Lo que significas para nosotros.

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Helena P.o.V:

Los libros que Miss Peregrine me proporcionó en esa hora libre hasta el desayuno, al leer sus prólogos e índices supe que me servirían pero también tenía claro que debería pedírselos prestados para llevarlos a casa, ya que en estos tres días quería enfocarme en lo práctico, y en lo que Enoch pudiera enseñarme de su propia experiencia, porque aunque lo teórico me fuera útil, me sería más útil lo que pudiera validar con acciones.

Escuché el bullicio proveniente del comedor y cerrando los libros me encaminé hacia el ruido, y vi como todos ya estaban ubicados, solo faltaban dos lugares ocupar en la mesa y uno era indudablemente mío, saludando a todos me senté junto a Helio y frente a Enoch quien con una pequeña sonrisa asintió a modo de saludo; el desayuno se volvió muy divertido cuando los jóvenes peculiares empezaron a explicar sus talentos, cada uno dijo más o menos como funcionaban sus dones, tanto yo como Helio habíamos visto anteriormente dones en acción en nuestras visitas a Miss Avocet, pero Orión apenas estaba descubriendo toda la variedad de dones que existían, de reojo lo miraba abrir sus ojos impresionado por todas las historias que escuchaba y las pequeñas demostraciones de todos, veía a nuestro hermano feliz y con eso ya me daba por bien servida.

Sin embargo había alguien que en la conversación no hacía más que de espectador, frente a mí un par de ojos oscuros nos observaban a los tres y a sus hermanos con una pequeña sonrisa tirándole de las mejillas, en silencio pero atento a todo a veces lo descubría observándome a mí y a Helio casi con una expresión de alivio, creí haberlo sorprendido cuando le pregunté: "¿que tenía él para contarnos?" , pero él solo mantuvo su mirada firme ante mi aun con esa sonrisa escondida en sus ojos calmos, "No creo poder sorprenderlos demasiado, tú ya vienes preparada y sabes lo que puedo hacer", le mostré mi desacuerdo, estaba segura que no sería así, y así con toda seriedad y aun esa mirada confiada en sus ojos, se inclinó hacia adelante en su asiento y casi desafiándome dijo:

"Seré franco Helena... creo que más cosas aprenderé yo de ti"

Sentí mí cara enrojecer cuando me percaté del silencio generado a nuestro alrededor, la nariz entrometida de Helio rozó mi hombro y en un susurro perfectamente audible para todos hizo reír a todos los presentes, incluyéndome y a mi desafiante compañero:

—...duelo de titanes...—

Al terminar de desayunar todos ayudamos a ordenar y limpiar lo sucio del día anterior, para terminar lo más pronto posible y tener algún rato para divertirnos y así lo hicimos para las diez de la mañana todo estaba impecable y listo, Fiona me comentó mientras se limpiaba el salón que mis cartas siempre aparecían en la chimenea justo como el abuelo mencionó en aquella ocasión.

Al estar todo ya listo, tuve que hacer un verdadero esfuerzo para escaparme un momento de los gemelos que estaban tan emocionados por tener a otra par de gemelos en la casa, que no salían de nuestras piernas, escabulléndome por la escalera y el pasillo para ir a buscar a la habitación el frasco de dientecillos que utilizaba para mis criaturas, ya que todos estaban expectantes de nuestras habilidades, Orión mantenía ocupados a todos abajo mientras cambiaba sus formas a un león, una jirafa, un elefante, un perro gigantesco, todos estaban fascinados con su talento, y lo disfrutaban montándolo y corriendo con él.

Camino de vuelta al patio encuentro al cuervo o'Connor de pie frente a un lado de la escalera, por un momento pensé en asustarlo pero creí que sería tomar demasiadas confianzas, justo cuando estaba a un par de pasos de él terminó él asustándome a mí:

— ¿Tomaste un respiro de los pequeños?, ven sígueme...— y diciendo esto de encamino por el pasillo y en la primera puerta a la derecha entró, claramente era su habitación estaba lleno de órganos enfrascados y abundante formol, era una habitación para él solo, puesto que en vez de tener dos camas paralelas solo había una, y en el otro lado se encontraba un escritorio y una mesa ratona de trabajo llena de instrumentos quirúrgicos, girando un poco la vista vi como mi acompañante se acomodó en la mesa de trabajo, señalando el lugar frente a él, del otro lado de la mesa me invito a sentarme:

Cartas a un Muerto- Enoch o'ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora