𝗧𝗛𝗘 𝗣𝗘𝗥𝗙𝗘𝗖𝗧 𝗢𝗠𝗘𝗚𝗔 | Quackbur [Adaptación]

017

Observé el gran edificio desde el auto ya estacionado a fuera. Suspiré cuando los dos hombres se bajaron de este y uno de ellos me abrió la puerta; el me tendió la mano pero negué con la cabeza y tome mi tiempo para salir de coche, ya había cortado la comunicación con Sapnap cuando entendí, más o menos, lo que tenía que hacer.

Estaba emocionado, tan exitado pero aterrado a la vez, además que tenía mi cabeza llena de dudas, de tantas preguntas que deseaba que Wilbur contestara, aunque sabía que cuando lo viera, él no desearia articular ninguna palabra y seguramente yo tampoco.

Aún no estaba seguro de sí Sapnap había oído mal o si fue una equivocación, tal vez Wilbur me terminaba tirando a patadas de su penthouse cómo a las omegas que le habían llevado, pero fuera como fuera, quiero intentarlo, mi deseo por ayudarle y mi ansias por ser deseado por el dueño de mis pensamientos podían más que el mismo temor de salir mordido de esa habitación. ¿Que tal si Wilbur llega a odiarme por venir sin su consentimiento? Sapnap bien podía estar equivocado, porque al final habían sido muchos días sin vernos y Wilbur no movió un dedo para cambiar ello, aunque yo tampoco, pero supongo tengo mis razones.

"Lárgate." Escuché una vez el ascensor sonó mientras las puertas se abrían lentamente, indicándome que llegue al último pisó del edificio, donde se encontraba el penthouse de Wilbur. "¿Acaso eres imbecil? Te dije que te largaras, o por tu cuenta o por la mía, pero te aseguro que si es a mi modo no saldrás en una pieza, bonita." Al estar justo en medio de la entrada de su habitación, podía oírlo bien, era el, está seguro de que esos gritos sonando casi como fuertes gruñidos enojados provenían de Wilbur, era su voz.

Corriendo desde el fondo del largo y oscuro lugar, ya que ni una de las luces estaban encendidas, vi una omega delgada, de largas piernas en tacones, haciendo resonar sus zapatos en el mármol del suelo, corriendo tan torpemente que estuvo a punto de caer dos veces, ella llevaba un vestido blanco cubrir sus muslos para luego un poco más arriba enseñar su escote.

Vaya, pensé, definitivamente las chicas que le traen a Wilbur son de calidad.

"Ehm..."

"Sal de aquí." Me dijo, acomodándose sus ropas una vez se sintió segura dentro del elevador, se colocó al otro extremo de este y respiro profundo, mirándome, mostrándome el infinito terror en su mirada, la comprendía, ningún omega amaría ver a un alfa en celo enojado, muchos seguramente no habrían salido vivos de esta. "Wilbur no está... Normal. El nunca ha sido así, tu... Solo vete ¡Te hará daño!"

Suspiré, sí, lo mismo me había dicho Sapnap, Wilbur no era el mismo. Di unos pasos para entrar al penthouse y salir del elevador, ante la mirada atonica de la chica.

"O se hará daño." Susurré, no supe si me escucho porque las puertas del elevador no tardaron en cerrarse. Camine mucho más decidido que antes hasta la puerta principal, al final de ese enorme lugar, imaginé que esa era la habitación no solo por ser la más grande y que la chica haya salido corriendo por ese pasillo, sino porque olía a Wilbur, Wilbur y Wilbur. Algo parecido a cafe, un olor cálido y recorfortante; ronronee queriendo acercarme más hasta que abrí con cuidado la puerta y lo vi ahí.

Wilbur estaba acostado en su cama con sus manos frotando su rostro, el lugar era un completo desastre, aunque no repare mucho a contar cuántas ventanas rotas o cuantos muebles destrozados, primero porque la oscuridad del lugar no me lo permitía y segundo por qué el estaba ahí. Mi omega jadeo, yo lo hice, lo sentí arañarme interiormente queriéndo que nos lancemos hacia él.

"Quackity." Susurró, él aún no me había visto y no estaba muy seguro si me habría olido o escuchado, así que podía ser mi olor o lo desarrollado que estaba su oído para este instante. Alzó la mirada y me vio, fue todo. Cualquier gramo de consiencia había terminado de desaparecer. "Quackity." Volvió a repetir sin apartar la mirada de mi mientras se acercaba con sigilo pero rapidez, parecía un depredador asegurandose de acercarse de forma cautelosa o su presa desaparecería.