Capítulo 2

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Pediste personalmente a tus sirvientes que por favor no te siguieran como suelen hacerlo, querías ir a tu lugar secreto y privado para enseñárselo a tu nuevo amigo, también pasar el rato o dibujar quien sabe

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Pediste personalmente a tus sirvientes que por favor no te siguieran como suelen hacerlo, querías ir a tu lugar secreto y privado para enseñárselo a tu nuevo amigo, también pasar el rato o dibujar quien sabe.

Tus lujosos zapatos tocaban la hierba haciéndote cosquillas en las medias, todo el terreno que se extendía hasta donde la vista no alcanzaba estaba cuidado por muchas personas.

Cuando por fin llegaron a una zona cerca de un lago saco un mantel de la pequeña cesta que cargaba en una mano, en esta misma estaba colocado con cuidado el muñeco. Parecía tener sus ojos pegados en ella cosa que no parecía tener importancia para la muchacha, incluso se veía genuinamente feliz al saber que su preciado amigo tenía un ápice de interés en su mera existencia.

Extendió el mantel y se sentó dejando su muñeco apoyado entre sus piernas.

— ¿Ves todo este gran y silencioso lugar, Scaramouche? Mi hermano antes de irse de viaje me contó que es todo mío, por lo tanto también es tuyo —acariciabas sus cabellos con un pequeño peine fabricado a medida para el— es nuestro hogar.

Cuando acabaste de cuidar su imagen sacaste una gran libreta de dibujo con unas hojas que con solo verlas mostraban su gran calidad, todo lo que portadas demostraba a la vista el gran precio que tenían.

No es que fueras unas dibujante estrella pero tampoco se podía decir que tus dibujos fueran mediocres, habías plasmado en aquella libreta tantas veces ese paisaje que era difícil añadir algún detalle más que destacar en el. Todos los árboles, las flores, el reflejo del agua haciendo referencia a un espejo sobre la naturaleza, todo eso estaba grabado en tu mente.

— ¿Quieres que te dibuje a ti? Eres muy lindo y dibujar unos ojos como el precioso rojo que tienes como sombreado seguro te hace ver genial —le preguntaste dándole un golpecito en su pálida nariz con tu lápiz.

Si.

Una voz golpeó de la nada en tu cabeza, era un "si" su respuesta. Con una sonrisa empezaste a tratar un descuidado boceto de su cabeza y cuerpo.

Cuando por fin acabaste el dibujo después de unos eternos pero valiosos minutos mostraste con ilusión tu obra al muñeco.

— No es exactamente como tu pero para la primera vez no está mal, me gusta tu sombrero aunque me dificultó un poco el dibujo —reiste para tus adentros diciéndote a ti misma que a él le había gustado tu trabajo.

Empezaste a aburrirte un poco de estar sentado a pesar de que era interesante tener una conversación con Scaramouche.

Decidiste acercarte un poco al lago, su agua cristalina era hipnotizante a tus ojos, no importaba cuántas veces la vieras siempre sería igual de hermosa e importante para ti.

Todavía recordabas a tu hermano regañandote por acercarte mucho, una pena que estuviera de "viaje".

— ¿Uh? ¿Y ese olor? —arrugaste tu nariz ante ese olor extraño e irreconocible para ti.

Un humo extraño te rodeó, como si de niebla se tratará.

— ¿Quién es ese señ.... —empezaste a cerrar tus ojos cayéndose al agua, lo último que viste fue una silueta al otro lado del lago.

Tu cuerpo empezó a perder el calor corporal, sentías que hasta tus uñas estaban congelados por aquella agua que tanto amabas.

No podías mover tu cuerpo, apenas y podías sentís tu cuerpo.

Todo se volvió oscuro. Tan oscuro como el armario en el que estaba toda tu ropa, conocías bien esa oscuridad porque siempre te escondias en lugares como los armarios para jugar al escondite con tus sirvientes, el único inconveniente es que nunca te encontraban y acababas encerrada ahí esperando con una triste sonrisa a que alguien gritara "Te encontré"

Nadie te veía, nadie te buscaba y por lo tanto, nadie te encontraría.

— ¡No puedes dejarme, serias una maldita mentirosa! ¡No puedes, no puedes, no puedes! —no sabías quien era, pero golpeaba tu pecho con fuerza, descargando su ira.

Sentías como el dolor en tu pecho te advertía de alguna posible fractura en alguna costilla por los continuos y potentes golpes que recibías sin descanso.

Apesar del daño que te causaba alzaste tu brazo hasta poder acariciar su rostro con tu dedo, pudiste sentir como sus mejillas húmedas indicaban que lágrimas rodaban por ellas.

— ¿Por qué me tratas así? ¿Sólo para abandonarme como ellos? —dejo de golpearte y apoyo su frente en tu pecho, manchando tu ropa de lágrimas y mocos.

Una pequeña sonrisa se mostró en tus labios.

Sentías como unos brazos un poco flacos te llevaban con prisa apurado hacía algún sitio, tu ropa mojada te hacía congelarse por lo que sentiste mucho frío.

Tanto frío que sentiste como si varias agujas de hielo atravesaron tu corazón y cerebro de manera despiadada.

No sabías nada en ese momento.

No sabías nada en ese momento

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Pretty doll ❚𝗬𝗮𝗻𝗱𝗲𝗿𝗲 UADonde viven las historias. Descúbrelo ahora