Habia una vez una escritora sentada frente a una mesa de roble oscuro, se podía percibir el seductor olor a café por toda la habitación donde la hizo volver a tus brazos, aquellos en los que se aferraba como el primer día que se vieron en persona, como aquel día donde empezó otra historia pero tú la acompañabas, está se volvió una trilogía acabando en sus hijos contigo pero sobretodo nunca olvidará aquel momento donde se tomó las pastillas
Y la sequía desapareció de su rostro volviendo a la triste realidad.