Capítulo XLIII - Reconciliación

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Dulce tristeza yacía en el rostro de Umi. Con sus manos acariciando las mejillas a una Koemi en un sueño profundo, una vida alejada del presente, ligada al alma del mañana.

Sigo sentada a tu lado, con mi escudo de espinas de invisible aspecto protegiéndonos de la tormenta.

De repente, el sonido de una puerta abriéndose a escasos metros detrás suya, dejó a Umi paralizada, con varios de los más agónicos recuerdos del pasado viniendo a su mente, a unos recuerdos no olvidados.

- Umi: (Mirando hacia atrás muy lentamente, atemorizada pero decidida, a pesar de la poca visibilidad que había en aquel lugar debido a la tormenta de arena)

Atardecer en el jardín de antiguas flores de mi primer día en este mundo reflejaba en mis castaños ojos, inundados de agua por sentir el mas peor de mis miedos, por vivir de nuevo el tormento de mi ayer, en la oscuridad total y absoluta.

Abrazaba a Koemi mientras ella permanecía conmigo en uno de los tres fragmentos del tiempo y el espacio. Era lo único que necesitaba para vencer al temor de la soledad y la oscuridad, en el regreso al sendero del fin de los sueños y esperanzas, del comienzo del perdón y el deseo. No quería irme aún, pero el destino me lo pedía, era la única salida hacia el bien y el amor.

Miré al cielo para contemplar la última vista al paraíso, antes de volver a los infiernos. Ahí me encontraba yo, en un punto entre el bien y el mal, buscando mi perdón entre las áridas y solitarias paredes del desierto.

- Umi: Koemi.. desearía que pudieras despertar y ver esto junto a mi, una vez más. Precioso atardecer cabalga en los vientos del silencio, en un mundo escondido en el mapa del universo.

Miro a Koemi con temor mientras me acerco a ella para tomarla en brazos.

- Umi: Debemos irnos aún sin saber que nos deparará detrás de aquella puerta. Tengo miedo de avanzar y no encontrar nada, solo oscuridad. (Miro a mis manos y veo cortes profundos que llegaban al mismo infierno rojo que mi sangre adopta) Lograré encontrar una salida y encontrar mi alma perdida del ayer. Entonces, el espejo del otro mundo cambiará nuestro mañana y no estaremos aquí. Te lo prometo Koemi.

Con Koemi en mis brazos, camino lentamente hacia aquella puerta abierta, más allá del fin del mundo.

A medida que voy caminando los últimos pasos en las vistas del claro paisaje que me acompañó por todo este tiempo, mis lágrimas comienzan a caer sobre el cuerpo de Koemi. Quizás me estaba despidiendo de lo único que había sido visible y real desde el día en que sonreí a Koemi en la biblioteca de la universidad. No sabía cuanto tiempo habría pasado desde aquel día.

Me fijé en aquel pomo de la puerta, algo desgastado y antiguo. No podía retroceder, ya no. Debía avanzar sin saber que me encontraría.

En la vida hay que luchar, eso mismo es lo que Koemi me dijo antes de morir. Le prometí que lo haría y no me rendiré hasta encontrar el camino de vuelta a casa.

En ese momento, Umi se aproxima para besar los labios de Koemi en el beso eterno de dos almas gemelas.

Acariciándote las mejillas, enamorada de ti, te observo con amor desde aquel antiguo y opaco jardín de flores, mientras la figura de Umi del ayer aparecía para tomarla de la mano y viajar con Umi en el último perdón.

Fue en ese instante cuando me di cuenta de que ocurría en aquel lugar de mi presente. Koemi me había perdonado. Era el momento de regresar. Mi mirada quedó congelada hacia la oscuridad que acompañaba el interior de aquella puerta.

- Umi: No estoy sola. (Me dije, esperanzada, mientras cerraba los ojos con una suave sonrisa)

Miré a mis manos, heridas y sangrientas, mientras sentía la brisa de un viento similar en mis mejillas que no tardé en reconocer.

- Umi: Ahora eres libre Koemi. (Decía con lágrimas mientras miraba al cielo) Perdóname por haberme querido rendir. Tengo una promesa que cumplir, en el espejo del otro mundo.

Avancé por aquella puerta, con mi alma del ayer guiándome de vuelta a mi cuerpo mientras, recostada en aquella oscuridad, sentía lujuriosa sangría frotar desde mis muñecas, para nacer una vez más.

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El valle de las amapolasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora