Derrumbada

41 4 4
                                    


Disclaimer: FMAB pertenece a Arakawa, no es de mi propiedad de lo contrario del Royai sería cannon y existirían un par de mini Mustang-Hawkeye.

**********************************************************************************

Derrumbada

Al llegar a la vieja casa descuidada entraron sin ningún problema, Hawkeye cargaba consigo la llave siempre, aunque realmente nunca supo la razón. No era como que quisiera mantener a flote los recuerdos con su padre, al menos no después de que su madre faltara, el tiempo que Roy estuvo ahí fue diferente pero también acabó, por lo que a cierto modo se acostumbró a estar sola, a solucionar la mayoría de situaciones por su cuenta.

Roy la dejó examinar el lugar, le dio el espacio necesario para asimilar el regreso, a los recuerdos, a las emociones que obviamente debería estar sintiendo.
Observó a Riza pasar las yemas de sus dedos suave y lentamente sobre la pequeña mesa en la cocina, sabía donde se dirigía, entonces decidió esperar escaleras arriba y dirigirse a la que una vez fue su habitación. Si él que había pasado momentos agradables ahí estaba un poco descolocado no sabía como sería la reacción de ella, de todas maneras iba a estar ahí, si decidía ignorarlo, ahí se quedaría, si ella quería hablar él iba a escucharla.

Todo estaba igual, los libros, la mesilla contra la pared, la lámpara, incluso la cama estaba ordenada, junto a la cama habían dos cajas de cartón cerradas con cinta adhesiva y con una caligrafía pulcra bastante conocida indicaba "Roy".
Sospeso por algunos segundos en abrirlas, se inclino de cuclillas y la curiosidad ganó, más por el hecho que no recordaba haber dejado nada de valor cuando se fue de la casa hace muchos años. Una de las cajas contenía un tablero de ajedrez, libretas con notas al azar, libros de su época de estudiante, un abrigo negro, la otra caja simplemente tenía cosas del que fuera su maestro, o más bien las pocas cosas que llegó a crear con aquella ciencia extraña con la que su sensei estaba obsesionado, cosas nada importantes, tal vez el tablero, pero lo demás era insignificante.

Aun así aquella jovencita se había tomado el tiempo de empacarlo y colocar su nombre, siempre se culpó y paso imaginando la inmensa soledad que Riza debía sentir después de quedarse en esa casa al morir su padre, deseó volver muchas veces sin embargonno tenía idea de cómo iba a reaccionar ella, la había abandonado en dos ocasiones y la segunda fue aún peor, no supo ni siquiera tener una despedida medianamente decente.

Sabía que ella necesitaba tiempo, bajó por las escaleras y confirmó que ella estaba en el que fue alguna vez el estudio de su padre, ahí estaban algunos de los diarios que Grumman quería revisar. Riza los tenía apilados en una mesilla, eran 3 libros llenos de polvo, maltratados por el tiempo, con las portadas en color verde, azul y dorado.
Lo que fuera que haya sido su investigación estaba ahí, aquello que lo consumió en cuerpo y alma, faltaban algunos, sabía de la existencia de al menos 6 diarios.
Ella estaba de pie, frente al pizarrón verde que aún tenía algunos dibujos y fórmulas que le eran imposibles de comprender, Roy pudo distinguir un par, sin embargo, el resto le resultaba igual de extraño que si fueran jeroglíficos egipcios.
Decidió volver escaleras arriba, ingresar en la puerta siguiente y darle su espacio, la que antiguamente fungía como refugio y habitación de Riza, donde en algún momento era prohibido entrar debido a lo evasiva que era ella, antes de que fueran amigos, antes de compartir esa complicidad que hasta ese día los acompañaba.
Recordando la primera vez que la había besado, donde había comenzado a aflorar un sentimiento que había evolucionado con el tiempo.
Se sentó sobre el escritorio rememorando un poco sobre sus aventuras en ese pequeño pueblo, habían sido buenos tiempos, los ratos en la colina y las prácticas con Hawkeye-sensei, su tiempo en el colegio, su partida.
Riza se asomó por la puerta y se apoyó en el marco de la misma, se cruzó de brazos y lo observó jugar con el lápiz, justo como lo solía hacer ella, Roy bajó del escritorio y la miró a los ojos, había inquietud en ellos, no estaba frente a la siempre práctica Riza Hawkeye, estaba alterada, la conocía lo suficiente como para notar los pequeños cambios.

InmarcesibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora