Era de noche y estaba en medio de un bosque, sola, entre miles de altos y delgados árboles. Hacía frío y la luna llena brillaba con fuerza.
-Carolina, ven —dijo una dulce y melodiosa voz.
Miré en todas direcciones y no vi a nadie.
-Ven conmigo —de nuevo la misma voz.
Mire hacia arriba y divisé una luz brillante entre las copas de los árboles. No sabía lo que era, pero sentía unas ganas increíbles de acercarme a ella. Estiré el brazo intentando alcanzarla pero estaba demasiado lejos. Deseé con todas mis fuerzas poder llegar y de repente empecé a notar como mis pies se separaban lentamente de la hierba. Observé como me alejaba cada vez más del suelo y me acercaba a la brillante luz. La estaba rozando con los dedos, pero un sonido ensordecedor empezó a sonar.
¿Qué cojones?
Me senté sobre la cama, sobresaltada por el sonido del despertador.
Pero... ¿por qué el suelo está tan lejos?
Miré a mis lados y... estaba flotando sobre la cama. En cuanto me di cuenta de lo que estaba pasando caí sobre ésta tan fuerte, que al rebotar salí propulsada hacia delante y acabé de rodillas en el suelo.
El despertador se apagó solo y alguien picó a la puerta.
Mi tío entró y se arrodilló a mi lado.
-¿Qué ha pasado, Carolina? He oído unos golpes.. ¿Te encuentras bien? —me apartó un mechón de pelo de la cara y me abrazó.
Estaba como en shock, no entendía muy bien lo que acababa de ocurrir.
-Carolina, dime algo —me giró la cara para que le mirara a los ojos.
En ese momento reaccioné. Me levanté del suelo rápidamente y asentí reiteradas veces con la cabeza.
-Sí, sí, estoy bien... —caminé hasta el móvil y apagué totalmente la alarma. — Solo he tropezado...
Me temblaban las manos y Robert lo había notado.
-Creo que lo mejor será que hoy no vayas a clase... Vístete y baja a desayunar, no hace falta que te des prisa. Yo mientras tanto avisaré al instituto.
Asentí y en cuanto salió de la habitación les avisé a Matt y Juliet que no acudiría a clase esa mañana.
Miré cada rincón de mi cuarto, buscando algo extraño, pero no había nada fuera de lo normal.
Me metí en el baño y me observé en el espejo. Tenía el pelo revuelto y estaba muy pálida, mis ojos brillaban y tenía las pupilas dilatadas. Me desvestí lentamente, pues de repente sentí todo el cuerpo muy cansado. En mis rodillas ya estaban empezando a aparecer dos moratones.
Abrí el grifo de la ducha, para que el agua se fuera calentando, mientras yo desenrredaba mi pelo. Entré en la ducha y mis músculos se relajaron ante el cálido y reconfortante contacto con el agua. Recordaba el brillo de esa pequeña esfera suspendida en el aire...
La sensación de flotar era maravillosa, me sentía totalmente libre... Era maravillosamente extraño.
Después de acabar la ducha me vestí y baje a la cocina. Me encontré a Robert sentado a la mesa y el desayuno servido. Tostadas, nocilla y colacao. Me senté, cogí una tostada y comencé a untarle nocilla.
-¿Cuántos años tienes ya? —preguntó mi tío despegando los ojos del periódico y mirándome por encima de sus gafas.
-Diecisiete — mordí la tostada, estaba buenísima.
-Lo que me temía... —se levantó de su silla, quitándose las gafas. — creo que es hora de que tengamos... la charla.
¿La charla? ¿A qué viene eso ahora? No necesito precisamente hablar de sexo ni tener una conversación incómoda y embarazosa con mi tío.
Por la cara que debí de poner comprendió lo que estaba pensando y una sonrisa escapó de sus labios.
-No me refería a ese tipo de charla, Carol —Robert salió de la cocina y volvió con un cuaderno.
Se sentó de nuevo y mientras yo terminaba de desayunar comenzó a leer en voz alta lo que decía el cuaderno.
Hace mucho tiempo, en esta misma tierra, vivía un ser llamado Fedrik. Él tenía el poder de volar y podía cambiar de forma a su antojo. Solo podía volar de noche, ya que su poder afloraba en la oscuridad, y solo podía tomar la forma de pequeños animales. Algunas personas le tenía miedo, aunque él nunca mostraba sus poderes en público, porque sino le quemarían en la hoguera. Un día, Fedrik conoció a una preciosa joven, Karen, ellos se enamoraron y tuvieron un hijo. Todos los descendientes de Fedrik tendrían hijos varones...
Robert levantó la cabeza del fino libro y me observó.
-¿Por qué me estas contando un cuento? —ya había acabado de desayunar, pero jugaba con la cuchara dentro de la taza.
-Carol, esto no es un cuento, esto es real... Te he estado leyendo esto, porque lo que decía la historia de que solo tendría varones, no es cierto. —de repente se había puesto nervioso.
-¿Y eso que tiene que ver conmigo? —no estaba entendiendo a donde quería llegar.
ווווווווווווווו
Buenos días, tardes o noches.
Gracias por leerme y espero un montón que os guste.
Por favor acordaros de la ★
Un beso, Azari †
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Más allá de este universo
Storie d'amoreCarolina tiene 17 años. Su padre las abandonó a su madre y a ella cuando a penas era un bebé. Soledad, su madre, acaba de fallecer y por lo tanto ella tiene que viajar a otro continente para irse a vivir con su tío, hermano de su madre, al cual solo...