10

2.3K 266 64
                                    

☁️

Había pasado una semana, una semana entera en la cúal ambos chicos no habían cruzado ni una palabra. Roier había intentado acercarse en un par de ocasiones como lo hacía normalmente, pero apenas el pelinegro lo veía, se daba la vuelta y se alejaba lo más rapido que podía.

Con el paso de los días, la consciencia de Roier empezaba a carcomer sus pensamientos, ¿qué había hecho? ¿acaso había pasado algo en la peda de Quackity? No podía parar de pensar en eso.

-Soy un pendejo Rivis, ni siquiera quiere mirarme- Ambos estaban en la cafetería de la escuela, un pequeño bar en donde podían comprar comidas rapidas o algúnos dulces.

-No pienses eso Roier, tú no hiciste ni madres-

-¿Entonces por qué no quiere hablarme?- Se agarró la cabeza frustrado mientras apoyaba sus brazos sobre la mesa en la que se encontraban.

-No te pongas así mamón, deberías ir a hablar con él- Rivers despegó la mirada del libro de matematica aue llevaba consigo y le dió una sonrisa reconfortante a su amigo.

-Me da un chingo miedo- Tragó en seco con disgusto -Seguro la cague horrible Riv, que fracaso de intento amigo- Luego de decir eso, quedaron en un silencio incomodo en el que la rubia inspeccionaba con la mirada a su amigo, buscando las palabraa correctas para decir lo que pensaba.

-Escucha esto wey, si Spreen no se quiere juntar más contigo pues que se vaya a chingar a su madre, tú no deberías sentirte culpable por algo que supuestamente hiciste, si el chico tiene algún problema y de verdad tuviera algo de madurez, vendría y hablaría de eso contigo, pero lo unico que hace es huír, así que no pierdas tu tiempo pensando en mamadas wey, no tienes la culpa de lo que le pase al oso ese- Finalmente suspiró y tomó el hombro del contrario -Pero si tanto te importa, deberías acercarte wey, lo tomas y no dejes que se escape, y así hablan de sus problemas como en el disney channel- Le restó importancia a su testamento y volvió a enfocarse en su libro, dejando a un Roier pensativo a su merced.

"-Tiene razón, lo unico que hago es lamentarme sin buscar alguna solución, hoy voy a hablar con Spreen-"

Dijo en su mente, y apenas pronunció esto, el susodicho entro en la habitación, haciendo que el castaño se encoja de hombros en su asiento y baje la mirada con verguenza.

"-Mañana, mañana hablo con Spreen si o si... ahora que la tierra me trague por favor-"

Replicó su arrepentimiento en sus pensamientos. Había sido una larga semana y Roier solo quería que todo vuelva a la normalidad, la situación con el híbrido lo unico que hacía era agobiarlo al punto de perderse en sus pensamientos de culpa, simplemente había algo dentro de él que hacía que su corazon se estrujara de dolor cada vez que el contrario se alejaba. ¿Cómo había llegado a eso con él que se supone era uno de sus mejores amigos y su amor "platonico"?

Si lo pensaban, sí, a Roier le gustaba Spreen, le gustaba desde hace un buen rato. Pero él solo era su amigo, sabía que el contrario jamás aceptaría sus sentimientos; además los dos eran hombres, así que a los ojos del castaño, era mejor solo esperar a que su "pequeño flechazo" se le quitara, y así volvería a su vida normal y podría volver a mirar al osito a los ojos sin sentir como su corazón se acelera. Era una tarea sumamente difícil, pero mientras tanto, se conformaba con lanzarle piropos subidos de tono en forma de broma y disfrutar su reacción.
Y todo eso llevó a Roier a hacerse otra pregunta muy importante.

"¿Soy gay?"

No iba a mentir, hacerse esa pregubta a si mismo siempre le sacaba una carcajada interna. ¿Él gay? Es decir, siempre bromeaba con esas cosas, pero sus sentimientos nunca se habían entrometido en la discusión, no como ahora... o al menos eso cree. Todo el asunto le parecía algo realmente ironíco, pero había algo que no podía negar, en el fondo le aterraba la idea de que todo eso pudiera ser real.

.

..

⚡️

El lunes había llegado, y las oscuras bolsas de ojeras se hacían notar bajo los ojos del pelinegro. Había estado toda la noche dando vueltas en la cama, atormentandose por sus mismos recuerdos y pensando en como iba a mirar a la cara, no solo a Roier, si no también a su otro mejor amigo y compañero de asiento, cuyos mensajes incriminatorios habían sido otra de las causas del mal sueño del chico.

Al llegar a la puerta del salón, dió un suspiro tembloroso y se frotó las manos la manos entre si, tronandose los dedos posteriormente para alivianar sus nervios. Al llegar a su asiento, aplicó su habilidosa ley del hielo: no mirar, no oír, no hablar.

—Eee ¿qué te pasa amigo?— Rodrigo golpeó el brazo del contrario sin recibir respuesta alguna, como si estuviera hablando con un muñeco de trapo. Suspiró sabiendo lo que venía —¿Estas así por el mensaje? Osea, por lo del finde— Preguntó, adoptando un tono más serio, algo muy inusual en el de menor altura.

Ivan solo quedó paralizado mirando hacia el suelo, pareciendo que intentaba formular alguna respuesta, pero su cerebro y el resto de su cuerpo parecían no trabajar en conjunto.

—Escucha— Bajo un poco el volumen de su voz —A la noche, salimos con Uni, Rob y Goncho afuera yyy— Desvió la mirada, no es como si a el le importara la sexualidad de su amigo o algo por el estilo, es decir, lo apoyaría y estaría a su lado en cualquier caso, pero sabía que el híbrido no pensaba igual. Él estaba simplemente en shock —Te ví con el otro, ¿Roier no? Pero solo yo, los otros andaban en unaa, ni cuenta se dieron— Terminó diciendo intentando reconfortar a su amigo al mismo tiempo en el que pasaba su brazo por el cuello del contrario y lo atraía para abrazarlo.

Sorprendentemente Spreen no se resistió, y Carrera lo admitía, eso le sacó una sonrisa, pues no todos los días alguien podía abrazar a ese oso.

Por el lado de Spreen, aún no sabía que pensar, sentía que se había partido en dos y un niño hubiera intentado pegarlo de nuevo con plastilina, como si algo no estuviera bien con él. Tenía que aclarar el tema, pero sabía perfectamente que cuando se trataba de sentimientos, era un cobarde, y huiría de la situación y la reaponsabilidad todo lo que pudiera.

—Gracias...— Le susurró el pelinegro sin despegarse del abrazo. Aunque el contrario nunca escuchó su palabra.

—No puede ser Rivis está ahí, vamonos por Dios— El castaño tuvo un mini ataque de locura al ver al contrario, pero Ivan unicamente pasó de él, ni siquiera lo miro (o eso parecía con los lentes negros del híbrido).

—No pues, aquí estamos bien, ni se te va a acercar wey— Le respondió en un tono de voz más alto de lo que hubiera querido, pero en su defensa, el castaño en un segundo casi se trepó a ella y empezó a agitarla de un lado a otro mientras ella solo intentaba leer.

Algunas personas se giraron a mirarlos al escuchar eso, se podía ver como las orejas del pelinegro se movieron como si algo les hubiera picado, y luego de esto el mismo salió del bar en un movimiento.

Que ganas tenía Roier de que la tierra lo tragase.

Spreen solo había salido de adentro, se apoyo en la pared al lado de la puerta, estaba sonrojado por la vergüenza, de verdad sentía que debía hablar con su amigo, y razón no le faltaba, lo que le faltaba eran huevos.

☁️

Take on me - [ sproier | spiderbear ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora