Día 4: Hasta siempre.

596 41 118
                                    

"Cuando te conocí hubo química
Eres mi debilidad
Nos fuimos rápido a la física
Prende otro Phillie porque no sé si será la última vez que te vea..."

Era de madrugada, más específicamente las tres, el sol aún no había dicho los buenos días y no había podido dormir en toda la noche. Lionel se removía incómodo en la cama, intentando cambiar de posición una y otra vez para que el sueño lo atacase, pero simplemente no podía, sus pensamientos daban vueltas en su mente por más que decía que se detuviesen, finalmente, aquella gran aventura de cuatro días estaba a punto de acabarse, tenía muy poco tiempo, ya faltaban apenas horas para regresar a la normalidad, a su vida de trabajos, estudio, su familia y sus amigos.

Alzó por un momento la mirada, dándose cuenta de que el rizado estaba plácidamente dormido y roncaba ligeramente, se acomodó con ternura en su fornido pecho, sintiéndose increíblemente protegido al notar como Guillermo le envolvía en sus brazos y sin intenciones de dejarlo ir. — Quédate conmigo, mi amor... yo te cuidare... — Murmuró el mexicano entre sueños y con un tono casi indescifrable, pero lo suficientemente entendible para Lionel, el cual había correspondido aquel tierno agarre sobre su cuerpo.

Sentía a la perfección aquel bello calor que le brindaba inconsciente el mayor, aquellas pequeñas muestras de amor le hacían ver las estrellas en el cielo, por las cortinas de velo se asomaba con poco descaro la luz de la luna, iluminando de esa forma aquel par de seres los cuales no tendrán la oportunidad de verse nunca más. Las sensaciones de cariño que le brindaba Memo lo habían relajado de sobremanera, escondiendo su rostro entre ese par de pectorales, y finalmente, sentir como el cansancio se apoderaba de su alma cansada.

Se sentía terriblemente por su pronta ausencia, pero ya era muy tarde para arrepentirse, aun tenían la mañana para disfrutar como nunca de sus vacaciones, justamente como lo había hecho los días anteriores. No debía llorar, y ni mucho menos expresar su frustración en frente de Guillermo, debía ser fuerte, debía tener la frente en alto para que suceda lo que tenga que suceder, el tiempo era su peor enemigo, y pese a todo, debía luchar con él para que esto no les afecte a los dos. 

Guillermo con lentitud fue despertando poco a poco dándose cuenta de que Lionel no estaba en la cama junto con él, en cambio, podía escuchar a la perfección el fuerte sonido de la ducha que estaba presente en todo el lugar, respiró hondo, para lue...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Guillermo con lentitud fue despertando poco a poco dándose cuenta de que Lionel no estaba en la cama junto con él, en cambio, podía escuchar a la perfección el fuerte sonido de la ducha que estaba presente en todo el lugar, respiró hondo, para luego estirarse en el colchón y colocar sus manos debajo de su cabeza para darse soporte. Estaba desnudo aún, y ciertamente sentía un poco de frío debido al aire acondicionado que ya se había encendido desde la noche anterior.

Miró por un momento el reloj que estaba ubicado en la pared, dándose cuenta de que apenas eran las seis de la mañana, tenía en mente llevar al argentino a la playa pública que estaba por toda la zona hotelera, pero aún era demasiado temprano, y no les permitían el acceso si no era después de siete. Se quedó observando por un momento la ventana, dándose cuenta de que el sol ya estaba saliendo mientras iluminaba todo su camino, las nubes que por la noche eran grisáceas, se volvían como grandes algodones esponjosos que ya hacían posando en el cielo.

SOL, PLAYA Y ARENA | MechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora