TÚ ELIGES

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Kiyomi

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Kiyomi

Un olor a café recién salido de la cafetera, pay's ordenados por sabor y precio era mi día a día, me gustaba mi trabajo aunque no era lo mejor de la tierra, me independice recién cumplidos los dieciocho, era difícil llevar las cuentas de todo lo que usaba y administraba

—Mi trabajadora favorita— entró un moreno de cabello plateado con una sonrisa plasmada en su rostro. Algo típico de su persona —, ¿cómo va tu sábado?

—Increíble, Izana, amo trabajar los sábados mientras mis amigos viven su vida — repliqué burlesca—, ¿pedirás algo?

—Un smoothie —dijo alegremente mientras veía el mostrador como niño pequeño— y esa caja de galletas, por favor, bonita

—¿Nada más? —pregunté, era normal que se arrepintiera de su orden al minuto

—No, nada más— acercó su rostro al mío provocando una carcajada de mi parte—, yo también odio trabajar, Kiyomi, pero no soy cruel con la gente

—Eso es porque tú eres un ser de luz y amor—musité—, soy todo lo contrario

—¿Es por eso que me agradas tanto? —confesó firmemente—, polos opuestos se atraen

Izana contagiaba felicidad a cualquier lugar donde iba, era él mismo y no parecía molestarle a nadie, siempre con una sonrisa en su rostro y amabilidad de por medio. Conocí a Kurokawa en preparatoria, consideraba nuestra amistad como esas donde un extrovertido adoptaba al primer introvertido que veía y se quedaba a su lado toda la vida

—Tu pedido sale en diez minutos —sonreí por la insistencia de Izana por verme feliz —, ¿harás algo hoy?

—Cuidaré a mi hermana —expresó, cada gesto o palabra me hacía darme cuenta que vivía mi vida muy aburridamente—, por cierto, te traje almuerzo, se que nunca comes en las mañanas, morirás de hambre ¿y quien me aguantará treinta minutos mientras elijo mi comida?

—¿Alguien que sea amable con sus clientes?, siempre te regaño por esas cosas, parece que amas la mal atención —farfullé burlona mientras lo veía con su topper de ositos —, gracias por preocuparte

—Por supuesto, es un honor cuidar de ti —asintió con la cabeza—, y no me gusta la mal atención, pero soportaré la tuya veinte años más

—¿veinte años más? —pregunté dudosa—, ¿y por qué veinte?

—Tengo la teoría de que serás una persona alegre cuando tengas cuarenta, dirás "estoy a nada de morir" y serás linda conmigo —confirmó seguro de si mismo —, ¿o estoy mal?

—En primer lugar, ¿de verdad crees que seguirás hablándome cuando tengas cuarenta? —reí con su broma, incluso a punto de morir sería grosera con el golden retriever, era parte mi—, toma Iza, tu pedido está listo

ECLIPSE  | IZANA KUROKAWA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora