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Cuan doloroso es avanzar y darle la espalda al mundo, que sin ser perfecto, es el lugar donde creciste y te convertiste en quien eres. Supongo que aquel sentimiento recorría cada parte de Beatriz, en el momento que Daw le pidió seguirlo.

¿Amor? ¿Ilusión? ¿Pasión?

No tenía certeza de cuál era el sentimiento que la motivaba a seguir a aquel caballero, sin embargo, había algo que era verdaderamente real, y es que nunca había sentido tanta fascinación, tanta alegría, y tantos miedos a la vez. No obstante, podía apostar con su vida misma, a que jamás abandonaría esos sentimientos tan embriagantes, que consumían todo su ser.

Las horas no pasaban en vano, y el beso con el que Daw se había despedido antes de perderse entre la multitud, en busca de provisiones, aun acariciaba dulcemente sus labios.

Aquel temible océano, que una vez pareció amenazante, se había convertido en una promesa, a tal punto que solo encontraría un mundo mejor cuando el alba volviera a abrirse.

Silenció por largas horas. Pero si bien dicen, el amor es aún más corto que un suspiro, pues en el momento menos esperado, se acaba.

¿Es el amor el mejor cliché, jamás inventado? Aquel pensamiento se posó en su mente, mientras la intranquilidad crecía con cada bocanada de aire que tomaba.

Quizás un viejo escritor deseo crear dos personajes que se entreguen mutuamente sin condición alguna, y fue tal la aceptación de la historia, que más tarde se convertiría en el tema más popular, y no solo eso, las personas quedaron encantadas con tan bellas palabras que podían dedicarse, que lo adaptaron a su vida, y así creyeron que existía un amor tan puro.

Pero si aquello era real, Beatriz tenía que aceptar su inexistencia, y la terrible idea de ser solo parte de la imaginación de alguien más, pues aun cuando creyera que el mundo carece de amor, y en su lugar suplantan sentimientos perversos. Ella verdaderamente podía sentirlo, impregnándose a su piel, recorriendo sus venas, alterando las palpitaciones de su corazón, en fin, todo para resumirlo.

-Beatriz -gritó una voz muy familiar.

Sus huesos se debilitaron, y las lágrimas cayeron sin contemplación. Por alguna razón, ella sintió haberlo perdido todo.

-Padre -dijo mirando al rey, seguido por la guardia real.

-Princesa -intervino un príncipe del reino vecino, mismo al cual se le había prometido su mano-. Tiene que regresar al castillo.

- ¿Daw? -preguntó. Pero una parte de sí, ya podía advertir su destino.

-Aquella escoria, que se atrevió a secuestrar a nuestra princesa, -habló el príncipe- ya pagó por sus crímenes.

Su padre se acercó a ella, pero a cada paso que este daba, ella se alejaba aún más, sin siquiera creer lo que se había dicho.

El príncipe levantó una espada, mostrando la sangre que caía de sí. -Murió por su propia arma.

-No -chilló, al sentir la misma arma filosa, desgarrar su pecho. Pero aquello solo era parte de su mortal fantasía.

-Debemos regresar al castillo -volvió a ordenar el rey.

Aquella era la espada de Daw, y si algo había aprendido de él, es que jamás abandonaría su espada, de no haber muerto antes.

Y de repente aquel dolor tan asesino, convirtió sus recuerdos, en una ola de imágenes fotográficas. Recordaba cada una de sus palabras, como la vez en que le dijo que ella era su propia prisionera, ya que sin razón, apresaba todos sus sueños. También recordó la vez en que le pidió huir en busca de su felicidad, o cuando prometió cambiar su vida.

Pero había algo más, y esas eran sus propias palabras, las cuales habían brotado de sus sentimientos sinceros. Ella había jurado protegerlo, y ya que evidentemente había fallado en su misión, no tenía ningún sentido continuar.

Dio un paso hacia atrás, viendo las caras aterradas de la guardia real y de su padre. Todos parecían tan falsos, eran muñecos que articulaban sus rostros y sus cuerpos, pero estaban vacíos.

Un segundo paso, la orilla del acantilado advertía que tenía que detenerse. Pero por el contrario, el océano se mostraba placentero, pareciendo aun guardar las palabras que se habían dedicado.

Despertar.

Nada podía ser real. Quería ser la bella durmiente, quien despierta de un sueño profundo, tras ser besada por su caballero, aunque él había desaparecido, y aquello significaba que no volvería a abrir los ojos, así que no tenía ningún sentido encerrarse en un sueño del que jamás escaparía.

El último paso, y antes de que su cuerpo cayera hacia el profundo océano, el grito sollozante de Daw, llegó a herir su alma.

Una lágrima cayó junto con ella.

Y allí lo supo. Pero, ¿ese era el precio que se pagaba por una simple respuesta?

El rey veía con tristeza como el océano se llevaba a su preciada princesa, mientras Daw ya no sentía el dolor de la espada que había atravesado su vientre, sino en cambio el dolor fue reemplazado por otro más inhumano.

Con gran rapidez, los soldados lo tomaron prisionero, llevándolo hacia la horca que aguardaba para castigarle.

Realmente se lo merecía, y sus últimas palabras nunca serían "piedad", ya que desde que la soga se amarró a su cuello, supo que ni el mismo podía perdonarse.

¿Qué es lo que se esconde tras una lágrima de princesa? Un caballero roto, quien tras haber fallado en su misión de proteger las lágrimas de su doncella, perdió su alma, entregándola al vacío infinito, donde aguardan los sueños rotos de quienes amaron.

Suspiró tras sentir como su vida se desprendía de su cuerpo.

***

Beatriz abrió los ojos. La rivera era hermosa, pero... ¿no había caído desde el acantilado?

Se puso de espaldas sobre la arena y asombrada, observó el alto acantilado levantándose sobre ella.

-Cuantas mentiras -dijo con la voz rota -. De sobrevivir a la caída, te convertirás en la persona más afortunada. Mentiras.

Misteriosamente, aun sintiendo la tristeza carcomiendo su ser, las lágrimas no salían.

- ¿Acompañarme?, ¿protegerme? -Rió amargamente -. Tan solo fue una mentira tras otra.

Finalmente cerró los ojos, atesorando la imagen del majestuoso cielo azul, y se sumergió en un profundo sueño, del cual esperaba que fuese eterno.

FIN

Gracias por leer, esto es todo, hasta pronto y besos.

Tras una lágrima de PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora