✧═════•Ayuda, hay monstruos cerca...¿Has venido a salvarme?•═════✧

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Sobrevivir se había vuelto mi pan de cada día, no pasaba ni un segundo en el que no dejara de imaginar sus rostros sonriéndome

Sobrevivir, ese destino parecía incluso más cruel que la muerte.

Pasadas las horas había comido mi pastel, que entre lágrimas sabía más amargo que dulce, estaba ordenando la casa que pronto volvía a caracterizarse por su poco acogedor silencio invitándome a descansar un rato de mis tormentos, ordenar e ir a dormir: la misma rutina de siempre, acompañada por la señora soledad y ese molesto silencio. Baúl junto a Estufa apenas me dirigían la palabra, las antiguas charlas no eran más que amenos recuerdos antiguos que regocijaría. Tal vez sean síntomas de la pubertad, pero que le hiciera voces a objetos inanimados no ayudaría a calmar mi infierno, apenas lo notaba.

Desde hace un par de meses empezaba a desarrollarme, crecieron mis pechos, todo mi cuerpo se sucumbía por el dolor articular, y lidiaba con los problemas de la menstruación cada fin de mes, todo eso ligado a la soledad y a la falta de un rostro humano que me dijera aunque sea un "Hola" ¿Acaso es mucho pedir? ¿Soy egoísta? Esto me esta matando...

-Otra desilusión -Masculle, había aceptado la propuesta de aquella carta de invitación, esperaba pacientemente pero al paso de las horas caí de lleno en la realidad, era una ilusa- Bien, mejor me voy a dormir.

¿Que podía hacer a partir de ahora? Tal vez ocupar el tiempo para hacer alguna u otra cosa como leer un libro o tocar el piano, el cual había estado aprendiendo a tocar, no era experta del todo, pero podía manejarlo de forma decente, debido a tanto tiempo sola y la falta de responsabilidades proyectaba demasiado tiempo para mi misma, dándome la capacidad de leer cientos de libros junto a varias horas de libertad para tocar el piano.

Si lo pensaba bien no podría dormir al menos sin dar mil vueltas a los mismos pensamientos, esperaría que el sueño llegase, encamine mis pasos al piano, sentándome en la banqueta del piano, mi vista se fijo en la partitura, pasando página a hasta la sonata: Claro de Luna

Mis manos ya estaban listas para deslizarse entre las teclas, hasta que las ventanas de cristal eclosionaron dispersando los fragmentos por doquier gracias a una ráfaga en el exterior junto a una explosión acompañada con una onda expansiva que dejo un silvido en mis orejas despertando mis instintos de supervivencia. Inmediatamente salí corriendo a mí habitación, con el miedo llenando cada parte de mi ser, sentía la sangre caliente en mis venas a compás que aumentaba la velocidad al correr albergando pensamientos de pánico ¿Ya voy a morir?

Aunque dijese que la muerte sonaba mejor a esta tortura, nadie estaba preparado para entregar su vida.

El fuego de las velas fue espantado por el viento que se colaba en la casa y poco después ¿¡Estaba viendo bien!?

Se escuchaban los cristales crujir tras las pizadas voraces de aquel sujeto que se abría paso al interior de mi casa, cargaba un bastón de bola en la mano junto a un sombrero de maquinista más un traje elegante con las mismas características, su cabello largo caería sobre sus hombros si no fuese por que yacía recogido, su presencia era imponente, cuando atisbe su rostro tétrico se erizaron todos los vellos de mi piel, cada que daba un paso para acercarse más a mi posición las alarmas de peligro sonaban fuertemente alentándome a mover los pies fuera de su alcance, no parecía tener intensiones coloridas

-Debo sacarte de aquí... Este mundo se esta deshaciendo -Susurró entre dientes algo que no me quede para escuchar, ya había utilizado el modo huida.

Estaba asustada, no podía negarlo, por su rostro no sabia si era un ser humano o un animal. Sentí los pasos de esa cosa acercarse a mi habitación, mis manos se presionaron sobre mi boca cubriéndola con la intensión de no emitir ningún ruido y con suerte pasar desapercibida para él,

Milla y el Tren a las Estrellas 🌟 .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora