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ㅤDesde hacía un tiempo barcos Fatui que viajaban desde Inazuma hacia Liyue habían estado desapareciendo en el mar. Las flotas jamás arriban al puerto y sus pasajeros -diplomáticos Fatui, prisioneros, socios- no volvían a ser vistos. Debido a esto la organización decidió que era necesario enviar una nueva flota de expedición que pudiera informarles de lo sucedido.
ㅤPara asegurarse de que el barco regresara enviaron en este una tripulación pequeña, pero que incluía en ella a uno de los once heraldos en persona... Y por si acaso, procuraron que fuese uno cuya ausencia no afectara a la organización en caso de desaparecer. De hecho, estaba bien para todos si él desaparecía. Se trataba del Baladista, el sexto heraldo también conocido como Scaramouche.
ㅤÉl y nada más que cuatro tripulantes zarparon en una embarcación de reducido tamaño con rumbo a Inazuma por la ruta usual, no obstante, la niebla se acumuló en la noche oscura impidiéndoles ver el camino; eventualmente la tripulación se desvió y se topó con un conjunto de altas rocas que les impedía el paso.
─¡Es imposible, mi señor Scaramouche! ─informó uno de los marineros que había sido mandado a buscar una ruta para salir de aquella encrucijada─. Está todo oscuro allá afuera, y esta niebla no me deja ver más que unos metros...
─¿Esa es tu excusa? ─preguntó el más bajo alzando una ceja─ No te pregunté si era posible o no encontrar una ruta, te dije que lo hicieras.
─¡P-pe-perdone! ¡Iré de nuevo y traeré resultados esta vez! ─balbuceó su subordinado, hincado en una de sus rodillas y con la cabeza baja.
─Olvídalo, eres claramente inservible ─contestó, tajante─. Lo haré yo mismo. Dile a esos inútiles que se hacen llamar marineros que preparen el bote y la lámpara.
─¡Enseguida, mi señor!
ㅤPara Scaramouche aquello resultaba una molestia extra además de tener que compartir un espacio tan pequeño con personas tan idiotas, pero también justamente por eso preferiría ocuparse de las cosas él mismo que dejarlo en sus manos.
ㅤAsí que bajó entonces el chico con semblante irritado y lleno de molestia, cazó los remos en un movimiento brusco y avanzó con cuidado entre la bruma con solo una única lámpara para guiar su camino. Si no fuera tan cuidadoso como lo era, podría acabar perdido en la noche y encallar contra una roca.
ㅤY quizás era porque era tarde y él estaba tan cansado, o porque eran lo único que brillaba a su alrededor, pero Scaramouche alzó su cabeza hacia el cielo y contempló las estrellas. El cielo nocturno siempre estaba exactamente igual como un repetitivo domo cerniéndose sobre todo Teyvat, con sus habitantes ignorando el hecho por completo.
─Esto es una enorme farsa ─suspiró en voz baja─, una mentira.
─¿Qué cosa es una mentira? ─preguntó otra voz muy suave justo a su lado. Había sonado igual que las olas en un día de escaso viento, arrulladora y con un deje amable. Era tan tranquila que no se sobresaltó ni asustó en absoluto.
