•PARTE 11•

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Nota del autor:
Quiero aclarar que están en 1963 (no recuerdo si ya lo había aclarado) por lo que "la actualidad" sería 2012 (el año en el que salió la película) y ya alv.
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Por la mañana, ambos chicos se dedicaron a arreglar el desorden que habían dejado la noche anterior.
Pasaron un par de horas, Gregory y Una vez fueron a la casa del primero para terminar de empacar lo que le faltaba. Claro, no pudo llevarse todo, sólo lo más importante.
Una vez decidió acompañar a Gregory hasta la frontera con Thneedville.
—Te voy a extrañar... —dijo Una vez con tristeza.
—Aún puedes venir conmigo... —respondió Gregory.
—Tengo una labor aquí.
—Entonces me puedo quedar...
—No. Tú ve y haz tu vida. —Greg lo abrazó.
—No me olvides. —lágrimas rodaron por sus mejillas.
—No lo haré. Pero tú olvídame, sigue adelante y vuelve a hacer tu vida. Olvídate de mí en todos los aspectos.
—No puedo... No quiero... —Una vez dió un beso en su frente.
—Yo sé que puedes. Encontrarás a alguien mejor.
—No quiero a alguien mejor... Te quiero a tí.
—No lo hagas más difícil... Es lo mejor para ambos. —se dieron un último beso.
—Algún día volveré por tí.
—No lo hagas. —Gregory limpió sus lágrimas.
—Más te vale cuidar lo que dejé y mis plantas o yo mismo te mataré. —rieron.
—Ya lárgate. —Gregory cruzó la pequeña puerta que había en el gran muro.
Los chicos no volverían a verse.

Pasaron los años, 49 en total, y, una tarde, un chico de aproximadamente 12 años tocó emocionado una puerta color naranja.
—¡Abuelo! ¡Abuelo! —exclamó el niño.
—¡Calma, Ted! ¡Ya voy! —se escuchó una voz algo vieja proviniente de adentro de la casa.
Un señor de 73 años y bastante alto abrió la puerta.

El señor se ve algo así (créditos a quien corresponda)•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•—¿Qué pasa?—¡Nunca me lo vas a creer! —el señor rió

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El señor se ve algo así (créditos a quien corresponda)
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—¿Qué pasa?
—¡Nunca me lo vas a creer! —el señor rió.
—Pasa y lo averiguaremos. —Ted entró a la casa.
El señor cerró la puerta y él como su nieto se dirigieron a un sillón color azul celeste de terciopelo. —Bueno, cuéntamelo todo.
—¿Recuerdas a Audrey?
—¿La chica peliroja que es dos años más grande que tú de la que siempre hablas?
—¡Sí! ¡Esa!
—¿Qué hay con ella? ¿La hiciste tu novia?
—Ojála. ¡Pero lo voy a hacer!
—¿Cómo?
—En uno de mis intentos por entrar a su casa y estar con ella...
—¿Otra vez?
—¡Escucha! Es uno de mis intentos, me llevó adentro y me enseñó una pintura que hizo atrás de su casa.
—¿Pintura?
—¡Sí! Era una pintura de unos... Árboles, algo raros, eran de colores y su follaje parecía algodón.
—¿Árboles? ¿Árboles de Trúfula?
—¡Sí, esos! El punto es que me dijo que convertiría en su esposo a quien le consiguiera uno.
—Ay no...
—Y mi abuela me dijo que, a las afueras de la ciudad, buscara al Una vez.
—¿Al Una vez...?
—¡Sí! Un nombre raro...
—Por favor, dime que no fuiste...
—¡Y fuí! Ayer por la noche.
—¿Qué? —exclamó el señor.
—Eh... ¿Todo bien?
—Sí, perdón... Sigue.
—Tenía una casa algo rara... Era pequeña pero muy alta...
—¿Casa?
—Sí.
—¿De qué era?
—No lo sé. No lo logré distinguir. En fin, el señor me empezó a contar sobre su invento... "Thneed" era su nombre. —rió. —Sonaba a algo ridículo, es decir, ¿Un pedazo de tela que "puede hacer muchas cosas"? —se mofó. —En fin, me pareció raro su nombre, se parece al de la ciudad. Como sea, me dijo que viajó al bosque de La Trúfula y que taló un árbol y que una criatura llamada "Lorax" apareció de la nada y le dijo que no debió talar el árbol y que tenía que irse porque si no le iba a hacer algo o yo qué sé, luego llegó un tipo que vivía ahí a pedirle que no talara más, pero él los ignoró y ya no me contó más.
—¿No te dijo el nombre del chico?
—No, me dijo que era un tipo raro que vivía ahí... ¿Por qué?
—No... Nada... Escucha, Ted, te lo voy a pedir amablemente... —suspiró. —No quiero que vuelvas a ver al "Una vez".
—¿Qué? ¿Por qué?
—El aire allá te puede hacer daño, además, es peligroso hablar con desconocidos.
—¡Pero, abuelo!
—Sin "peros". Si quieres conquistar a esa chica se tú, Ted, no tienes que estar escuchando las fábulas mágicas de tu abuela y saliendo de la ciudad.
—¿Cómo se supone que haga eso? ¿Ser yo?
—Sí, no sé, dale cartas, se atento con ella, así conquisté a tu abuela.
—Se divorciaron.
—Sabes perfectamente por qué.
—Agh... ¡Por favor!
—No. Te prohíbo volver ahí. —Ted reviró los ojos, molesto.
—Bien... Me tengo que ir. —dio un abrazo a su abuelo.
—Te quiero, Ted. Es por tu bien.
—Lo sé. ¡Adiós, abue! —dicho esto, salió de la casa.
El señor cerró la puerta y se dirigió a la cocina. Ahí, tomó un teléfono, era un Motorola Moto G (bastante reciente, en realidad), y marcó un número.
—¿Papá? —se escuchó una voz femenina.
—¿Jenny? (Le inventé un nombre a la señora ya que no me lo sé aksbks) —preguntó el señor.
—Sí, ¿Qué necesitas?
—Pásame a tu madre. —no hubo respuesta.
Segundos después se escuchó una voz más vieja al teléfono.
—¿Gregory? —preguntó la voz de una señora.
—Sí, ¿Norma?
—Sí. ¿Qué pasa?
—¿Por qué le contaste a Ted sobre Una vez?
—Me preguntó sobre cómo conseguir un árbol, yo le respondí.
—¿Estás loca? ¡Él no puede salir de la ciudad y menos para ver a un desconocido!
—¿Ahora sí es un desconocido? Me dejaste porque "él te hizo ver las cosas", ¿Y ahora es un desconocido?
—No voy a discutir contigo. No dejes que Ted vuelva a ver a ese señor.
—¿Por qué no?
—¡Porque no!
—El niño está realmente ilusionado por algo que ya a nadie le importa, no lo voy a desilusionar. Tú le rompiste sus sueños a tu hija, no volveré a dejarte hacerlo.
—Yo no le rompí los sueños a nadie. Y a Ted ni siquiera le importan de verdad los árboles. Sólo quiere enamorar a una chica.
—Jenny quería muchas cosas. Quería conocerte y pasar tiempor con su padre. Pero tú no la dejaste y decidiste tomar control en su vida y yo te dejé. Y si a Ted sólo le importan los árboles por una chica, ¿Qué? Al menos está interesado.
—Eran otros tiempos, ¿Sí? Todo lo que hice, lo hice por su bien. Y si a alguien le importa un árbol tiene que ser genuinamente.
—¿Por si propio bien? ¡Ella quería ser abogada! ¡Ella quería a alguien en quién confiar! Vivimos en una sociedad en la que ser genuino es un cuento de hadas. Tú eres un ejemplo.
—¿Yo?
—¿Alguna vez te interesaste genuinamente por tu hija? No. Sólo te interesaba o fingías que lo hacía porque eres su padre y no podías con la culpa de dejarla así. ¿Sabes por qué no te invitó a su boda? Porque sabía que la ibas a arruinar. Y aún así, te deja ver a su hijo.
—Tú no pasaste por lo que yo pasé.
—Aunque lo hubiera hecho, nada justifica el daño que le hiciste a Jenny. Le emocionaba estar contigo, eras su superhéroe. Pero te importaba más emborracharte y acostarte con un chico diferente cada noche. Sólo por despecho.
—Ya soy estable y lo sabes bien.
—Pues debiste serlo antes, o al menos fingir serlo, por tu hija.
—Me lamento todos los días mis errores. No debí tratarlas así a ninguna de las dos, pero ya lo hice, ¿Qué quieres que haga?
—¡Sé un buen abuelo! Ahora eres el superhéroe de Ted. Eres la única figura masculina que tiene porque su padre murió cuando él tenía seis años. Lo menos que puedes hacer es apoyarlo. Él quiere un árbol, déjalo. No le va a hacer daño ir con Una vez, ¿Qué te hace pensar que el lugar sigue estando igual que cuando te fuiste? —Gregory suspiró.
—Supongo que tienes razón.
—Sabes que siempre la tengo. —ambos rieron.
Se escuchó un timbre en la casa de Gregory.
—Ya llegó Andrew. Me tengo que ir.
—Me sorprende que siga contigo.
—¿Disculpa?
—Sólo digo que no eres el más indicado para la convivencia.
—Eso es mentira.
—Sigues hablando conmigo.
—¡Ay, mierda! —Norma rió.
—Ya cuelga, antes de que te dejen. —Gregoy dió una pequeña risita antes de colgar la llamada e ir a abrirle la puerta a Andrew.

~Por tu maldito amor~ (Onceler/Una vez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora