Capítulo 3: La verdad de Iván

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- Sara, me tienes que prometer que no contarás nada a nadie. Está en peligro tu seguridad y la mía.

- ¿ Qué? ¿Mi seguridad? ¿Porqué?
No entiendo nada Iván.
¿Pero que haces encendiéndote un cigarrillo? ¿ Esto ya es el colmo ahora fumas?.

-Sara llevo dos meses fumando sin que te des cuenta y ahora no te imaginas cuanto me arrepiento.

Iván comienza a contar su historia.

Todo empezó ayer por la noche, tu te fuiste a la cama y yo me quedé un rato más viendo una nueva serie sobre vampiros, que tenía muy buena pinta.

Justo estaba en la mejor parte cuando pusieron anuncios y pensé que como tú estabas durmiendo me podría echar un cigarrillo en la ventana.

Pero al ir a abrir el paquete no había ningún cigarro.

Así que pensé en bajar al bar de abajo el de Manuel ¿Te acuerdas?

-Cómo no me voy a acordar si estuvimos ayer los dos tomándonos una coca-cola con Santi y Eva. ¿De verdad, piensas que me voy a creer eso?
Seguro que lo que escondes es algo peor y claro, es mejor decirme que fumas.
¿No, Iván?.

- No Sara, es verdad que fumo y también es verdad que lo que te voy a contar es de locos. Ya verás, cuando termine. Verás como si me crees.
- ¡Por Dios Iván que has hecho!

- Sara déjame que continúe.

- Si, si ale continúa, continúa.

Baje al bar y me alegré tanto de que estuviera abierto. Al entrar encontré a Manuel en la barra.

A las horas que eran y aún habían cinco hombres, con muy malas pintas jugando a una partida de pocker con dinero real.

Al atenderme Manuel, lo encontré más seco de lo normal, con lo que suele hablar ese hombre y esa noche nada más que me dijo:

- ¿Iván que haces aquí tan tarde?

- Me quedé sin tabaco y que suerte que todavía sigues abierto.

- Si, abrimos hasta la 01:00 de la mañana.¿Quieres tabaco, o te pongo una coca-cola?

-No, dame cambio para el tabaco.

- Cambio de 20€ no tengo ya he cerrado la caja y nada más que tengo algunas monedas.

- Ahh, pues entonces ponme esa coca-cola.

Manuel me pone la Coca-Cola y se va a la cocina.

Asi que me quedo sólo. Pensando en que si no me daba prisa me perdería mi serie.

Además no me hacía mucha gracia quedarme en el bar con esos cinco, que no se de dónde serían pero no hablaban nada de español y parecía como si estuvieran enfadados.

Yo estaba pendiente a ver si podía entender algo, pero me era imposible y un momento después me daría cuenta de que eran Árabes.

- Pero Iván, cielo Santo. ¿Por que no saliste de ahí en ese momento? ¡Árabes! Le dice Sara, entendiendo al menos algo de lo que había pasado.

- Sara, ya era demasiado tarde, no paraban de mirarme, me examinaban y luego hablaban entre ellos a gritos. Parecía como si estuvieran diciendo algo de mi.

Cuando ya me estaba acabando la Coca-Cola y pensando en llamar a Manuel para que me diera el cambio para el tabaco.

Les volví a mirar, ellos me miraron y se acercaron a mí.

El que era más alto me habló en un español que a duras penas entendí.

- Tú venir coche. Ayudar. Bismillah (En el nombre de Alá).

Me cogieron, me taparon la boca y me pusieron una navaja en el cuello, para que no dijera nada.

Me llevaron hasta el coche donde me ataron y vendaron los ojos para que no supiera dónde íbamos.

Pasó todo tan rápido. En esos segundos me dí cuenta que de esa no iba a salir vivo. Lo único que podía hacer era estar pendiente de todo, conseguir información.

De lo poco que pude ver el coche era un bmw de los nuevos, tipo berlina. Aún recuerdo su matrícula, era 5678ABC.

-Cary, pobre ¿y estás bien? ¡No me lo puedo creer! Te quiero mi amor. Ven dame un abrazo. Le dice Sara.

-No Sara. No estoy bien. No sabes lo que he pasado. Dice Iván muy triste.

- Sara le da mil besos y da gracias por tenerlo aún a su lado.

Iván continúa con la historia.

Estuvimos dando vueltas y vueltas callejeando primero, luego llegamos a una autovía, porque era demasiado recta y fluida, luego nos metimos un largo rato por secundarias, luego giraron y callejearon un poco más, y se metieron por un camino lleno de baches, supongo que sería de tierra.

En total no tengo ni idea de cuando será. Supongo que una hora o algo más. Calculo yo.

Empezaron a hablar, yo me empecé a quejar como podía, amordazado como estaba.

Y al fin sentí que se paró el coche.
Por lo que pude escuchar se abrió una puerta de garage.

Entramos con el coche.

Cuando me intentaron sacar, intenté resistirme, pero fue imposible.

Me sacaron y me tiraron con fuerza a unas sillas.
Caí de lado y me las comí todas.

Al tiempo que ellos se reían y gritaban cosas que yo no entendía.

Me quitaron la venda y la mordaza y me ataron a la silla.
En ese momento pensé, que gilipollas y todo por un cigarrillo.

Si no hubiera bajado al bar, si me hubiera ido a la cama contigo. Seguramente no habria sido yo.

Pero estaba muy equivocado

Pude ver que el lugar, era en realidad una nave.
Situada no se dónde, porque no tenia ventanas y la iluminacion era posible por varios fluorecentes ubicados en techo y paredes, que proyectaban con bastante intensidad una luz fría que llenaba de tensión el ambiente.

Parecía como si por el dia se utilizase de taller de coches, por que había elevadores, herramientas tiradas por el suelo, un suelo lleno de grasa y con olor a gasolina.

Y por la noche quien sabe de qué.

CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora