୨1୧ Storybrook

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Me encontraba en la salida de mi escuela, envolviéndome a mi misma con mis brazos, tratando de conservar algo de calor con mi agarre, estaba bajo techo lo que impedía que la lluvia me empapara.

Dí un brinco desprevenida al sentir dos manos posándose sobre mis hombros de golpe, volteé rápidamente para encontrarme con mi padre. Vestía su atuendo clásico de prendas de cuero negro, y su garfio brillaba tanto como su sonrisa al verme.

—¡Díos mío papá!—lo regañé— casi me provocas un paro cardíaco.

—¿Un qué?—rió.

—Un ataque al corazón, papá.

—Claro, ahora comprendo—dijo riendo ante su propia ignorancia—, esos términos que ocupas me confunden.

—Bueno...cambiando de tema—lo abracé para estrangular su cuello con mis brazos—te extrañé papá.

—También te extrañé—dijo devolviéndome el abrazo dulcemente—, feliz cumpleaños mi hermosa Rachel.

—¡No lo olvidaste!—dije esbozando una sonrisa.

—Dios mío, Rachel—dijo con indignación—¿qué tipo de padre crees que soy? No soy tan malo.

—Solo bromeaba—dije riendo—vamos a casa.

—Claro, vamos a casa mi pequeña comediante—dijo con ironía.

En ese momento, él pasó su brazo alrededor de mi nuca, para dirigirnos al auto.

Nos dirigimos hacia el aparcamiento bajo una lluvia creciente. Con un gesto protector, mi padre desplegó un paraguas para resguardarnos del aguacero. Al encontrarnos frente al automóvil mi padre abrió la puerta del copiloto, indicándome que entrara.

—¿Me dejarás irme de copiloto? —chillé con una amplia sonrisa.

—Solo por hoy, Rachel —dijo señalándome con su garfio.

—Gracias, padre—dije adentrándome en el auto.

—No me digas padre, suena muy formal —dijo cerrando la puerta.

—Como quieras, capitán —dije riendo.

Eso sonaba el doble de formal, pero a veces me gustaba hacerlo rabiar, y sirvió porque me echó una mirada asesina.

En el camino hacia casa con mi padre, siempre nos peleábamos por el control de la radio, ya que me contó una vez que desde que comenzó a experimentar el mundo "actual" o "el mundo sin magia", se ha aferrado a algo: la música. Me dijo que en la época donde se ambienta el mundo con magia, las aplicaciones reproductoras de música no eran un privilegio como lo son ahora.

Mientras íbamos en el auto rumbo a Storybrook, de repente nos encontramos con un tráfico pesado. Mi padre no tardó en mostrar su frustración.

—¿Por qué hoy todo mundo decidió manejar a la misma hora? —se quejó, frunciendo el ceño.

No pude evitar soltar una pequeña risa ante su comentario. Aunque después volví a poner mi rostro serio al pensar en algo específico que me había atormentado los últimos días.

Tú eras mi destino Peter PanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora