23| El odio y las delicias de los disputantes ✔️

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Oriana.

—Puedo bajar sola—rodó los ojos y siguió con la puerta abierta.

—¿Está tu familia en casa? —fruncí el ceño.

—No, Sophia trabaja y la abuela está en la cafetería.

—Bien—Se adelantó y sin entender ni un poco esto lo seguí para abrir la puerta.

Él no se detuvo hasta que llegó a mi habitación y cerró la puerta detrás de mí. Tiré la mochila hacia algún lado y me deshice del chaleco del uniforme quedándome solo con la camisa, al girarme lo vi apoyado de la cómoda de Sophia con los brazos cruzados mirándome, aún seguía con el ceño fruncido cuando me habló:

—Felicidades por hoy.

—Gracias, aunque las felicitaciones llegan un poco muy tarde. —Se encogió de hombros.

—Más vale tarde que nunca. —suspiré adoptando la misma posición que él, solo que del lado de mi cama.

—¿Qué quieres de mi Arzen?

—Ciertamente muchas cosas, pero por ahora me conformo con solo algunas. —A veces hablaba y no lograba entenderlo, como ahora.

—¿De qué hablas?

—Hoy me mostraste la chica que eres realmente—cambió de tema—No la pobre simulación de niña buena que todos creen que eres y que por alguna razón yo insisto en no creerme, sino esa chica dura que me manda al demonio cada vez que digo algo que no le parece o la molesto lo suficiente.

—Soy una buena persona.

—Entendiste muy bien a lo que me referí. —descrucé mis brazos lentamente—Lo siento, si lo que necesitabas era que me adentrara al intercambio, fue mi error no haberlo hecho, pero quería más que nada que entendieras de una buena vez que nadie tiene el poder de hacerte sentir mal más que tú misma si lo crees y pensé... pensé que lo lograrías solo si lo enfrentabas sola.

No podía buscar ningún insulto para decirle, quería seguir enojada. De hecho, quería hacerlo sentir un poco miserable, pero se me hacía difícil cuando salían estas cosas de su boca y en este momento justo quería acortar la distancia entre los dos y abrazarlo, tal vez besarlo. ¿Pero las emociones estaban dentro de nuestro acuerdo? Me temía que no, así que en cambio me quedé en el mismo lugar.

—Pero aun así no me arrepiento. Verte me hizo sentir orgulloso y algo caliente, pones una cara increíble cuando estás enojada—La sonrisa se expandió por todo mi rostro—El punto es, no debes creer nada de lo que dijo Becker y eso incluye lo nuestro, pero como sé que las palabras no son suficiente para ti. Estoy dispuesto a demostrarte que el que es beneficiado con la atención de una chica como tú, soy yo. —dijo y empezó a acercarse hasta que el tiempo se detuvo en este pequeño cuarto y solo quedábamos él y yo mi respiración casi en una estela de humo.

—¿Qué vas a hacer?

—Acabo de decírtelo. Voy demostrarte que no hay nada en ese cuerpo tuyo que no tengan los demás y que no sea jodidamente encantador. —Me tomó de las piernas como si no pasara nada y las enredó en sus caderas.

—Arzen.

—Confía en mí. —Me dejó de espaldas en mi cama, él era tan grande que apenas cabía en el colchón destinado a una persona entonces terminó hincado una rodilla en el suelo para depositar el resto de su cuerpo sobre el mío y casi me saca el aire. —No hablamos de los términos de este nuevo acuerdo—me dijo— Pero aun así voy a preguntarte.

Lo miré atenta mientras mi corazón galopaba dentro de mi pecho como un caballo de carrera, en estos momentos me daba cuenta que la respiración era tan superficial y necesaria, cuando casi no la sentía por más que respirara con la boca abierta.

In Search of LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora