Eres de una familia adinerada pero infeliz.
Por el destino o por tu desgracia acabas comprando un misterioso y destrozado muñeco, lo adoras con tu corazón.
Y el con el suyo......
Cuida a tus eres queridos antes de que desaparezcan, un pestañeo y se...
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Nota aparte: Este mes y el que viene no podre publicar muchos capítulos porque es el último trimestre del clases y tendré un montón de exámenes que estudiar, la historia ya tiene la trama escrita pensada aunque le falte cosas por retocar así que nunca duden en si algún día abandonó la historia pues no es así. Tengo borradores para este mes con más palabras de lo habitual a punto de ser corregidos y publicados para que no se aburran, además cualquier duda con la historia no duden en preguntar.
Había muchos alumnos llamativos, a la nueva joven le caía bien una señorita llamada Kokomi y su amigo Gorou, sus trajes eran de amarillo claro. Al principio creyó que eran pareja por lo juntos que iban por los pasillos pero solo eran amigos y además en las clases de música que dieron conocieron al profesor Venti, un señorito que era muy extravagante para ser profesor y aun así, sorprendentemente, el color de sus ropas era gris y varios colores en algunos bordes mostrando su rango de superioridad.
Había tanta gente con tantas personalidades que hasta costaba recordar sus nombres.
Ahora caminabais hasta la siguiente clase, el profesor sería un tal Zhongli, de los mejores y más educado según su fama.
— Fatum est scriptum querida Litterae —repitieron al unísono los de ropas amarillos, más tarde sus otros dos acompañantes repitieron esas mismas palabras en un murmullo.
— Fatum est scriptum mis queridos lectores, ¿Tienen clase con el señor Zhongli, no es así? —pregunto la directora apareciendo de la nada, o eso notaron al menos los más nuevos en aquel lugar.
En la clase de Faruzan les enseñaron que decir Fatum est scriptum ante Litterae es una muestra de respeto y casi una obligación si quieres tener su felicidad contigo.
— Así es —respondió la de ojos azules preciosos con una sonrisa, miraba al suelo y tenía la cabeza ligeramente girada hacía abajo.
Con una sonrisa traviesa levanto un dedo haciendo una señal de silencio y caminaron sigilosos hasta la sala, entrecerró los ojos con diversión al ver al hombre en su escritorio ordenando unas hojas mientras veía la hora en un reloj precioso que tenía en aquella mesa. Ninguno de los jóvenes entendía nada de lo que ocurría.
— Os enseñare un truco que para mi suerte, solo yo puedo hacer —les guiño el ojo y movió un dedo, las hojas apenas se movieron así que no pillaron la broma.
— ¿Que demonios? —maldijo en voz al de cabellos castaños mirando la hoja con todas las letras alborotadas, ya no quedaba ninguna de las palabras que había escrito previamente — señorita Litterae si esta por ahí no hace tanta gracia mostrar sus cualidades a los nuevos, yo mismo les informare diré de sus capacidades si ordena de nuevo mis hojas.
___ abrió sus ojos como platos al igual que su boca, entro a la sala y le quito las hojas al señor. ¡Como había hecho eso con un solo movimiento de dedo! Estaba más que impresionada, estaba impactada y maravillada.
