•PARTE 8•

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Una vez despertó, estaba sólo en la cama.
Se levantó, su ropa estaba en la orilla de la cama. Decidió sólo ponerse sus pantalones y su camisa; el saco, el sombrero y la corbata le recordaban que era un idiota.
Llegó a la cocina, Gregory estaba cocinando nueces fritas.
—Buenos días. —dijo Una vez esbozando un sonrisa.
Gregory sólo volteó la mirada para ver a Una vez y luego regresó a las nueces.
—Buenos días. —respondió Greg sin mucho interés.
—¿Todo bien? —preguntó sentándose en la mesa.
—Sí, ¿Por qué?
—Te siento algo...serio...
—Ah, no, estoy bien. —comenzó a servir las nueces en platos.
—¿Estás seguro?
—Sí. —puso un plato enfrente de Una vez y otro enfrente de él. Se sentó justo enfrente de Una vez.
Comenzaron a comer. Fue el desayuno más incómodo de todas sus vidas.
—Gracias por...todo... Por esforzarte por mí y seguir conmigo... —comentó Una vez mientras comían.
—Hmm... Sí, para eso son los amigos. —siguió comiendo ignorando a Una vez.
—¿"Amigos"? Tú y yo somos... ¿Amigos?
—Pues sí, ¿No?
—Los amigos no tienen sexo.
—Te dije que sería la primera y última vez. Te dije que no significaba que estabas perdonado. ¿No escuchaste?
—Te pedí perdón...
—¿Y yo te perdoné?
—¿Por qué eres tan cruel? Tengo suficiente con la carga de haber destruido todo un ecosistema, lo único que pido es tu perdón.
—¿Y por qué te importa tanto? Lo dices como si el hecho de que yo te perdonara valiera mucho.
—Porque te amo, Gregory. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
—No me amas. Te gusta que follemos.
—Sí, me gusta, pero eso no quita que te ame.
—Tú no me amas.
—¿Por qué estás tan seguro?
—¿Habrías hecho todo esto si me amaras?
—Estaba en mi punto más bajo, ¿Sí? Necesitaba refugiarme. Sufrí mucho cuando era pequeño.
—Sé por lo que pasaste, pero eso no es justificación. Yo también pasé por algo parecido, ¿Y me ves en tu misma situación?
—Tú también talaste árboles.
—Replanté el doble. Pagué el precio. Además, no los talé por un estúpido deseo de ser asquerosamente rico, los talé porque necesitaba hacerme una casa.
—Sabes que no fue por eso...
—Fue porque querías impresionar a tu familia, pero sólo al principio, después fuiste consumido por la codicia.
—¿No puedes sólo olvidarlo? Te estoy pidiendo perdón.
—Talar un árbol, un error, talar dos, advertencia, talar tres, peligro. Tú talaste millones. Así que no. No vengas a pedir perdón, porque no te voy a perdonar ni hoy, ni mañana, ni en diez años, ni nunca.
—Todos cometemos errores...
—Pero no fue un error, estabas conciente de lo que hacías y te dió igual.
—No seas así conmigo, Greg...
—No te mereces menos. Y, para tu información, no me llamo "Greg" me llamo Gregory Rogers. —Una vez se levantó de la mesa.
—Puedes insultarme todo lo que quieras, pues tratarme como basura, pero nunca dejaré de amarte...y sé que tú a mí tampoco. —salió de la casa de Gregory.

Después de eso, Una vez sólo iba a casa de Gregory para que le diera de comer, ya que Greg tenía un árbol de nueces que era básicamente su única fuente de alimentación. No hubo más contacto entre ellos.
Así pasaron dos largos años.

Tocaron a la puerta de Gregory.
—Ya te dije que puedes cocinarte los hongos del suelo. —comentó Greg abriendo la puerta. No se veía como siempre, se veía decaído. Tenía su saco puesto.
—Saben asqueroso.
—Pues te aguantas. Acaba de terminar la temporada de nueces y quiero racionalizar.
—Ugh... Sólo dame mi comida y me largaré. —Gregory reviró los ojos y extendió un plato lleno de nueces.
—Te deben de durar una semana. —estornudó.
—¿Estás bien?
—A tí qué te importa.
—Son tiempos de frío, estás rodeado de árboles y tu casa es de madera. Eres muy propenso a resfriarte.
—Eso no es asunto tuyo. ¿Querías tu ración? Ya la tienes. Ahora vete.
—Al menos me estoy preocupando por tí.
—Nadie te lo pidió, Una vez. Ya vete.
—Estás enfermo. Déjame cuidarte.
—¿Estás sordo? ¡Largo! —Una vez suspiró molesto, se dió la vuelta y se fue.
Al día siguiente, Una vez decidió que llevaría algunos cobertores a Gregory. Seguían molestos, pero no iba a dejar que muriera de frío.
Tocó la puerta. —¿Qué quieres? —se escuchó débilmente.
—Vine a verte.
—¡Largo! —Una vez reviró los ojos y revisó si la puerta estaba cerrada. Para su suerte, no era así. Se adentró a la casa y buscó a Gregory. Lo encontró recostado en su cama, se veía terriblemente mal. —¿Cómo mierda entraste?
—Está abierto.
—Carajo. ¿Qué es eso?
—Cobijas. Tu casa está helada.
—¿A tí qué?
—No voy a dejar que te mueras de frío. —Gregory sólo se quejó. Una vez lo cubrió con las cobijas.
—Gracias. Vete.
—No te voy a dejar así.
—¿Por qué no?
—Porque no.
—Una vez...
—Sólo déjame cuidarte estos días... Cuando te mejores me iré.
—Ya qué.
—¿Tienes té?
—Tengo un jardín lleno de plantas, ¡Por supuesto que tengo té!
—No es necesario gritar. —Una vez se fue.
Pasaron 20 minutos cuando volvió con una taza que desprendía algo de humo.
—¿Qué es eso?
—Té, genio. —puso la taza en la mesita de noche que estaba al lado de Greg.
Gregory se levantó un poco y le tomó.
—Gracias, supongo. —Una vez se sentó al borde de la cama.
—Es lo menos que puedo hacer.
—Sí, sí, como digas.
—¿Es necesario ser así? Un "gracias" sería lindo.
—Ya te dije gracias, ¿Qué más quieres?
—Greg...
—Ya hablamos sobre eso. Y mi nombre es Gregory.
—Gregory...
—No. Jamás.
—Y si soy tan mierda, ¿Por qué no sólo te vas? ¿O por qué no me has dejado morir de hambre?
—Porque no soy como tú.
—¿Estás viéndote? Me has tratado como basura los últimos dos años cuando yo sólo intento enmendar mis errores.
—¿Y tienes un sólo avance?
—¿Cómo se supone que tenga uno si la única persona capaz de ayudarme me odia?
—No te odio.
—¿Entonces?
—Nada...
—Gregory...
—Olvídalo.
—Bien. Si no me odias, ¿Por qué eres así?
—Es complicado...
—Intentar ganarte de nuevo es complicado. —Gregory rió un poco.
—No te odio a tí... Me odio a mí.
—¿Qué?
—Pensé que detenerte era mi propósito y no lo logré... Me siento un fracaso... Verte a los ojos me lo recuerda.
—Greg... Mis errores no son tu culpa. Hiciste lo que pudiste, yo fui el ciego. —Gregory comenzó a llorar.
—La basura soy yo... ¿Verdad?
—Ay, claro que no... —abrazó a Gregory. —Yo lo arruiné desde el principio, tú sólo me dabas mi merecido.
—Yo no soy quién para decidir qué merece cada uno.
—Eso ahora no importa... —dio un beso en la frente de Greg. —¿Me perdonas por todos los estragos que causé? —comenzó a limpiar las lágrimas a Gregory.
—Yo soy el que debería disculparse.
—Yo siempre te perdonaré.
—Y yo a tí. —sonrió a Una vez, era una sonrisa tierna.

Los siguientes días Una vez se quedó con Greg para cuidarlo. Él dormía en el sillón, le daba de comer y lo acobijaba.
Una noche, Una vez estaba recostado en las piernas de Gregory. Mientras Greg leía, rascaba la cabeza de Una vez.
—Se vienen días más fríos... ¿Seguro no quieres ir a mi casa? El aire no es el mejor, pero es más caliente... —Greg suspiró.
—No lo sé...
—Puedes empeorar.
—Pero ya estoy bien.
—Puedes volverte a enfermar.
—No quiero dejar mi casa...
—Anda, sólo serán un par de meses, en lo que pasa el frío.
—Bien... Nos iremos mañana... —Gregory siguió leyendo hasta que se hizo más tarde.
Greg se quedó dormido y Una vez se dirigió al sillón a dormir.

~Por tu maldito amor~ (Onceler/Una vez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora