1. Robert.

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*Din, don, din, viajeros con destino: Argentina, Buenos Aires, embarquen por la puerta tres. Din, don, din.*

-Por favor, prométeme que nada más llegues me llamarás. - Raquel me abrazó fuerte mientras me levantaba del incómodo asiento del aeropuerto.

-Te lo prometo. - Le di un beso y agarrando con fuerza el asa de mi mochila caminé directa a la puerta de embarque.

-Su billete, por favor. - Me dijo una chica rubia que parecía de plástico, embutida en su uniforme de azafata.

Le enseñé mi billete y me dejó continuar.

16A, ventanilla.

Caminaba buscando mi asiento y cuando lo encontré un chico estaba sentado en el.

-Perdona, pero ese es mi asiento. - Le dije molesta.

No me contestó, es más, ni me miró. ¿Este chico era sordo?

-Oye. - Dije tocándole el hombro, él se saco un auricular de su oreja y me miró confundido.- Este es mi asiento.

Me miró de arriba a abajo y esbozó una sonrisa.

-Tranquila preciosa, ya me quito.

¿Preciosa? ¿Este quien se cree que es?

-No me llames preciosa. - Dije lo más cortante que pude.

-Uuhh relájate...

Se levantó y se sentó en el asiento que daba al pasillo.

-¿No te vas? - Le dije esperando que no dijera lo que estaba pensando.

-Este es mi sitio, cariño.

Oh mierda.

-No me llames cariño, mejor, no me llames de ninguna manera, no me hables en todo el viaje, ¿entendido?

-Sí, señor. - Se llevó una mano estirada a la frente y la movió hacia adelante, vacilándome.

Puse los ojos en blanco y me senté en mi asiento, me coloqué los cascos escuchando Black Veil Brides y traté de ignorarlo.

A mitad del camino me dormí y no me desperté hasta llegar a Argentina.

Por lo menos el chico este no me había molestado.

Bajé del avión y fui en busca de mi maleta.

Al tiempo de estar mirando la cinta transportadora una maleta azul, con un montón de pegatinas de grupos de música apareció, la mia.
La cogí y me encaminé por el pasillo hasta la salida de esa sala.

Nada mas salir me encontré con un hombre, Robert supongo, con un cartel en las manos que ponía: "Carolina Miller".

Me acerqué a él. Era alto, tenía el pelo negro y llevaba gafas de sol, barba de un par de dias y su piel estaba bronceada. Era delgado y tenía marcados los músculos. No creo que tenga más de 35 años.

-Hola - dije algo nerviosa mientras le saludaba con la mano.

-¿Carolina? - me preguntó quitándose las gafas.

-Carol - le corregí y el sonrió.

-Vaya como te pareces a tu madre... hasta en el carácter.

Me cogió la maleta y empezamos a caminar por el aeropuerto.

-Bueno, pues yo soy Robert y nunca he tenido a nadie a mi cargo. Así que creo que esto es algo nuevo para los dos y ambos intentaremos hacerlo bien.

Salimos y caminamos un poco lejos de allí hasta que nos paramos delante de un coche rojo, parecía bastante caro...

-Venga, sube. - dijo indicando la puerta.

Me subí y me dejo elegir la emisora de la radio, no creo que vivir con Robert vaya a ser muy difícil...

Después de 35 minutos en el coche, se metió en un párking de un edificio que supuse sería en el que vive.

Aparcó y me llevó la maleta hasta el ascensor.

Planta 8. El edificio debía de ser muy grande, tenía 15 plantas.
En nuestra planta solo había dos puertas, la nuestra era la de la derecha.

Abrió la puerta.

-Bienvenida a tu nueva casa.

Entré y me quedé con la boca abierta, era un dúplex. La puerta de entrada daba al salón, en el que había un sofá negro sobre una alfombra roja, una televisión enorme de plasma colgada en la pared, y un montón de estanterías alrededor llenas de películas.

-¿Te gusta? - me preguntó notablemente orgulloso de su casa.

Asentí con la cabeza y me dijo que le siguiera.

Subimos las escaleras que estaban al fondo del salón. Daban a un piso con muchas puertas. Caminó hasta una de ellas y la abrió.

Dentro de ella había un escritorio con una silla, un armario enorme y un montón de estanterías, todo de madera oscura. Había una cama muy alta en el centro de la habitación y una puerta, la cual Robert me dijo que daba a un cuarto de baño.

-Como las paredes son blancas, te dejaré pintarlas como a ti te guste.

-Gracias.

Robert caminó hasta la puerta.

-Te dejo que te acomodes y eso, si tienes hambre puedes bajar cuando quieras a la cocina.

-Vale.

Salió de la habitación y cerró la puerta.

Después de mirar toda la habitación, abrí mi maleta y empecé a ordenar toda mi ropa, no era mucha pero me servía.

Al acabar cogí mi pijama y me metí en el baño. Era un baño muy grande, con una ducha en la que cabían tranquilamente cuatro personas.

Cuando salí de la ducha me vestí y me quité la humedad del pelo con una toalla.

Salí descalza de mi habitación y baje en busca de la cocina. Al llegar me hice un sandwich para cenar. No había rastros por ningún sitio de Robert, estará durmiendo.

Cuando acabé subí a mi cuarto y me tumbé en la cama. Pero antes de dormir debía llamar a Raquel.

-Amiga, ¿Qué tal el viaje? ¿Cómo es tu tío? ¿Cómo está la casa? - preguntó nada más me descolgó el teléfono.

Me reí y le empecé a contar todo, desde el chico del avión hasta mi tío con el cartel y la ducha gigante de mi baño.

Hablamos hasta que nos entró el sueño y decidimos colgar prometiendo antes llamarnos pronto.

וווווווווווווווו×

Esta novela la empiezo hoy, 30/05/2015, espero que os guste y tenga muchos lectores.

Al ser el primer capitulo puede que no tenga nada interesante, la verdad es que no se por donde irá la historia, la voy escribiendo como se me ocurre.

Darle una oportunidad.

Un besito, Azari

(Hoy, 25/10/2017, publico está historia.)

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