2. Regalo de bienvenida

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"Eso era lo que realmente me gustaba, la libertad del viento."

No había tardado mucho en desempacar mis cosas

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No había tardado mucho en desempacar mis cosas. Solamente me había traído dos maletas grandes y una mochila (la mochila para el instituto). Había enviado el resto de sus cosas aparte, toda una vida no se puede empacar solo en dos maletas, así que me traje lo esencial para poder vivir mientras esperaba el resto de mis cosas.

Por suerte, la casa era enorme, por lo que tenía un baño para ella sola. Tenía entendido que algunos hombres eran un desastre en esa parte de la casa, confiaba en su padre, pero prefería esa intimidad.

Su habitación también era una grata sorpresa. Era la habitación que usaba de pequeña, con la diferencia que ahora si podía abrir el balcón que daba al bosque, una cama de matrimonio en lugar de la cama de nido que usaba y dos muebles totalmente nuevos, un escritorio gigante con un ordenador de mesa y un tocador. Las pareces rosa pastel junto a las estrellas del techo le recordaba a su infancia en esa casa. Era una mezcla de niñez y adolescencia que sabía que su padre quería que atesorara.

Sin duda su niñez fue mejor que su adolescencia.

—¡Amor! —escuché a su padre desde la planta de abajo segundos después de tumbarse a la cama —¡Cuando puedas, baja! ¡Te tengo una sorpresa!

Suspiré al levantarme, me acababa de tumbar, pero no tardé mucho ya que adoraba las sorpresas, sobre todo si estas vienen de mis seres queridos.

Bajé las escaleras y me encontré a mi padre en la puerta de la casa, tenía algo en la mano mientras me sonreía, esa sonrisa traviesa que ponía cuando hacía alguna broma.

—Estamos en la otra punta del pueblo, y no voy a consentir que mi hija no tenga vida social por tener que llevarla todos los días a clase.

Me tiró lo que tenía en la mano, lo cogí al vuelo, aunque casi se me caen. Eran unas llaves.

Con los ojos bien abiertos salí de la casa con mi padre detrás. Una moto de un negro brillante estaba aparcado enfrente de la casa.

—¿Te gusta?

—¿Qué si me gusta? —pregunté con sorpresa —. ¡Me encanta!

—Sé que sueles preferir los coches, pero como en España no podías sacarte el carné, decidí darte esta preciosa mientras esperas tu antiguo moto.

—Mi antigua moto parece de juguete al lado de esta preciosidad.

—¿Eso significa tirar tu antigua moto?

Dejé de acariciar la moto para poder los brazos haciendo una cruz.

—¡Ni de coña!

Mi padre se rió.

—Me alegró que estés tan animada, seguro que ese ánimo te ayuda en tu primer día de clase.

Mi sonrisa tembló un poco. No era lo mismo, mi padre era mi padre, me salia ser así, con gente que no conozco era incapaz de mostrarme tal cual era. Eso sin comentar que cuando estaba con muchas personas necesitaba un descanso social.

Pero eso no lo iba a decir, no quería preocuparlo.

—¿Puedo dar una vuelta?

—Pues claro, es tuya

Volví a formar una sonrisa. Me puse el casco que estaba encima de mi moto y salí pitando de allí.

Me encantaba la moto, pero lo que realmente me gustaba era la adrenalina y el sentir el viendo en mi cara. Eso era lo que realmente me gustaba, la libertad del viento.

Recorrí el centro de Fork, la mayor parte del pueblo estaba como lo recordaba. Quise ir a la reserva a buscar a Rachel, pero viendo el cielo no tardaría en hacerse de noche, así que volví a casa.

No había luces en casa. Al llegar a la cocina vi una nota con la letra de mi padre.

"Tengo guardia esta noche, Carlisle me sustituyó el día de hoy para ir a recogerte, tengo que hacer sus horas. Tienes la cena en el microondas, te quiero."

Reí al leer el nombre de su compañero, o al menos eso suponía que era. Muy de mi padre hablar como si ya supiera todo.

Cené los macarrones con tomate que me había dejado y subí a mi habitación.

El lunes empezaba el instituto, un mes más tarde que el resto. Solo me separa un fin de semana de ese día.

No sé si estoy preparada.

The secret (Hasper Hale)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora