Nadie nos advierte del costo que conlleva el amar. No se nos avisa que no es color de rosa, que también hay problemas, dolor y pérdidas; que tal vez no todo sea tan bonito como creemos. No se nos explica el dolor que sufres al no ser correspondido, cuando te traicionan, cuando el cariño no es suficiente, cuando no es la persona que tú esperabas, o en este caso, el sentir que le haces más mal que bien a la persona que adoras.
No existe pesadez mas grande que un corazón lleno de miedo, uno que se acelera con cada error que comete, porque no importa que tanto te esfuerces, al final, el pensamiento gana por sobre todo intento cometido.
—No es buena idea.— Mi madre me hablaba al otro lado de la mesa. Le había contado lo que creía y aunque creí sonar muy confiado, había algo que no la dejaba acceder.— Ya habíamos hablado de esto.
—Es la primera vez que te lo comento.— Murmuré.
No me gustaba hablar de lo que sucedía dentro de mi vida con ella, siempre supuse que tenía sus propios problemas de los cuales encargarse, sin embargo, esto no era algo simple. No se trataba de un simple pensamiento negativo o de un reproche; estaba a punto de tomar una decisión que cambiaría mi vida entera y lo peor de todo es que no era necesariamente por mi.
Necesitaba que lo entendiera, que me diera ánimos y me dijera que hacía lo correcto, porque dentro de mi cabeza era así.
—Pues no me gusta. Jack, no puedes dejar que unos tipos vengan y arruinen tu vida.
Arrugué las cejas. No tenía demasiada paciencia en estos días y mucho menos cuándo se trataba de hablar.
—No era una pregunta. No es obligatorio que vengas conmigo, solo quería que lo supieras.
Mamá no dudó en demostrar lo negada que se sentía con la situación. Mi plan era relativamente fácil. Si no podía proteger a Maxine estando conmigo, sería mejor hacerse a un lado…¿No?
—No te eduqué para huir cada vez que algo te asusta o te duela. A veces es bueno sentir el dolor, dejarlo fluir en busca de su destino y cuando por fin llegue, descansar. Tú mismo sabes cuánto puede costar, cuánto duele o desgarra en el alma, pero la vida no es un cuento de hadas. Debes aprender a congeniar con tu sufrimiento o este te matará.— Se levantó de la silla para acercarse a mí y quedarse parada, cómo si no supiera cómo acercarse.— Escapar no hará menos tu miedo.
—Pero lo hará más fácil.
—Las cosas no son fáciles solo porque tú dices que lo serán.— Comentó con un tono más molesto.
Observé mis manos. Detestaba pensar, porque mientras más lo hacía, más ganas me daban de retractarme y buscar una pizca de esperanza dentro de una burbuja que estaba fuera de mi alcance.
Aunque la amenaza era directamente hacia mi familia, sabía que no dejarían impune a Maxine debido a su presencia en mi vida. Solo había dos caminos, uno: Permitirme ser feliz con la persona que yo quería, estar a su lado y tener todo con ella, pero con la probabilidad de que esté en peligro por ser parte de mi vida; o dos: Alejarme antes de que llegara a ser más tarde y permitirle ser feliz a su manera.
Tenía tantas ganas de escoger la primera, dejar de temer por un momento y empezar una nueva etapa a su lado, sin embargo, no sabía que tanto me agradecería ponerla en un claro peligro.
—Tienen que serlo, ya perdí mucho más de lo que merezco.— Finalicé la conversación, arrastré la silla hacia atrás para levantarme, tomé mi chaqueta y salí de casa.
Para este momento, habían pasado tres días desde que me contó su sueño. Lo admito, intenté mejorar; le dí mis mejores sonrisas, mis mejores chistes e incluso mi lado más significativo; sin embargo, mientras más tiempo pasaba con ella, mientras más la veía sonreír, hablar o bromear, más me consumía. Tenía que parar de ser su agujero negro, tenía que tomar responsabilidad y soltarla antes de que pudiera autoculparme.
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Una danza en las estrellas
Genç KurguNadie nos advierte que el extrañar es el costo que tienen los buenos momentos. Nadie nos prepara para el profundo vacío con el que nos enfrentaremos cara a cara hasta el fin de nuestros días y aunque no siempre exista una cura para todo tipo de dolo...