El Fuego estaba furioso, daba vueltas por su castillo, maldecía y gritaba por el lugar, espantando a todo el que pasaba.
—¿Cómo podéis ser tan inútiles? —clamaba —asesinasteis a la única que sabía utilizar el libro.
—Pero el chico del bosque, probablemente lo mató alguna criatura. Solo tenemos que ir y encontrarlo.
De un momento a otro, el joven soldado ardió en llamas, el olor a carne quemada inundó la estancia. El cuerpo del muchacho cayó al suelo inerte y desfigurado, sobre un charco de sangre.
—A ver si tú dices algo más inteligente.
—Al parecer, el chico activó el diario, si murió en el bosque, seguirá allí. Nadie se atreve a aventurarse en aquellos lares a menos que quiera morir.
Cuando acabó la oración sufrió el mismo que su compañero. Fuego se agarró el puente de la nariz con desesperación. Un anciano entró en la sala, su larga barba blanca se manchó de sangre al hacer una reverencia.
—Espero que me traigas buenas noticias.
—He descubierto cómo localizar el libro.
Fuego se sentó en su trono hecho de piedras e, impaciente, le hizo un gesto al anciano para que prosiguiera.
—Al parecer el libro está activo, eso quiere decir que emite una energía muy potente que soy capaz de localizar.
—¿Qué necesitas?
—Solo algunos guerreros leales que estén dispuestos a darme su vida para encontrarlo.
—¿Podrías hacer algo con estos? —dijo señalando los cuerpos de los militares calcinados —no dispongo de muchos soldados que sean lo suficientemente leales.
—No importa, con que se sometan al ritual me vale —se acercó a los cadáveres para examinarlos —puede que sea capaz de hacer algo con estos.
Hicieron llamar a un total de ocho soldados a los que encerraron en el laboratorio del anciano, que se encontraba en la torre más alta del castillo, les ordenaron colocarse en círculo, el veterano brujo usó un cuchillo, cuya hoja estaba bañada en una poción especial, para rajar el cuello de todos los allí presentes, sus cuerpos cayeron, creando ríos de sangre que corrían por las hendiduras del suelo, formando un símbolo.
Ante la atenta mirada de Fuego, el brujo pronunció el conjuro, se levantó una ventolera dentro de la habitación y el símbolo comenzó a brillar. Los cuerpos que segundos antes se encontraban sin vida en el suelo se levantaron, sus ojos eran negros como el carbón.
Los soldados hicieron una reverencia, mientras el anciano recogía parte de la sangre en una botella, esta la utilizó mezclada con la poción con la que había mojado la hoja del cuchillo para revivir a los soldados que Fuego calcinó apenas una hora antes.
Las horrendas criaturas se levantaron y observaron a su creador, el hombre ahora se dirigió hacia un espejo, pinchó su dedo con la punta del cuchillo para dibujar en el cristal. Sus ojos se pusieron blancos según pronunciaba el nuevo hechizo.
En el espejo se vio el libro, tirado en el bosque y manchado de sangre. El brujo, aun con los ojos en blanco, puso sus manos sobre las cabezas de sus criaturas.
—Id y encontrad al chico y al libro —ordenó —traedlos en perfecto estado.
Los guardias, que estaban todavía bañados en sangre, salieron tras ellos para cumplir su misión.
—Y ¿qué pasa si el chico está muerto? —preguntó fuego.
—Si nos traen el cadáver, puedo idear la forma de engañar al libro para que nos muestre los acertijos y encontrar a la niña.
—Perfecto, más vale que tus criaturas vuelvan con ellos, sino les acompañarás al infierno —amenazó antes de salir de la galería.
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Khione
FantasyHistoria para el concurso de la editorial blue write (#4) Desde que el fuego asesinó a sus hermanos elementos, el terror y la destrucción se han apoderado de Araaulen. Cuenta la leyenda que en las montañas más altas se esconde Khione, hija del agua...