SeokJin
—Lo jod... arruiné —dije, atrapándome cuando recordé que había pequeñas orejas en la habitación.
—Me doy cuenta —dijo mi hermana, Jess, mientras ajustaba al bebé en sus brazos. Mi sobrina menor estaba inconsciente, pero yo sabía que en el momento en que Jess tratara de ponerla en su cuna, la pequeña Sara lloraría como una loca. Jess había sido tan quisquillosa como un bebé, y no podía evitar disfrutar del Karma. Tantas veces había sido yo quien había tenido que pasar todas las horas de la noche tratando de asentar a mi hermana pequeña, ya que mis padres habían estado desmayados en su cama o en cualquier fiesta que hubiera sido más importante que sus hijos.
Mi sobrina mayor, Annabeth, y su padre estaban sentados en el suelo de la sala de estar jugando con unos bloques.
—¿Qué quieres decir con que te das cuenta? —pregunté mientras fregaba un poco de mugre oscura donde el borde del fregadero se encontraba con la encimera.
Cuando no contestó, levanté la vista y la vi mirar fijamente a mis manos.
Mis manos enguantadas sosteniendo una esponja y una botella de limpiador desinfectante.
—Lo que sea —murmuré mientras volvía a la limpieza.
—No me malinterpretes, me encanta cuando limpias lo suficiente para quitar el acabado de mis encimeras pero también odio verte así.
La tristeza en su voz me afectó y me obligué a enderezar y dejar los productos de limpieza. No era frecuente que me pusiera tan mal. Normalmente me las arreglaba para controlar mi estrés o canalizarlo mejor. El trabajo era típicamente el medio más seguro, pero me di cuenta de que ni siquiera las interminables reclamaciones por infracción de derechos de autor y patentes que llenaban mi bandeja de entrada habían conseguido distraerme de los eventos de la noche anterior.
¿Eventos?
¿A quién estaba engañando?
Eventos lo hacía sonar como si hubiera experimentado un desafortunado conjunto de circunstancias.
No, lo que pasó anoche no se parece a nada que haya conocido antes.
Y todo fue por un hombre lindo y muy brillante que besaba como un sueño.
En el momento en que la aplicación Heart2Heart afirmó que JungKook era mi pareja perfecta para la noche, me había excitado inexplicablemente.
Porque el hombre era guapísimo. Ojos grandes y azules, labios llenos, nariz respingada, cuerpo delgado y ágil que apenas me había llegado a mi hombro diablos, apenas había pesado algo cuando lo levanté y lo deposité en el lavabo del baño. Pero cuando me agarró y me besó con fuerza, con gusto le cedí el control en ese momento.
Es la primera vez para mí.
Anoche había incluido muchas primeras veces para mí.
Para empezar, era la primera vez que salía con un tipo que usaba maquillaje y ropa brillante como si hubiera sido hecha especialmente para él. Por todas las definiciones, él había sido la esencia twink, llamativo, demasiado femenino, extravagante... todas las cosas que había evitado como la peste desde que me había declarado bisexual en mi adolescencia. Ser bisexual era algo que quería evitar tener que admitir, mientras que JungKook era el tipo de persona que se hubiera sentido cómodo gritando en una habitación llena de gente que estaba fuera del clóset y orgulloso en caso de que su ropa, su comportamiento y sus gestos no transmitieran el mensaje por sí solos.
La segunda primera vez había sido que incluso había hecho uso de la aplicación de enrolles en primer lugar.
Porque yo simplemente no hacía mierda como esa.
No me encontraba con completos extraños basados en la opinión de una computadora, y ciertamente no me los follaba en los baños de los restaurantes.
Pero eso fue exactamente lo que hubiera pasado anoche si JungKook no me hubiera detenido.
Sentí un hormigueo bajo mi piel—del tipo desagradable—así que dejé de fingir y tomé de nuevo los productos de limpieza. Cuando empecé a fregar el fregadero, Jess dijo—: ¿Qué pasó?
—Tuve una cita.
—Eso es genial —exclamó Jess, claramente sorprendida.
—Pensé que era un enrolle —interrumpí antes de que ella pudiera empezar a hacerme preguntas que no estaba preparado para responder. Aunque Jess era más joven que yo por casi ocho años y a veces parecía que yo había sido más un padre para ella que un hermano cuando estuvimos creciendo, también era mi mejor amiga y mi única caja de resonancia.
Bueno, desde que TaeHyung se había ido de todos modos.
Forcé lejos los pensamientos de mi ex y murmuré—: Encontré una aplicación en mi computadora hace unos días. Pensé que era como las otras.
Podía sentir los ojos de Jess sobre mí.
—SeokJin, han pasado tres meses. Tienes que dejar de intentarlo...
—Lo sé —dije—. Lo sé.
—¿Qué pasó con la cita? —preguntó después de un momento.
—¿Tú qué crees? —pregunté—. Además de la obvia falta de comunicación sobre el hecho de que se trataba de una cita y no de un enrolle, yo era un bobo astronómico —dije, encogiéndome de hombros ante la ridícula sustitución de malas palabras.
—¿Qué es un bobo? —Annabeth llamó desde la sala de estar, con los ojos fijos en los bloques.
—Nada —contestó Jess—. Termina de construir el castillo, y luego la hora del baño, ¿okay?
—¡Okay, mami!
—Si fuiste un bobo, sabes lo que tienes que hacer —dijo Jess pacientemente mientras ajustaba al bebé en sus brazos.
—¿Quieres que la cargue, cariño? —el marido de Jess, YoonGi, preguntó
—. No, voy a intentar acostarla en un segundo. Tan pronto como haga entrar en razón a mi hermano.
—Um, ¿Segura que no quieres que me la tome, entonces? Eso podría llevar un tiempo.
Me aseguré de que Annabeth no estuviera mirando cuando le paré el dedo a mi cuñado. Él se rió en respuesta.
Limpieza, maldiciones y dedos medios... era la trifecta completa, prueba de que Kim SeokJin, un abogado exitoso y compuesto, era un fraude.
JungKook se había librado fácilmente anoche. Suspiré y dije—: Sé dónde trabaja. Lo arreglaré.
—SeokJin —dijo mi hermana en voz baja, y la miré por encima del hombro.
—¿Sí?
—Este tipo, te... ¿te gustaba antes de abrir la boca y arruinarlo todo?
Quería sonreír ante eso. No se me conocía por dar las mejores primeras impresiones cuando se trataba de situaciones sociales. Por eso no fue una sorpresa que la única persona con la que había logrado tener una relación real en todos mis veinte años fuera alguien que había sido cliente primero.
—Sí —admití mientras pensaba en JungKook. Había sido una extraña mezcla de confianza e inseguridad. Pero cuando habló de recoger flores para su madre...
—Era... diferente —admití.
—¿Diferente? ¿En qué sentido? —preguntó Jess.
Reflexioné un momento sobre su pregunta y sentí que otra sonrisa tiraba de mi boca—. En el mejor sentido —dije en voz baja, y luego volví a trabajar en el fregadero ya limpio. El acero inoxidable brillaba bajo mis dedos, pero no era por eso por lo que tenía que seguir frotándolo.
No, lo necesitaba para ayudarme a concentrarme y así no tener que lidiar con la incómoda sensación que me producía el ser arrastrado tan lejos de mi zona de confort.
Porque todo sobre JungKook estaba definitivamente fuera de mi zona de confort. Y no enteramente en el mal sentido tampoco.