Es ahora

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Las ramas de los árboles chocaron contra las ventanas de la habitación, rasguñando sus vidrios y provocando un sonido espeluznante, en tanto que la tormenta fuera de la residencia empeoraba con cada segundo que pasaba. Aún bajo esa tenue luz del atardecer, Kirishima pudo ver las magulladuras en la piel de Bakugou mientras éste se cambiaba de ropa, algunas todavía de un púrpura oscuro, horrible y doloroso, recordándole que el rubio no había sido dado de alta oficialmente del hospital aún.

No había forma de que Kirishima permitiera que Bakugou se fuera así.

- No puedes ir – prácticamente ordenó en un tono bastante más firme -. Todavía estás herido. – Apuntó hacia sus lesiones más grandes, aun cubiertas por gaza blanca -. ¿Qué tan lejos crees que puedes llegar sin ni siquiera te has sanado todavía?

- No te estoy pidiendo permiso.

- Pero por algo viniste aquí, a hablar conmigo – puntualizó.

Eso tenía que significar algo, ¿verdad? Si Bakugou había decidido pasar por la U.A. antes de irse, a diferencia de Midoriya, seguramente era porque quería despedirse y escuchar lo que Kirishima tenía que decir. Eso, o... Tal vez solamente necesitaba armar un bolso con su ropa... Fuera cual fuese el caso, ahora estaba en las manos de Kirishima hablar con él hasta hacerlo entrar en razón y convencer a su mejor amigo de quedarse.

- Iba a dejar una nota – replicó Bakugou, y recién entonces el de cabello rojo se dio cuenta de que había dos sobres blancos sobre el escritorio. Sintió el equivalente de un puñetazo en el estómago al darse cuenta de que el rubio estaba tan determinado a irse -. Pero después de lo que dijiste ese día en el hospital... Decidí que sería mejor decírtelo frente a frente.

Los latidos de Kirishima se aceleraron de una forma que, hasta ese momento, el de cabello rojo no creía posible, ante la sola mención de esa conversación: Su fallida y poco masculina confesión que fue interrumpida por Vlad sensei... Ahora, por fin, tenía una oportunidad de arreglarlo, una abertura para hablar de sus sentimientos en voz alta... Y más que nunca, necesitaba que sus palabras llegaran a Bakugou para evitar que se fuera.

- ¡No alcancé a decir nada ese día! – reclamó apretando sus puños para darse ánimos y continuar -. No pude decir lo que quería decir, fue tan injusto – ¡Esta situación es igual de injusta!, pensó.

- Dilo ahora – lo desafió el rubio, mirándolo intensamente, exactamente igual a cuando lo provocaba a dar lo mejor de sí contra él en un entrenamiento.

- Estaba seguro de que me gustabas antes de que tuviéramos que ir a Jaku, pero ahora...

Kirishima se pasó una mano por su cabello, nervioso y complicado. ¿Cómo podía ser posible que abrir su corazón fuera más aterrador que luchar contra villanos? ¿Cómo era posible que escoger mal una palabra en esa conversación, fuese a provocar tantos daños en su vida como hacer un mal movimiento durante una batalla?

- ¿Ahora qué, pelo de mierda? – insistió Bakugou apretando la mandíbula, decepcionado.

- Estoy enamorado de ti.

- ¿Ah? – balbuceó, sorprendido. Como nunca, por un momento en el rostro del rubio no había una mueca de rabia o de ironía, y a Kirishima le dio la impresión de que, aunque Bakugou estaba esperando la confirmación (después de lo que le había dicho Kaminari, era bastante obvio), pero nunca algo tan directo e intenso.

- De verdad.

- ¿Por qué? – preguntó confundido.

- ¿Cómo que por qué? No lo sé. Supongo que porque eres increíble, y masculino, y determinado, y fuerte. - Bakugou miró al suelo con el ceño fruncido, como si tuviera que esforzarse por entenderlo – Está bien, no tienes que decir nada, solamente quería sacármelo del pecho desde ese día.

Ataque de CelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora