Capítulo 5: Vivir o morir

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Ahí estaba, tirado en medio de la nave, recostado hacia una pared. Hecho un ovillo. Mi subconsciente tenía miedo, me lo había hecho saber aquella noche.

Noté los destellos de las primeras luces del amancer y unas risas burlonas que se acercaban a medida que me despertaba.

Tardé un minuto más en abrir los ojos, me lamenté y mucho de no haberlos abierto antes.

- ¡Tú, despierta ya! Me gritó un hombre muy furioso. Y con las mismas me tiró un cubo de agua helada.

Abrí los ojos asustado, me encontraba totalmente abatido y fuera de juego.

Había llegado a un punto en que ya no sabía que parte era real y cuál estaba inducida por mi subconsciente en forma de pesadillas.

Risas y más risas. Ahí estaban los cinco riéndose a carcajadas de mi.

Se acercó con suavidad uno de ellos, el mismo del día anterior, el que hablaba de forma fluida el español. Tenía una mirada muy tierna.

- Venga Iván, levanta. Hoy nos espera un gran día.

Me tendió la mano para que me incorporara.

Me acercó una bolsa con un contenido muy abultado y que cuando la tomé en mis manos, me sorprendió, pesaba menos de lo que yo imaginaba.

- Esto es para tí. Me dijo.

La sostuve en el aire con mucho cuidado, me la acerqué y la abrí.

Me impresionó bastante encontrar dentro un traje completo, un par de zapatos, una camisa y una corbata.

El traje tenía pinta de ser de muy buena calidad, junto con los zapatos, que nada más sacarlos desprendieron el olor inconfundible de la piel.
La camisa era blanca, y llevaba un logo bordado que no supe adivinar. La corbata era sencillamente fabulosa.

- Los necesitarás para pasar desapercibido. Me dijo.

Al instante pregunté si había un baño para poder cambiarme de ropa, a lo que el hombre me contestó moviendo de lado a lado la cabeza. Y en la cara de ese hombre que anteriormente me pareció tan tierna pude intuir un gesto de risa interna un tanto irónica.

Me cambié con la mayor rapidez que pude delante de esos árabes, que por si fuera poco, no paraban de mirarme con caras intimidantes, atentos de cada movimiento que yo hacía al coger cada una de las prendas de la silla.

Esa situación me intimidaba, me hacía sentirme fuera de lugar, como un pelele sin carácter o una marioneta en malas manos, tal vez, un juguete de nadie...

Era tan triste mi situación, ¿Porqué yo? Necesitaba respuestas.
Mi cabeza era un hervidero de pensamientos y de preguntas sin responder.

En ese momento sentí actividad a mi alrededor y volví en mí.

- ¿Ya estás listo, Iván?. Necesito que estés muy atento de lo que te voy a decir. Mientras que me hagas caso te prometo que no te pasará nada. Me dijo el único que se dirigía a mi por mi nombre.

Si al menos supiera yo el suyo.
Pero... No era momento de ponerse a preguntar.

Asentí.

Tendrás que entrar en el edificio de bankia, dentro de las torres kio. Lo harás muy seguro de ti mismo, con pasos firmes y espaciados y con mucha naturalidad.

El hombre parecía bastante preocupado de que todo saliera bien, pero había una cosa que yo no entendía.

¿Porqué trataba de ayudarme? Al fin y al cabo, si yo salía ileso o no, a él no le importaría ni lo más mínimo. Pero entonces ¿Porqué quería protegerme?.

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⏰ Última actualización: Jun 25, 2015 ⏰

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