¿Cómo pudo terminar así?, era la única pregunta que se hacía presente reiteradas veces en la cabeza de adolescente de hebras castañas. Nunca creería que terminaría solo, en una sala de interrogatorio, dónde la luz tenue de la habitación iluminaba la mesa de madera con barniz salpicado.
Con su mirada sin algún rumbo fijo, esperando el de hebras rubias a que de nuevo lo hostigara con sus preguntas fastidiosas. Tan doloroso para el pobre adolescente de cabellera castaña.
Era él en soledad, sin nadie a su lado.
Eso le dolía demasiado.
Pasados unos segudos, pudo escuchar claramente como el chirrido de la puerta se hizo presente en aquella habitación.
Viendo la silueta de quién se encargaba de interrogarlo, pero había algo más que no pudo evitar mirarlo desconcertado y con un indiscreto disgusto.
Las preciadas cartas que le escribió el amor de su vida.
Ahora estaban en las manos de alguien más. Quién suspiró con total desesperación al ver que su trabajo no estaba dando frutos, pero eso no significaba rendirse con el adolescente.
───¿Ahora vas a hablar?─Preguntó irritado mientras lo miraba y fruncia el ceño, abanicando las cartas que le había escrito su novio.
───Si ya dije todo.─reprochó el castaño, entrecerrando sus ojos con capricho.
El adulto no pudo evitar el rodar los ojos, agotado y con poca paciencia suspiró de nuevo. Habían pasado unos largos minutos como para seguir insistiendo, estaba a poco de rendirse.
No se rendiría, quería hacer todo lo posible para minimamente sacarle algo de información al castaño. Caminó donde se encontraba sentado el adolescente, quién lo miraba disgustado.
───¿Y qué es esto Juan?..─Preguntó el rubio de orbes púrpuras, apoyando las hojas escritas sobre la mesa.
Sin embargo el nombrado no hizo ningún sonido, solo se quedó observando en la elegante cursiva escrita, quizás releyendo la primera carta visible entre todas ellas.
Cosa que hizo sonreír al adulto.
───Se nota que él te amaba.─Dijo con ironía, leyendo muy por arriba unos de los primeros párrafos de aquella carta de amor.
Realmente no quería leer esa mierda.
Le generaba algo que sin duda le daba demasiado asco, revolviendo su estomago.
───Bueno...─Pausó para esparcir las hojas por todo alrededor del mueble y finalmente cruzarse de brazos en total silencio. Incomodado un poco al de hebras castañas, quién giró su rostro para ver detenidamente al adulto.
───Señor, ya se lo dije.─Nuevamente contestó de forma caprichosa, negándose totalmente a contestar lo más mínimo, volteando su mirada hacia la nada.
Causando irritación al rubio. Quién apoyó con fuerza sus codos en la fría mesa, ahora su rostro en verdad mostraba impaciencia.───Mira Juan, lo que tu noviecito y tú están haciendo es ilegal.─Habló el rubio mayor con un tono de voz frío y sin emoción alguna. Inclinándose con sus codos un poco para así estar a la misma altura que el adolescente.───Te recuerdo que eres un menor de edad.─Aquellas palabras hicieron tragar en seco al menor mientras evitaba a toda costa hacer contacto visual con el que se encargaba de hacerle las preguntas.
───Era consentido.
Escuchar eso fue lo que culminó la paciencia del hombre de orbes morados. Si no fue suficiente haber estado investigando sobre la vida del azabache tiempo atrás, ahora tenía un presunto obstáculo en su búsqueda que hizo que todo se pausara nuevamente.
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𝐁𝐑𝐈𝐍𝐃𝐄𝐑Ò 𝐒𝐎𝐏𝐑𝐀 𝐂𝐎𝐋 𝐕𝐈𝐍𝐎. | spruan
FanficDetrás de su perfil sin un nombre, mirando a todos desde la lejanía en completa soledad. Parecía que su pesadilla acabaría, jamás pensó que caminando por la vereda acompañada por la luz borgoña de las lamparas de aquella calle, esa mirada fue lo últ...