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⊱┄┄┄┄┄┄┄𝐤𝐢𝐦 𝐭𝐚𝐞𝐫𝐚𝐞┄┄┄┄┄┄┄⊰

─ Listo. ─dijo Gunwook jadeante.─ ¿Estás bien?

─ Si. ─respondí una vez estando arriba.─ Cuando caí perdí el aire, pero estoy bien ahora. Solo hubieron cosas que me dejaron pensando ahí abajo...

─ ¿Qué hay abajo? ─preguntó Gyuvin. Sabía que le causaba curiosidad.

Iba a responder, pero en ese momento las campanas volvieron a sonar. Fue un solo sonido esta vez, pero ese único resonar hizo temblar toda la iglesia. Una vez más sentimos la ráfaga de viento en nosotros.

Las velas se apagaron, la oscuridad cubrió todo, pero esta vez oímos con claridad el grito. Un sonido desgarrador, lleno de dolor y terror. Tan espantoso que ponía los pelos de punta.

Aquel sonido parecía sacado de las tinieblas, y flotaba por nuestro alrededor inundando nuestros oídos. Pero lo más terrible era que conocía esa voz: era Gunwook.

Todo se detuvo de golpe; el viento, las campanas, el grito. Gyuvin había empezado a llorar de miedo. Se aferraba a mi brazo, sollozaba sin detenerse.

─ ¡No! ¡Park Gunwook! ─él gritaba y lo entendía; yo también quería hacerlo, pero me mantuve fuerte.

Me puse de pie y traté de levantarlo, pero no podía. Gyuvin temblaba tanto que no podía mantenerse con sus propias piernas. Sin ninguna iluminación cerca, saqué el encendedor de mi bolsillo y traté de ver algo a mi alrededor.

─ ¡Gunwook! ─grité tratando de disimular el miedo en mi voz.

Pero no lo conseguí. Me di cuenta, al mirar el fuego en mis manos, que también estaba temblando. No quería aceptarlo, pero estaba muy asustado, más que mi propio amigo.

Cerré los ojos y respiré con fuerza, mientras que Gyuvin seguía llorando a mi lado. Me agaché hacia él, le puse una mano en la mejilla secando sus lágrimas y lo miré a los ojos.

Aquella mirada me partía el alma, verlo de esa forma me hacía sentir mal al no poder protegerlo como su hyung. Simplemente se sentía horrible.

─ Tienes que ayudarme. ─dije con firmeza falsa, pues tenía mucho miedo.─ Tenemos que ver si Gunwook está bien, pero no puedo hacerlo solo.

Gyuvin me miró pero se veía tan indefenso. Quería abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien, que nuestros amigos volverían e iríamos a casa.

Pero no podía mentirle de esa forma; simplemente no podía llenarle de ilusiones que capaz no se cumplan.

Él asintió e hizo un esfuerzo por calmarse, aún así le tomó varios minutos ponerse de pie. Cuando finalmente lo hizo, lo tomé de la mano brindando mi confianza y le extendí una vela.

Ambos caminamos hacia el lugar proveniente del grito de Gunwook. Tenía que caminar despacio, pues Gyuvin parecía caminar arrastrando los pies con cada paso, como si se sintiera inseguro de moverse más rápido.

Tratamos de distinguir algo con la poca luz que teníamos, pero solo logramos ver un collar que Gunwook siempre usaba. Lo tomé y de inmediato unas lágrimas se escaparon de mi rostro.

─ Esto es suyo. ─dijo Gyuvin señalando la cadena en mis manos, pero aún así no teníamos ningún rastro de él.─ Taerae...te lo suplico, vámonos de este lugar.

─ Está bien, está bien. Tenemos que buscar un poco más. Podemos buscar afuera si quieres, quizás...

Pero en ese momento me detuve en seco al observar tal cosa que desató todo el temor en mi cuerpo.

La luz de las velas llegaba a la puerta de la iglesia mostrando estaba cerrada. Lo peor era la "X" roja y gigante pintada sobre ella.

─ ¡No!

Gyuvin corrió hacia la puerta y con todas sus fuerzas comenzó a patear y tirar de ella, más fue en vano. Me acerqué a ayudarlo, pero no pudimos ni siquiera mover un centímetro de la gran madera.

─ ¡Quiero salir! ─gritaba mi amigo, sabiendo que no lograría nada con eso.─ ¡Quiero vivir!

─ Vamos a prender más velas, tenemos muy poca luz. ─dije tratando de tranquilizarlo un poco.─ Hay una manera de salir de aquí, estoy seguro.

Gyuvin sollozaba mientras caminaba a mi lado, pero su simple presencia me ayudó. Volvimos a iluminar el lugar, pero todo estaba igual. No había ni una sola pista que nos explicara que estaba pasando.

Pasaron unos minutos en los que paseamos por la iglesia, pero volvimos hacia las bancas cerca de la puerta y nos sentamos sobre una. Intrigado, saqué mi celular que tenía seis por ciento de batería.

─ Falta media hora. ─solté.

─ ¿Qué?

─ Bueno...lo que sea que está pasando, ocurre cada vez que suenan las campanas, cada hora.

─ Pero...¿quién está haciendo esto?

Negué con la cabeza y noté como sus ojos se cristalizaban. Realmente no tenía idea de quien o que hacia esto.

─ Tenemos que salir de aquí Gyuvin. Debe haber uns forma, pensemos por favor.

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𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 ⊱⊰ 𝐙𝐁𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora