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Narra Michelle

Inútil.

Cada esfuerzo que hacía era inútil. No sé si hay un Dios, a Satanás, el universo, lo que sea que se encuentre en el más allá, pero a ESO le fascina verme jodida. Mi cabeza va a explotar del estrés. 

Me encontraba arrullando al bebé en mis brazos mientrás atendía la llamada de mi madre, la cuál me insultaba sin cesar. 

- ¿Para qué quieres que  te pase dinero? Siempre dices lo mismo y me terminas mintiendo, mamá, debes ir a la puta rehabilitación. 

- ¡Me estoy muriendo de hambre y tu dices sobre rehabilitación! ¡Siempre has sido tan egoísta, no sé ni siquiera por qué me sorprendo de tu maldita actitud! ¡Te cuidé toda mi puta vida, maldita sea! ¡¿No le puedes hacer el mismo favor a tu madre por una vez?

- Mamá, estoy trabajando, y tú deberías estar descansando. Voy a mandarte el puto dinero y te lo va a supervisar mi abuela.

- ¡¿No confías en tu madre?!

- Si te comportaras como una y no como una puta niña malcriada para todo, lo dudaría. ¡Me doblas la puta edad! ¡¿Qué es este puto espectáculo de mierda, mamá?! ¡No debo mantenerte a mis veinte años, y sin ser mi obligación lo hago y me mato día a día por ello. 

- ¡Te matas cogiendo y bailando en un maldito cabaret, seguramente..!- 

No pude y ni quise escuchar más. Parecía que mi esfuerzo diario no valiera la pena. No era cosa tan sencilla, debo despertarme temprano, cuidar de a 5 niños por día; y aunque amo a los niños con los que trabajo, los niños son muy irritantes en ciertas ocasiones. Tengo moretones en la espalda por trabajar con niños no neurotípicos que son más agresivos. Soy terapeuta y niñera, y aún así, ¿No hago nada? Mantener a esa señora feliz es sumamente difícil, solo me hace perder dinero. La luz de la sala mortificaba mis ojos como si se tratara de luz solar, sumando el hecho de que me sentía débil, el no haber dormido me afectaba. Sentía mi cabeza supremamente caliente y solo quería descansar unos minutos. Acoste a Joey  en la cuna junto con su hermana y fui a acostarme en el sofá, me sentía de la mierda.

Narra Kirk

Acababa de despertarme por la sed que tenía, ayer tomé más de lo que debía y mi cuerpo pedía a gritos que lo hidratara. Bajé hasta la cocina y tomé dos vasos de agua y aún tenía sed. Tal vez algún trago venía vencido o alguna cosa. Mientras tomaba aguaa veía a ambos bebés que estaban acostados en la cuna jugando. Duré mirándolos al rededor de minuto y medio hasta que me di cuenta.

¿Y Michelle?

Michelle no dejaría a unos bebés solos, a no ser de que esté en el baño, pero los baños estaban con las luces apagadas. Empecé a escuchar unos ruidos extraños, parecía alguien regurgitando o más bien ahogándose, y eso me hizo recordar...

Michelle tiene epilepsia. 

Rápidamente me acerqué al lugar dónde provenían los ruidos y ví a Michelle convulsionando en el suelo. Sus ojos estaban en blanco, su piel mas pálida que de costumbre, sus carnosos labios estaban secos y ella estaba sudando frío. La volteé intentando mantener la calma, tal como  nos había dicho Lars, tenía ganas de llamarlo, pero ayer cuándo él tocó el tema de su epilepsia, la pude ver un poco incómoda. No tiene la suficiente confianza con nosotros y me imagino que el hecho de que la veamos en algo que se sufre de una forma tan íntima y que solo los que lo sufren conocen no la hace sentir tan bien, así que opté por quedarme callado, le avisaré después.

  A los minutos sentí como sus movimientos cesaron hasta parar, sin embargo se encontraba demasiado tensionada. La cargué y la acosté en el sofá para hacerle unos masajes. Después de unos ocho minutos pude ver como abrió los ojos y miró al techo. Intentó murmurar algo pero enseguida cerró la boca y abrió más sus ojos soltando unas lágrimas; gritos agudos salían de su garganta y se ahogaban en su boca ya que no podía abrirla de lo tensionada que ésta se encontraba, sentí como sus uñas se clavaron en mi antebrazo al sentir tal dolor en su mandíbula. No pude más, no podía controlar esto.

-¡Lars! ¡Lars, maldita sea, baja, por favor! - En ese momento comencé a gritar como un maldito desquiciado. A los pocos minutos, bajó él corriendo. 

- ¡¿Qué, qué pasó?! - Después de unos segundos reaccionó y fue corriendo a mi lado en dirección a Michelle para agarrarle la cara con suavidad, pero con rapidez.- Tranquila, tranquilízate, sé que te duele, sé que te duele pero intenta de a poco.  - Detrás de él, preocupados por los gritos bajaron James y Cliff. Entre los gritos y sollozos ahogados de Michelle y el llanto de los niños por todo el alboroto, escuchana la voz preocupada de James, pero nadie le dió importancia, el ambiente era muy pesado. 

¿Y ahora que mierda hago?


Heaven Tonight [Kirk Hammett]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora