Capítulo 8: Capullo de una flor negra

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Edgar se quedó frente a los portones de una bonita mansión china, sin poder quitar sus ojos de las decoraciones y plantas que se podían ver. Hubo un pequeño momento en que se cuestionó si Fang vivía realmente ahí ya que parecía sacado de un dorama. Miro con sospecha la ropa del peli azul de reojo y la mansión, así sucesivamente hasta que Fang se dió cuenta.

Fang: Se lo que piensas–. Suspiro y dijo avergonzado.–Esta es mí casa.. pero vivo con mis padres...–. Aclaro al final.

Edgar: ¿Están?–. Levanto una ceja curiosa. Si hubiera sabido esto de ante mano, no hubiera aceptado venir.

Fang: Obvio que no, ellos volvieron a Hong Kong. Así que tengo casa sola–.

Edgar: Ahh.. ¿Seguro que es tú casa?–. Cuestionó divertido, esbozando una gran sonrisa.

Fang: ¡Claro que lo es!–. Su cara se puso roja y abrió la puerta junto a la entrada de vehículos.

A Edgar le estaba fascinando molestarlo, así que quería un poco más de eso.

Edgar: Okey.. ¿Por allanamiento de morada podemos ir a la cárcel?–.

Fang: Dios ¡Es mi casa!. ¡Y lo digo encerio o verás!–. Frunció el ceño mientras veía la sonrisa burlona en los labios de Edgar, como si el hubiera logrado su objetivo.

Edgar: Bien, bien. Ya entendí–. Respondió juguetón y lo siguió desde atrás por un camino de baldosas que los llevo a la puerta principal de la casa.

Fang se detuvo frente a la puerta, sintiendo los ojos curiosos de Edgar perforarle la nuca.

Edgar: ¿Y bien?¿Por qué no abres?–. Su voz estaba a nada de hacer un comentario chistoso de la situación.

Fang: Necesito que te tapes los ojos–.

Edgar: ¿Para que?–. Inclino la cabeza de costado sin entender.

Fang: Solo házlo–. Pidió.

Edgar: ¿Okey?–. Se cubrió los ojos con la bufanda.

Fang se aseguro que Edgar de verdad no estuviera viendo y camino a la maceta que estaba a un lado de la puerta. La levanto y de abajo saco la llave de puerta, escuchando una risilla venir de atrás.

Al girarse vio a Edgar con los ojos destapados y las manos en la boca para no reírse, aunque no era muy convincente en ese falso intento.

Fang: ¿Es enserio?–. Pregunto fastidiado.

 Pregunto fastidiado

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Edgar: Lo siento–. Carcajeo.–Es que no puedo creer que escondas tus llaves ahí–. Le era cómica la escena que vió.

Fang no respondió, en cambio abrió la puerta, siendo seguido del bufón que lo acompañaba. Lo guío al segundo piso, mostrando que había 5 puertas.

La que estaba enfrente era el baño, la primera de la derecha era la habitación de sus padres, la segunda era el estudio y biblioteca. La primera de la izquierda era su habitación y el segundo era la habitación de invitados. Lo hizo entrar en la de invitados para que deje sus cosas y pueda instalarse ahí como si fuera suyo. Fang todavía estaba molesto por lo anterior, pero fue considerado al preguntarle.

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