The Least Weak

Capítulo 35: Fuego en el corazón

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...

Ya era la segunda vez que le decían bello.

Izuku miró a Uraraka a los ojos.

Ella no estaba esquivando la mirada.

A pesar de que claramente estaba avergonzada, Uraraka mantenía una determinación en sus palabras.

Izuku se rascó el cuello y suspiró.

Uraraka sintió muchos nervios al ver su reacción.

'... ¿Y si... ya es muy tarde?'

Uraraka recordó la mirada de Izuku sobre Ibara, su cariño y felicidad ocultos profundamente en sus ojos.

Izuku se recompuso para darle una respuesta.

Aunque ahora mismo era algo complicado...

¡Su pecho empezó repentinamente a encenderse!

Era solo un calor ligero, ¡Pero aun así ese calor provenía de su corazón!

Dolía como el maldito infierno.

Izuku intentó hablar, pero sintió que el calor le podría salir de su boca.

Decisivamente agarró a de la mano Uraraka y la llevó a la dirección de la clase en silencio.

"..."

"..."

Uraraka recordó cuando Izuku sostenía su mano con seriedad.

Cuando le mostró esa sonrisa.

Cuando le dijo indirectamente que no le importaban sus heridas.

O cuando sonrió valientemente ante el Nomu.

Cuando recordó todas las expresiones de Izuku, sus experiencias con él, y sus emociones de tranquilidad y seguridad que le trajo todo el tiempo que estaba con él, negó con la cabeza.

Izuku la miró confundido al ver su gesto.

'Izuku, ¡Yo te amo! ¡Y eso na va a cambiar!'

Uraraka sintió que sus ojos brillaban con una luz resplandeciente al entender completamente sus sentimientos.

Izuku miró hacia delante, impidiendo que Uraraka pudiera ver su rostro.

Estaba ligeramente sonrojado.

No sabía si era por el calor o por la bella expresión de Uraraka.

En cualquier caso... ahora el calor estaba disminuyendo poco a poco con cada paso que daba hacía el salón.

Controló sus emociones de dolor y se concentró en otros asuntos.

'Ahora tengo que dar dos respuestas...'

Izuku sintió un dolor de cabeza.

Uraraka sonreía sonrojada al sentir la mano de Izuku sobre la de él.

Se vio atormentado por los dos dolores hasta que llegó al salón.

En él, las miradas de curiosidad y escrutinio envolvían a los dos.