Capitulo 4: Sin tiempo

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Hacía tanto calor que Edgar se preguntaba para que se postuló en trabajar en una tienda de regalos, si iba a estar aburrido todo el día viendo a la gente ir y venir de la playa desde su puesto.

Buzz: Hola Edgar, perdí mi salvavidas. Me das ese de ahí–. Señalo el que tenía colgando a un lado.

Edgar: Si–. Le dijo el precio mientras desataba el salvavidas.

Buzz le pago y se fue devuelta a divertirse en el agua, mientras vigilaba que nadie se ahogue.

A la lejanía vio a dos personas familiares acercarse.

–Hola Edgar–. Hablaron al mismo tiempo Rosa y El Primo.

Edgar: ¿En qué los puedo ayudar?–.

Rosa: Quiero esa pelota rosa–.

El Primo: Yo quiero 2 refrescos y esas raquetas de sartén–.

Otra vez tuvo que salir de su puesto para estar bajo los rayos del sol y desenganchar algún objeto. Les entrego lo que le pidieron, pagandole hasta con propina por los refrescos. Cuando se fueron, se volvió a sentarse en su lugar, ya no veía la hora para que Colette lo reemplaze.

Edgar: Odio mi vida, odio trabajar, odio el calor, odio transpirar, odio quemarme. Odio sentir que este maldito taburete me está rompiendo el trasero y que en cualquier momento se volverá uno conmigo–. Bufó.

Se levantó un momento sobandose la espalda baja y revisando cuántos artículos quedaban.

Caminando por la arena, Fang se detuvo en el puesto y se apoyo contra el mostrador.

Edgar: Quiero irme a casa..–.

Fang: ¿Día duro?–.

Edgar: Si..–. Se quejó.

Fang: ¿Quieres que te ayude?–.

Esas palabras mágicas hicieron que Edgar se recuperará en menos de 5 segundos y se le iluminarán los ojos. En un instante se giró, terminando cara a cara con Fang.

Edgar: Encantado–. Ni lo dudó. Parpadeo varias veces, mirándolo de arriba abajo. –¿Fang.. por qué estás vestido así?–. Pregunto curioso.

Fang: Lola necesitaba que alguien la ayude con su nueva película en el estudio

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Fang: Lola necesitaba que alguien la ayude con su nueva película en el estudio. Apenas termine se me dió por venir aquí y da la coincidencia que aquí estabas–. Dejo escapar una risita mientras sonreía.

Edgar: Ohh.. que genial coincidencia. Ahora ven a dentro y siéntate–.

Fang hizo lo que pidió.

Edgar: Ahora dame un momento que ya vuelvo–. Después de decirle eso, abrió la puerta del puesto.

Fang: ¡Espera, yo no sé los precios!–.

¿Por qué yo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora