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ㅤEn un mundo donde la tecnología se convertía en la verdad absoluta, solo las máquinas eran verdaderamente perfectas. El ser humano, mientras tanto, era una criatura inestable. Imperfecta.
ㅤEl mundo continúa girando y avanzando, y junto con él lo hace la tecnología. La era de las máquinas había comenzado décadas y décadas atrás dejando de lado la labor del hombre para que este pudiera descansar en lugar de forzarse a hacer trabajos pesados. Los principales contribuyentes al avance de la tecnología y la creación de estas máquinas eran, en Mondstadt, el equipo de científicos de Favonius guiados por el científico en jefe Albedo.
ㅤ«¿Cuál podría ser, la verdad detrás de la perfección humana absoluta? ¿Existe una forma de descifrar el código para crearla, incluso siendo un humano imperfecto?»
ㅤEl plan para la creación de un "ser humano" artificial que fuera absolutamente perfecto contaba de cinco etapas y sería completado en quince meses. Las etapas incluían: diseño, programación, codificación, creación del "cerebro", y creación del cuerpo físico. Su decisión había sido un adulto joven que cumpliera con los parámetros de belleza tanto para hombres como para mujeres, alguien que pudiera ser atractivo sin importar el género o edad de quien lo observase. Debía tener un aspecto que llamara la atención sin ser vulgar.
ㅤLentamente pasaron los insufribles meses que parecían jamás terminar, la creación de una máquina tal era tan compleja que Albedo no podía darse el lujo de perder el tiempo en cosas como dormir. Cable por cable, código por código, cabello por cabello, debía asegurarse de que todo estuviese en su lugar sin ningún tipo de error. Así fue formándose el ser humano definitivo: Aiden, el chico que ocuparía el estatus más alto con belleza, inteligencia y personalidad extraordinarias. Un joven rubio de cabello ondeado y ojos azules que, al mirarlos con detenimiento, mostraban en realidad una representación del mar a partir de una imagen con movimiento. Se había fijado en cada mínimo detalle, desde la forma de sus uñas hasta la alineación de sus pestañas.
ㅤY por fin, estuvo listo. Más de un año de trabajo incansable, noches en vela, prueba y error, pero Aiden estaba terminado.
ㅤSemi recostado dentro de la cápsula que lo mantenía a temperatura adecuada para la ventilación correcta de sus componentes antes de la iniciación, el androide descansaba con los ojos cerrados como si estuviera durmiendo igual que un humano. Albedo desconectó los cables que se adherían a su nuca, donde se encontraba el chip que contenía toda la información recopilada para él; posteriormente abrió el cristal que lo mantenía sellado y dejó que el vapor se deshiciera en el aire.
ㅤObservó su creación por unos instantes antes de dejarlo despertar y no pudo evitar rozar su mejilla fría al tacto con los nudillos como una caricia afectuosa. Incluso aunque jamás había interactuado con Aiden consciente, el largo tiempo que invirtió creándolo formó un vínculo firme entre Albedo y él, convirtiéndolo en una parte importante de sí mismo.
ㅤ«Veamos si su banco de voz funciona» pensó luego de suspirar y teclear en la computadora conectada a la fuente de poder de Aiden. Un sonido similar a una repentina fuga de aire fue acompañado de una nueva oleada de vapor que se alzó a distancia corta, dando la señal que el científico en jefe había estado esperando: Aiden, modelo tres, versión primera y única, había despertado; sus ojos azules estaban abiertos y la marea se revolvía en ellos lentamente haciendo círculos oscuros. Si los miraba por mucho tiempo, se temía, sería hipnotizado por el truco mental que él mismo había inventado.
