Amor Irreal

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Hmm, pareciera ser que el idiota de Mozu había tenido razón en que un barco gigante se estaba acercando, Kohaku realmente no le había creído, pero aquí estaba frente a ella ahora, y con su gran vista podía ver que había gente en ese barco.

Sacó el arma petrificadora de dentro de su escote, dio la orden de metros y segundos y comenzó a dar vueltas a la soga, para luego arrojarla en dirección al barco con su fuerte agarre.

Kohaku era muy fuerte, y con su vista pudo calcular bien los metros necesarios para envolver todo ese barco gigante con la luz petrificadora.

En menos de un minuto, pudo escuchar sus gritos y maldiciones mientras todos se transformaban en estatuas, pero se dio cuenta de que una flecha golpeó el arma y esta se desvió, y alguien logró saltar al agua y escapar del rayo.

Demonios. Tendría que ir hasta allá para asegurarse de su posición exacta y asegurarse de petrificarlo exitosamente ahora sin fallos.

Le tomaría un tiempo correr hasta allá, así que se dio prisa, corriendo a su máxima velocidad, pero luego adoptando una postura sigilosa al acercarse más al barco gigante, ya que después de todo no sabía de lo que esta gente extraña era capaz, siendo que podían construir un barco tan grande.

Debían ser hechiceros malignos o algo por el estilo, era la única explicación.

Se trepó al barco gigante sin mucha dificultad, tenía varias partes para treparse, quizás por las dudas de si alguien se caía al agua.

Era un diseño bastante impresionante, la verdad...

Y al subirse e inspeccionar varias habitaciones con sigilo, notó que este barco gigante tenía muchas cosas raras que no podía entender ni un poco, pero que llamaban muchísimo su atención.

¿Cómo era posible que hubieran hecho algo tan grande, impresionante y confuso? ¿De verdad usaban alguna magia extraña, tan extraña como la petrificación del Cabeza de la isla?

Moviéndose sigilosamente por el barco, finalmente pudo encontrar a la persona que se había salvado de la petrificación, que estaba llevando con dificultad un par de estatuas hasta dentro del barco.

Preparó el arma para petrificarlo sin que se diera cuenta hasta que fuera tarde, pero entonces vio que el hombre que se salvó vertió un líquido sobre una de las estatuas.

—¡Agh! ¡Senku! —La estatua volvió a la normalidad gritando y todo, y Kohaku casi se desmaya.

¡¿Era posible regresarlos a la vida?! ¡¿Qué no era una muerte instantánea y horrible?!

—Escucha Taiju, necesito que traigas a todas las estatuas posibles aquí ahora, quién sea que nos haya petrificado seguro está de camino. Calculé la trayectoria, arrojaron la cuerda con la fuente de la petrificación desde bastante lejos, debemos tener unos minutos antes de que lleguen.

—¡Muy bien, Senku, eso haré!

—Yo despetrificare a Ryusui y veremos si podemos hacer una retirada estratégica, con que nos alejemos un kilómetro ya no podrán lanzarnos una mierda. Lo que sea que sea la fuente de la petrificación, se usa como arma arrojadiza, y eso debe seguir ciertas reglas y parámetros.

—¡No entiendo mucho, pero iré a traerlos a todos! —El tal Taiju se fue corriendo.

Cuando el tal Senku estaba a punto de quitar la tapa de otro frasco igual al anterior, Kohaku corrió hasta él a su máxima velocidad y le colocó uno de sus cuchillos en la garganta, paralizándolo en su sitio y haciéndolo soltar el frasco, que se rompió en el suelo.

—¿Cómo lo haces? —le preguntó, volteándolo y estampándolo contra una de las paredes del lugar—. ¿Cómo puedes revivir las estatuas? ¡¿Qué clase de brujo eres?!

Química, anatomía y una pizca de limónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora