cálida—. Hogwarts tiene un lugar para todos.

Harry asintió agradecido, pero en lugar de hablar, se limitó a sonreír. El tren seguía avanzando, y aunque las conversaciones continuaban, Harry seguía disfrutando del ambiente. Aunque no era el más conversador, había algo reconfortante en estar rodeado de personas que no le exigían ser diferente a quien realmente era. Incluso cuando no hablaba, había un sentimiento de inclusión que lo hacía sentir bien.

El tiempo pasó rápidamente. Cedric, Cho, Ethan y Marietta hablaban sobre sus expectativas para el nuevo año, mientras Harry, aunque más callado, se relajaba cada vez más. Miraba por la ventana de vez en cuando, su mente ocupada con pensamientos de lo que vendría en Hogwarts. Aunque sabía lo que la historia le deparaba, no podía evitar sentirse emocionado por vivirlo en carne propia.

Cuando el tren finalmente comenzó a desacelerar, Harry sintió un ligero nudo de nervios en su estómago. Pero también había emoción, la promesa de algo nuevo y mágico. Hogsmeade estaba cada vez más cerca, y con ello, su nueva vida en Hogwarts.

—Ya casi llegamos —dijo Cho, ajustándose la túnica mientras el tren comenzaba a detenerse.

Harry miró por la ventana, viendo cómo las luces de la estación empezaban a brillar a lo lejos. Su corazón latía con fuerza, pero esta vez, no era solo por los nervios. Era la emoción de estar a punto de comenzar su historia en Hogwarts, un lugar lleno de magia, aventuras… y tal vez, nuevos amigos.

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No lo sé, creo que perdí el hilo de la historia, siento que no es el enfoque que quería darle, pero bueno, tocó soportar

😜

𝑹𝒆𝒆𝒏𝒄𝒂𝒓𝒏𝒆 𝒆𝒏 𝑱𝒂𝒓𝒓𝒂𝒔 𝑷𝒐𝒕𝒕𝒂𝒉Donde viven las historias. Descúbrelo ahora