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⊱┄┄┄┄┄┄┄𝐤𝐢𝐦 𝐭𝐚𝐞𝐫𝐚𝐞┄┄┄┄┄┄┄⊰

Pasaron minutos silenciosos en los que pensaba la forma de escapar de este infierno. No sabía que pensaba mi amigo, pero se veía hundido en sus pensamientos.

─ No quiero morir, hyung. ─soltó de repente sin mirarme, mientras abrazaba sus rodillas.─ Gunwook está muerto. Yujin está muerto. Lo sé, lo sé muy bien, y no quiero terminar así. ¡No quiero!

Lo atraje a mi cuerpo y dejé que liberara todo llanto sobre mi hombro por el tiempo que quisiese. Yo también lo hice, lloré como nunca antes.

Me arrepentí de no haber haber hecho algo antes, me arrepentí de no hacer caso a lo que sentía, me arrepentí de no valorar mi vida todo este tiempo.

No podía mentirle a Gyuvin, solo me quedaba darle mi apoyo. No podía decirle que esto es parte de una pesadilla la cual al despertar desaparecería. No podía ni mentirme a mi mismo.

─ Perdóname. ─susurré sobre su cabello, hasta que sentí como apretaba mi espalda con sus manos. Sabía que me había escuchado.

Segundos pasaron y ambos ya estabamos de pie otra vez. Intentamos nuevamente con la puerta, pero nada cambió. Notamos los ventanales pero estaban por sobre encima de nosotros; era imposible llegar a ese punto.

─ Aunque llegáramos...─dije mientras analizabamos la nula posibilidad.─ Hay tablas sellando por fuera, ¿recuerdas?

Buscamos en cada pared, en cada columna, hasta cerca del altar, pero nada con sentido se nos ocurría. Parecía que este lugar nos hubiera tragado con odio.

─ Tiene que haber una salida. Algo debe de haber en esta maldita iglesia. ─repetía en voz alta mientras buscaba inútilmente.

─ Hyung... ─soltó deteniéndose de golpe.─ ¿Y si hay algo abajo?

─ ¿Abajo? ¿Donde caí? ─pregunté confundido.

─ Si. Ahí mismo.

─ No había mucho, era como un sótano. Habían frascos y cofres, y cosas raras en las paredes. ─comenté intentando recordar todo lo que vi.─ Pero no había ninguna salida.

Gyuvin me miró y pude ver sus ojos hinchados gracias a sus lágrimas. Cada vez teníamos menos esperanzas para salir de aquí.

─ Y si intentamos bajar...no vamos a poder subir.

Ambos no quedamos pensando en silencio. Mil ideas rondeaban mi cabeza, pero todas llevaban al mismo resultado: nada. Mis piernas cedían, mientras sentía el cansancio en mi cuerpo. Me senté en una de las bancas y tuve una idea que podría funcionar.

─ Podemos tratar de romper la puerta. ─Gyuvin parecía extrañado, pero al fin podía ver una chispa en sus ojos.─ Usemos una de las bancas para golpear la madera hasta que se rompa.

Lo intentamos con prisa, y por más que pusieramos toda nuestra fuerza restante no lo logramos. Las bancas eran muy pesadas para nosotros dos. No pudimos dar más que un solo golpe, aún así no funcionó.

Me acerqué a la puerta y la examiné. Se veía muy vieja, podría romperse en cualquier momento, pero la suerte no estaba de nuestro lado como para que eso sucediera.

─ Taerae...faltan cinco minutos. ─me alertó mostrando su celular a la par que sus manos temblaban.

─ Quizás estoy en un error. Quizás no ocurra nada esta vez. ─dije tratando de calmarlo, pero mis intenciones eran nulas.

Gyuvin me tomó de la mano con fuerza. No dejaba de mirar a la puerta y yo igual. Todo parecía tan irreal.

─ Vamos a sentarnos pero no me sueltes por nada. Tenemos que quedarnos juntos por favor, pase lo que pase. ─solté limpiando una lágrima que caía en su mejilla.

Nos sentamos para pensar porque del temor no podíamos mantenernos de pie. La oscuridad no ayudaba en nuestra situación, mucho menos el sonido de la lluvia cayendo y resonando por el eco del lugar.

La respiración de Gyuvin iba aumentando con el paso de los minutos, y yo solo temblaba del miedo. De pronto, una idea llegó a mi mente.

─ El viento...el viento tiene que entrar por la puerta. Si esto vuelve a ocurrir la puerta tendrá que abrirse...¡tiene que abrirse!

─ ¿Tú crees? ─mi amigo me miraba esperanzado, lo noté por la poca luz que una sola vela desprendía.

─ ¡Tiene que ocurrir eso!

En ese instante se volvió a escuchar el sonido que había oído la primera vez antes de que este infierno empezara, pero fue más fuerte y claro. Era un resoplido entrecortado. Simplemente aterrador.

Traté de mirar alrededor tratando de encontrar el origen de dicho sonido, pero todo volvió a ocurrir de nuevo. Sujeté la mano de Gyuvin con fuerza y me puse de pie, esperando a que las puertas se abran y salir por ellas.

Las campanas sonaron dos veces, el viento inundó la iglesia y la única vela apagó su llama; más aún así, las puertas se mantuvieron cerradas.

─ No...─ solté sin esperanzas que alguien aparte de mi amigo me oyera.─ Es imposible.

Me volteé para ver si Gyuvin estaba bien, pero en ese momento noté que su mano no estaba junto a la mía. Ni siquiera supe el instante en el que se soltó, solo ya no estaba ahí.

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𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 ⊱⊰ 𝐙𝐁𝟏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora