Aᴄᴛᴏ 1

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Bajaba del viejo carruaje, que al instante las tablas causaron un rechinido

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Bajaba del viejo carruaje, que al instante las tablas causaron un rechinido.
Ya comenzaba a anochecer sin más
empecé mi caminata hacia aquella casa de Avonlea, no eran tan grande, pero no tampoco tan pequeñas, de dos pisos, y a su lejanía se veía elegante, podría decirse. Era blanca con un tejado negro.

Cada paso que daba no era inevitable escuchar más cercano un gran lloriqueo de un bebé, tan irritante que al instante pudo dejarme colérica.

Subí los tres escalones que la casa tenia, para tocar la puerta con cuatro toques. Unos segundos tardaron, solo para ver a la señorita Giselle.
Una señora, de pelo negro y ondulado, un poco vieja podría jurar, delgada y alta, una nariz recta y unos pequeños ojos que me mataban con su mirada.

--¿Edevane?- pregunto con su voz un poco grave.--

A lo que me límite a asentir rápidamente, con un miedo que apareció instanteme al verla. ¿Tenía miedo? Si, tenía miedo, claro que lo tenia, que ella fuera igual que todas aquellas familias para las que trabaje, que solo me maltratan, mateniendome como un siervieta u cuidadora de sus miles de hijos, que golpeaban si no hacia algo a su gusto o no callaba a sus hijos de tanto llantos, o el si ellos se quejaban de mi, mintiendoles que los trataba mal, por simple el hecho de no dejarlos hacer una travesura.

Esta se hizo de lado para dejarme pasar, con sus ojos siguiendo cada paso que daba y mirando donde me detenía a ver.

--la señora Spencer, me ha dicho que ya has trabajo en esto. Así que tienes experiencia, es fácil mocosa, simplemente limpias, haces de comer, cuidas a los niños y listo. No es tan difícil, cosas simple que una mujer hace.--
Sin previo aviso tomo mi mentón tan fuerte y con tanta brusquedad, con la misma fuerza hizo que la mirara a los ojos.

--Y cada que te hablo mírame a los ojos, no quiero una niña miedosa. La gente miedosa es débil y tampoco quiero a una débil para nada-- Sin más me soltó con la misma frusquedad.
--Apúrate, quiero que calles a mi niño.--

Así que solo asentí.
--Y cada que te hablo respondeme, no quiero tus inútiles asentimientos--

Aclaré mi garganta, para que mi voz temblorosa no fuera escuchada.
-Si señorita Lenoxx--

𝐅𝐫𝐨𝐧𝐭𝐞𝐫𝐢𝐳𝐨-𝗖𝗵𝗮𝗿𝗹𝗶𝗲 𝗦𝗹𝗼𝗮𝗻𝗲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora