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          La autora finalmente salió de su bloqueo. ¿Cómo? Con esto;;;

          Un Leonardo muy aburrido se encontraba en la alcoba de su habitación, admirando el cielo nocturno e intentado ignorar la música del baile que se estaba celebrando en el castillo en honor a su propio cumpleaños.

          Habría sido divertido, si, si no fuera porque su padre lo molestó toda la noche para que encontrara una pareja de entre los cientos de invitados en el salón y buscara algo más formal.

          ¡Si, exacto, formal!

          ¡A él no le interesaba lo formal! ¡Era Leonardo Hamato, el principe! ¡Le gustaba coquetear y jugar al chico lindo con todos!

          Su padre le había arruinado la diversión, sus hermanos estaban en la suya charlando con sus propios amigos, y, ya harto, decidió escabullirse a su habitación e ignorar a todos por el resto de la celebración. Si, seguro que lo buscarían cielo y tierra para cortar el pastel, pero que se jodieran: les pasaba por metidos.

          Un suspiro frustrado salió de sus labios y apoyó la cara en una de sus manos, contando distraídamente las estrellas desde el balcón.

          —Uh, es temprano para dormir...— susurró para si mismo, intentando encontrar sin éxito algo que hacer con su vida, cuando una estrella particularmente brillante llamó su atención y sonrió con ironía.

          —¡Oh, estrellita estrellita!— suplicó dramáticamente y juntó ambas manos como en una plegaria—¡Dame algo para vivir antes de que me tire del balcón por mero aburrimiento...!

          Se largó a reír apenas terminó y negó con la cabeza, algo avergonzado por técnicamente hablar solo, pero en cuanto volvió a apoyarse en el borde y volteó la cabeza, vió un conejo blanco posado en la esquina.

          Leo miró la estrella, luego volvió al conejo, luego a la estrella, regresó al conejo y finalmente pensó: mis respetos, eso fue rápido.

          —Bueno, hola —le saludó con diversion—. ¿Quién eres tu? ¿Un conejo que en realidad es príncipe y se convertirá en uno si lo beso?— sonrió con ironía y chasqueó la lengua— pero esos son los sapos, para tu información.

          El consejo lo miró profundamente, casi pareciendo interesado en lo que decía, y se acercó hasta quedar al lado suyo.

          —Ja, no me digas que te hechizaste a ti mismo para recibir un beso mío— se burló y lo miró con el mentón alto, diciendo cualquier tontería solo porque sabía que no entendería nada—. Se que soy sexy, diablos, pero no tenías que llegar a esos extremos...

          Acarició suavemente el lugar entre las orejas del conejo, comprobando que se dejara tocar, y lo tomó entre sus palmas de modo que el animalito se sentara cómodamente en ellas.

          —Claro, a menos que seas un príncipe ridículamente rico y guapo; en ese caso si me convendría. — llevó al conejo a la altura de su rostro para hablarle de frente—¿Eres ridículamente rico y guapo, honey bunny?

          El conejo inclinó su cabeza y movió su nariz de una manera estúpidamente adorable, y Leo se rió con ternura.
         
            —Bien, bien, si tanto me ruegas...— suspiró con dramatismo y negó con la cabeza, para luego sonreír juguetonamente— Pero solo uno, ¿eh? Si no te conviertes en príncipe es tu problema.

          Leo juraría por los cielos que el conejo se acercó más, pero decidió ignorarlo y en su lugar se inclinó para darle un pequeño beso en el hocico. Apenas un roce, algo de menos de un segundo, antes de alejarse entre risas por la tontería que acababa de hacer...

          Hasta que abrió los ojos y de repente una ráfaga de viento los rodeaba a ambos.

            Leo miró en shock como en un instante el conejo que una vez estaba en sus manos se transformaba en un joven de pelaje blanco y orejas largas que le llegaban al hombro. Entonces, como si nunca hubiera estado allí, la ráfaga se fue y el chico que se sentaba en el borde el balcón se empezó a caer.

          —¡Cuidado!—gritó Leo y lo agarró del brazo para estabilizarlo, aún procesando todo a medias mientras miraba con incredulidad su rostro.

          —Uhm...— murmuró el chico, incómodo y con la cara roja, mientras se acomodaba mejor en dónde estaba sentado— Buenas noches, su alteza...

          Leo abrió la boca para decir algo, pero de repente su cara se puso roja por todo lo que había dicho pensando que no lo entendía y la cerró de inmediato. Estaba a punto de mirar a otro lado, cuando se dió cuenta de que, de hecho, su pecho estaba desnudo. Y si su pecho estaba desnudo, y el conejo no tenía nada de ropa...

          Mierda.

          No se atrevió a siquiera intentar mirar algo más abajo que a la altura de sus ojos azules, su cara más caliente que nunca, e intentó hablar como pudo (tal vez incluso temblando un poco)

          —¿Quieres... quieres que te traiga algo de ropa...?—balbuceó y señaló con una mano hacia adentro. El chico lo miró por un segundo, tal vez procesando, hasta que su cara se puso tan roja como la de él y se encogió en su lugar.

          —...Por favor.

          Esto no era lo que le había pedido a esa estúpida estrella. Demonios, ni siquiera lo había dicho en serio.





          Si, al fin salí del bloqueo. Del general, al menos, porque todavía no puedo empezar el de ku :(. En fin, ya que me siento de ganas, puede que haga todos los pedidos entre hoy y mañana, pero no puedo prometer nada(?)

          PD: no saben todo lo que me pasó los días de la audición la semana pasada, gente. ¿Quieren chisme? Yo feliz de dar todos los detalles a quien me lo pida JAJA

Leosagi DrabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora