the ruler [THE HUNGER GAMES]¹ PAUSADA

Dos.

DESPUÉS de un hora estamos en el tren y saliendo a toda velocidad del Distrito
Dos. Para al menos uno de estos dos tributos, la cosecha fue la última vez
que verían nuestro hogar. Siendo un mentor ahora, mi trabajo no se detendrá
hasta que Clove salga de la arena; viva o muerta. Los mentores profesionales se
toman su trabajo muy en serio en comparación con los distritos exteriores y, por supuesto, haré todo lo posible para garantizar la supervivencia de Clove. Puede que no esté de acuerdo con los juegos y la idea de revivir mi trauma muy reciente no es muy bienvenida, pero ella es solo otra víctima del sistema al final del día. Justo como yo lo era.

El tributo de Jacinth es un chico fornido de dieciocho años llamado Cato. Rubio,
alto, engreído, habría estado sobre él en mis días de academia. Ahora es difícil no verlo como alguien más joven que yo, aunque no lo sea. Me he sentido
mucho mayor que mis dieciséis años desde que me arrastraron en una gira por el país para conocer profesionalmente a los alcaldes y ciudadanos de los distritos que una vez fueron los hogares de los niños que ayudé a asesinar.

"Está bien", Jacinth aplaude una vez y se sienta frente a nuestros tributos
en la mesa. Estoy sentada a su lado, dejándolo tomar la iniciativa. Mi tiempo con Clove llegará en el Capitolio, así que por ahora lo dejo comenzar el proceso de preparar a nuestros tributos para los juegos, "Cato y Clove. Dinos en qué sois buenos".

No tiene sentido ocultar sus habilidades entre sí, ya que de todos modos se aliarán en la arena. "Lanzar cuchillos", dice Clove, reclinada en su asiento con los brazos cruzados y la misma expresión de suficiencia que tenía en la cosecha.

"Probablemente sea un buen trabajo que tengas a Fawn como tu mentora entonces. No creo que haya nadie en Dos mejor que ella con los cuchillos", Jacinth elogió mis habilidades, haciendo que un rubor violento se extendiera por mis mejillas. De nuevo, el síndrome del impostor se me mete en los huesos
y me hace olvidar que soy tan digna de estar aquí como él.

"Ya veremos", responde Clove con frialdad. Ella me está mirando, posiblemente tomando nota de mis nervios, así que me siento derecha y levanto la barbilla.

"¿Y tú, Cato?" Jacinto se vuelve hacia él. Está sonriendo como si toda esta situación fuera unas vacaciones de verano en el Capitolio.

"Sobre todo con espadas, pero también soy bueno con las manos", me mira
mientras lo dice. La forma en que levanta los labios me da escalofríos y
desvío la mirada, fingiendo que la decoración del tren es lo más interesante
posible.

"Está bien. Podemos trabajar con eso", ordena Jacinth al avox que maneja este
vagón de tren para encender el gran televisor que cuelga en la pared del fondo. Recuerdo este momento el año pasado, volviendo a ver las cosechas de
todos mis competidores. Qué aterrorizado estaba viendo que la mitad de ellos eran mayores y más grandes que yo, qué molesto fue ver a un niño de doce años tener que subir al escenario. Malachi, mi compañero de distrito, la habría matado al minuto de comenzar los juegos. Aquí es donde podré analizar el campo por primera vez como mentor que intentará conseguir patrocinadores para Clove.