Capítulo 3. Cuenta hasta diez, Jack

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(Alerta: Este capítulo incluye temas delicados.)

Estoy avanzando. Cada día voy mejorando y eso me entusiasma demasiado.

Mis sueños ya no eran interrumpidos por… todo lo que forma parte de mi vida y ese es el gran paso que hace a mi niño interior demasiado feliz. Después de todo, he pasado la última parte de mi vida tratando de distraerme que no me había dado tiempo de concentrarme en mejorar; y aunque esta vez era totalmente distinto, no significa que sea fácil.

-…¿Agua o Coca-Cola?- Preguntó Max después de toda su charla inspiradora sobre el porqué tomar agua era lo más vital para nosotros, pero que era totalmente imposible no obsesionarse con tal gaseosa.

-Jugo de mango. Definitivamente.

Hizo una mueca antes de levantarse de la banca y estirarse. Nos encontrábamos en algún parque cerca de la escuela pues esta señorita estaba en su descanso y yo…Bueno, digamos que me gustaba demasiado como para no acompañarla.

-Sabes que no tenías que venir, ¿Cierto?- Me pregunto con un tono de culpabilidad.- No quiero que te vaya mal por esto.

Tome un largo suspiro, deje que su mochila a lado y me levante. Ella me miraba como si de verdad se sintiera culpable, así que sonreí para relajarla.

-Quiero estar aquí, max- Aseguré.- Y no hay nada que me haga cambiar de opinión.

Al menos, esta vez se veía más segura con mi respuesta. No quería que se sintiera culpable por mis decisiones.

-¿Ni siquiera unos Nuggets?- Muy bien. Tal vez ella haya descubierto mi fascinación por ese alimento después de nuestra aventura en el McDonalds, creo que es mi comida favorita y lo di a entender demasiado bien.

- Ni siquiera por unos Nuggets en forma de estrellita y un jugo- Sonreí.- Vaya, me he ido demasiado lejos por ti, ¿Eh?

Nada sería demasiado lejos por ella. Ni siquiera la misma muerte.

Woah, debo despejarme, ya estoy pensando estupideces.

-Lo valgo.

-Por supuesto que si.- Tomé su mochila y la coloqué sobre mi hombro.- Vamos, no quiero que llegues tarde a clase.

-Ah, o sea que tú puedes saltarte clases y yo no.

-Exacto.- Llevé mi mano a su cabello para desacomodarlo un poco.- Me pregunto en que momento te volviste tan lista.

-Yo no soy la que lleva las camisas al revés. Además, es totalmente injusto.- Protestó.

-Uno, ese día tenía demasiadas cosas en mente como para hacer algo bien. Dos, no lo es, porque yo tenía una razón para faltar.

Ella abrió la boca para responderme, pero me apresure a poner mi mano sobre su boca para evitarlo.

-Shhhh. No hables más, no vas a faltar.

A partir de ese momento no hubo ninguna charla, pero el silencio que nos rodeaba no era incómodo, sino que todo parecía estar en paz.



—¡Vaaaamooooos!- Me pidió Max mientras me sacudía los hombros.- Quiero conocer tu casaa.

—¿Por qué te emociona tanto?- Ni siquiera sé cómo salió el tema, pero sí que se le veía entusiasmada y no entendía la razón. Empiezo a pensar que soy la persona más despistada del universo.

—Deja de cuestionarme y vamos a hacer galletitas.

Ella me sonrió como un angelito mientras que yo solo podía pensar en la cocina.

—¿Quieres hacer galletas?- Le pregunté incrédulo.

—¿Tú no?

Bueno, no es que no quisiera, pero..

Una danza en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora