Parte II: Futuro

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Al siguiente día, la Tsahìk entró al marui donde Neteyam estaba descansando, ya desconectado a cualquier aparato médico. Esto alivió un poco a Ronal, que todavía desconfiaba, con justa razón, de cualquier cosa que procediera de las personas del cielo.

Se acercó al omaticaya y le puso una mano en su frente, para comprobar si estaba febril. El na'vi abrió los ojos enseguida, sobresaltado.

- ¿Cómo te has sentido? - le preguntó la Tsahìk, retirando su mano y poniéndose a revolver en un cuenco.

- Mejor que ayer. - respondió el joven, tratando de sentarse.

- No, ni lo intentes. Quédate ahí. - le ordenó Ronal, obligándolo a volver a acostarse. - Déjame verte el pecho.

Neteyam se iba a recostar de todos modos, al sentir un agudo dolor en su pecho, por lo que descubrió la parte superior de su cuerpo. La Tsahìk se acercó, dejando el cuenco a un lado en el suelo, y le observó los vendajes.

- Sigues sangrando... - Ronal escuchó el ruido de alguien entrando al marui, y se volteó para observar de quién se trataba. Al encontrar a su hijo en la entrada de la construcción, le apuntó la salida. - Ao'nung, ve a buscar hojas para cicatrizar las heridas, y un paño con agua.

- ¿Y todo eso dónde está? - preguntó el, claramente confundido.

- Olvídalo, mejor voy yo. - respondió, levantándose con prisa. - Vigila que no se mueva, volveré enseguida.

Ao'nung vio cómo su madre salió rápidamente del marui, y luego se volteó hacia Neteyam encogiendo los hombros.

- ¿Cómo estás? - le preguntó, arrodillándose a un costado de él.

- Acostado, sin hacer nada, ¿no ves? - respondió Neteyam, con una pequeña sonrisa. - Justo ahora soy completamente inútil.

- No digas eso. Mejor sé útil para ti mismo y recupérate. - Ao'nung apoyó una mano sobre uno de los brazos de su compañero, y se lo sobó para que no perdiera calor. - Oye, estaba pensando en que quizás deberíamos decirles a nuestros padres.

- ¿Qué cosa?

- Todo.

Neteyam intentó sentarse de nuevo, casi por instinto, pero el metkayina se lo impidió con su mano.

- ¿De verdad no vas a dejar que me mueva? - al ver que su compañero movía la cabeza en señal de negación, el omaticaya soltó un suspiro y volvió a relajarse. - No sé si estamos listos para decírselos.

- Yo estoy listo. Casi te pierdo en esa batalla, Neteyam. ¿Qué hubiera podido hacer yo, si no lograba salvarte? No tiene sentido seguir ocultándonos.

- Sí lo tiene, cariño, porque nuestros padres aún consideran que podemos ser jefes, y no tenemos nada planeado para el futuro...

- Entonces tendremos que empezar a pensar en el futuro. - lo interrumpió Ao'nung, volviéndose a encontrar su mirada. - Tu padre estuvo hablando con el mío. Quiere irse de la isla, y va a llevarte con él. 

- ¿Te lo dijo tu padre? - preguntó Neteyam, luego de un rato de silencio.

- No, Tsireya me lo contó. Me dijo que Jake iba a esperar a que te mejores, para que se fueran todos de la isla. - respondió el otro, con un tono que denotaba su angustia.

- Entonces voy a tratar de no mejorarme tan rápido, mientras pensamos en qué hacer.

- Neteyam, esto es serio. No puedo pensar en que podría estar cerca de perderte, de nuevo. ¿Tienes idea de lo terrible que me sentí esos días que no despertabas?

Kailani [Aonunete]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora