2. ¡No tengo tiempo para primas, tengo que recuperar la pelota!

0 0 0
                                    

Nada más llegar a su casa, Carla tiró las llaves en el mueble de la entrada y subió las escaleras hacia el segundo piso deprisa, en dirección a su habitación. Corrió como una bala, porque quería preparar su mochila con todo lo necesario para la aventura de esa noche antes de que llegara su hermana y para hacer el menor ruido por la noche. Su hermana Daniela tenía un oído exquisito, no iba a arriesgarse.

Sin embargo, al pasar por la puerta del cuarto de estar, vio algo de reojo que la hizo detenerse.

En la mesa del escritorio que utilizaba para estudiar, sentada de espaldas, había una chica joven. Tenía por lo menos 18 años. ¿Y sabéis lo que significaba eso? ¡Era mayor de edad! Una chica de instituto por lo menos.

¿Se habría equivocado de casa? ¿Era posible que hubiera una casa en Poblete extrañamente igualita a la suya? Era todo muy raro.

-¡Cariño, que pronto has llegado!

Carla pegó un salto, conteniendo un grito. El que había hablado era Alonso, su padre. Bajó las escaleras, sigilosa, de vuelta hasta el salón. Allí no solo estaba Alonso, sino también Víctor, su otro padre, y ambos parecían expectantes por hablar con ella. La sentaron en el sofá y ellos mismos se colocaron cada uno en una silla frente a ella.

-Verás, Carla, la chica que acabas de ver se llama Irene, y es tu prima.

Carla arrugó las cejas. ¿Cómo iba a ser esa desconocida roba escritorios su prima? ¡Si no la había visto en su vida!

-Irene vivía en Madrid con sus padres, pero ha venido aquí a estudiar, porque quiere ir a la universidad, como tú. - Le explicó Víctor.

-¿También quiere ser bibliotecaria? - A Carla se le iluminaron los ojos.

-No, Carla. -Sus padres le sonrieron de forma cariñosa. -A ella le gustan los idiomas. Quiere ser traductora.

¿Los idiomas? Bueno, no es tan chuli como ser bibliotecaria, pero por lo menos no quiere ser informática, como Manu el de su clase, que además está obsesionado con ser su novio y ni de broma.

-¿Y cuánto tiempo se va a quedar? - "ocupando mi escritorio", terminó la frase en su cabeza.

Carla enseguida se dio cuenta de que la respuesta no le iba a gustar. Lo supo porque sus padres se miraron entre sí, y luego la miraron a ella.

-¿Por qué no vas a saludarla y presentarte?

-¿Y Nani? - Advirtió entonces Carla, reparando en su hermana Daniela, que así es cómo la llamaban todos en casa.

-Ella ya se ha presentado antes, cuando ha venido a buscar la merienda. Ahora es tu turno.

Así que allí estaba, unos minutos después, en el pasillo del segundo piso, haciendo caso a sus padres. La situación le imponía un poco, y encima veía injusto que fuera ella la que tenía que romper el hielo. ¡La que venía de nuevas y sin avisar a su casa era esa supuesta prima suya!

Se aclaró la garganta y entró en la habitación. Agradeció que la puerta rechinara, porque así se ahorró el tener que avisar de su presencia y pillar desprevenida a la chica mayor haciendo.... las cosas que hicieran las chicas mayores.

-Hola...Mm...te llamas Irene, ¿no? Mola. Y eres mi prima, ¿no?

Las manos de Carla se movían solas, estirándose de la camiseta, un poco nerviosa. Menos mal que su padre no la estaba viendo, porque odiaba esa manía suya y siempre que la veía haciéndolo se ganaba una regañina, "¡Carla, para, que te la vas a hacer grande!"

-¿Sabes? Eres la tercera chica mayor que conozco. La primera es Katie, que va conmigo a gimnasia rítmica, pero es inglesa y ha venido hace poco, así que todavía no habla muy bien español. Y la segunda es Natalia, mi otra prima, pero no es tan mayor como tú, acaba de entrar al instituto este año.

De repente, Irene se levantó de la silla muy nerviosa y se fue al baño dando un portazo, sin ni siquiera reparar en Carla. Llevaba su móvil pegado a la oreja.

"Pero ¡qué maleducada!" Pensó Carla. Seguro que le estaba llamando su novio y por eso pasaba de ella. Estaba claro que después de eso no quería saber nada de su nueva prima. De hecho, Carla decidió que la próxima vez que la viera iba a ser ella misma la que pasara de todo y se fuera con su móvil. Bueno, con el móvil de alguno de sus padres, que ella todavía no tenía.

De pronto, como si una bombilla parpadeara encima de su cabeza, Carla recordó que no tenía tiempo para pensar en primas ni en novios ni en móviles. ¡Todavía tenía que preparar su mochila! Tenía que concentrarse o no le daría tiempo. Además, se acercaba la hora de la cena y seguramente Daniela estuviera a punto de llegar.

Corrió hasta su habitación, esta vez sin contratiempo, y empezó a elegir que se iba a llevar para sobrevivir en su viaje a El Bosque Abandonado.

¡Vuela, unicornio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora