6. La mañana después de ir a buscar la pelota

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Carla fue un mar de nervios desde que abrió los ojos en su cama para ir al colegio. Empezando porque había pasado una noche muy ajetreada en la que no había dormido casi nada, y terminando porque cada minuto que pasó en clase era un minuto más en el que se preguntaba si Quirty seguiría bien o si alguien en su casa lo había descubierto.

Y por si fuera poco, su hermana Daniela consiguió ponerla aún más nerviosa con su bocaza. Y justo porque desacató la norma número uno que todos habían decidido la noche anterior.

-Recordad. Mañana no podemos contar nada de esto a nadie, que los rumores vuelan. - Propuso Celia, y todos estuvieron de acuerdo.

-Y por cierto, Carla, ¿vosotros que le dais de desayunar a tu hermana? Que va diciendo que tiene en casa una prima mayor de edad y un unicornio. - Preguntó, por el contrario, Cristina Merino, al día siguiente. Cristina Merino era la mejor amiga de Carla, y su futura compañera bibliotecaria. Y no se le ocurrió otro sitio para hacerle esa pregunta que en el recreo mientras tomaban el almuerzo, delante de Celia, de Malena y de otras de sus amigas.

-Ah, es verdad. - Le corrigió Carla. Celia y Malena abrieron los ojos como platos, hasta que ella se apresuró a aclarar, - Lo de la prima, digo. - Se empezó a reír de forma un poco falsa, y todas la siguieron, incluida Cristina, aunque ésta conocía demasiado a su amiga Carla para saber que las cosas no iban del todo bien.

-Yo no le he contado nada a nadie. - Y se atrevió a decir Daniela, unas horas después, cuando se encontraron todos en una esquina a la salida de la escuela.

Pero dijera lo que dijese, eso no la evitó el enfado por parte de todo el grupo y una bronca por parte de su hermana, que se marchó a casa refunfuñando.

-¡Es que a Nani no se le puede decir nada! - Se quejó Carla, cabreada. -Bueno chicos no os preocupéis, que le voy a decir a mis padres que me ha guarreteado la tarea, le va a entrar un castigazo...

Pero cuando llegó, de nuevo la invadió un sentimiento de desasosiego. Se pensó mucho si primero tenía que entrar a casa o ir a visitar a Quirty, y decidió hacer lo segundo.

-Qué fuerte. -Oyó decir a alguien cuando estaba lo suficientemente cerca.

Lo sabía. Le habían descubierto. Lo de esconder algo en el garaje solo salía bien en las películas. Tiró de la puerta corredera convencida de que ahora la que se llevaría una buena bronca no sería su hermana, sino ella misma.

Pero cuando terminó de abrirla, tan solo se encontró a Quirty contenta y sonriente hablando, nada más y nada menos, que con su prima Irene. Ésta última tenía un bote de Coca Cola en la mano y le estaba echando un poco del mismo refresco al unicornio en un cuenco.

-Pues a mí me pasó algo parecido con una amiga, y...- Siguió hablando Irene, aunque cuando reparó en Carla se quedó en silencio. Porque increíblemente no estaba hablando con ella, sino con Quirty. Por eso, a Carla la pudo la curiosidad y se acercó a las dos chicas.

-¿La entiendes?

-¡Claro! ¿Tu no?

-Bueno, si...pero cuando podía hablar español, en El Bosque Abandonado.

-¡Ah! Si, ya me lo ha contado Quirty, pero dice que debió ser la magia la que hizo que pudierais comunicaros, porque ella no habla español, ni vosotras sabéis el lenguaje equino.

Carla tenía muchas dudas y muchas preguntas, pero de repente recordó lo que le habían dicho sus padres sobre que a Irene le gustaban los idiomas, y todo encajó.

-Pero bueno, menos mal que estás aquí. -Siguió hablando entonces Irene. -Porque te estaba esperando para hablar con tus padres.

-¿Qué?

-Si, hay que contarles lo de Quirty, tiene trece años y no se puede quedar a cargo de niños más pequeños que ella que la meten en un garaje.

-¡Pero vamos a devolverla al bosque! Si los adultos la encuentran la llevaran a una granja y la alejaran de su familia.

-Pues yo les diré que no lo hagan.

-¡No te creerán! No se lo digas por favor. -Le pidió entonces Carla, poniendo voz de niña buena. -Te hago la cama durante un mes.

-Me da igual. - contestó Irene. Abrió la puerta de casa y entró. Carla seguía detrás de ella, intentando convencerla antes de que les escuchasen sus padres, a quienes escuchó cacharrear en la cocina.

-Pues te cambio la habitación, que la mía es más grande, y tiene pestillo, para que puedas hablar con tu novio.

-Yo no tengo novio.

-Pues con tus amigas.

-Mis amigas están muy lejos de aquí.

Pero a Carla ya no le dio tiempo a inventarse más cosas, porque Laura y Alberto, sus padres, se acercaron para saludarlas.

-¿Os pasa algo, chicas? ¿Y Daniela? Carla, ¿no has traído a tu hermana? -Preguntó Alonso, pasando de la curiosidad al enfado.

-Tíos, tenéis que saber una cosa-Le cortó Irene.

-Irene... -le pidió Carla por última vez, dándola un codazo.

Irene la miró, y Carla supo que se estaba pensando si guardarle o no el secreto. Le puso carita de pena sin que sus padres la vieran, para ayudarle a decidirse.

-Veréis... eh.... tíos, yo... soy vegana- soltó de repente Irene, rindiéndose a las caritas de pena de su prima.

-Ah, ya... ¿y qué pasa? - Le preguntó Víctor.

-Pues que no como animales, ni productos animales-Le contestó ella. -Y que siento molestaros, porque se que a veces tendréis que hacer dos comidas diferentes, pero es lo único que voy a pediros, de verdad. Es muy importante para mí.

-Bueno, no te preocupes. Nos apañaremos. - Respondió de nuevo su tío Víctor, que seguía muy extrañado por la urgencia repentina de su sobrina. - Aunque a cambio, nosotros también te pedimos que trates bien a tu prima. ¿Ya os habéis hecho amigas?

Carla se quedó callada sin saber que decir, pero Irene contestó segura, sin darle importancia.

-Si, claro. - Después, sus padres se giraron hacia Carla, y esta también asintió en silencio, un poco desorientada. Vio como Irene salió escopeteada hacia la escalera para librarse cuando antes del entuerto, y empezó a decidir en que dirección huir ella, seguramente hacia la cocina, pues tenía un hambre voraz.

Las dos se detuvieron nada más oír la puerta y ver a Daniela entrar como una loca, tirando la mochila por los aires.

-¿Y mi unicornio? ¡Espero que esté bien que como le haya pasado algo me muero! Me voy a cambiar y voy a verle. - Dijo, más para si misma que para los que la estaban mirando estupefactos.

Sin embargo, esta vez Carla no se preocupó demasiado. Sus padres ya habían dado por perdida a su hermana, y tampoco era tan raro que delirara con unicornios porque ya lo había hecho otras veces. Solo que esta vez no sabían que era verdad.

¡Vuela, unicornio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora